Elecciones: y “Siempre Más allá”
Por: Francisco Bautista Lara*
Visto en perspectiva de cuarenta años transcurridos (1984 –
2024) con ocho elecciones generales desde la primera en 1984 y la última en
2021, ocho elecciones municipales (de 1990 a 2022) y siete regionales (de
1994 a 2019) –son ocho si incluimos la de marzo 2024-, suman veinte tres (23)
procesos de elecciones después del triunfo de la Revolución Popular Sandinista
en julio de 1979, ello evidencia una sistemática voluntad política
institucional soberana para complementar con este instrumento del estado de derecho
forjado por la revolución para preservar y consolidar la independencia e
impulsar una democracia popular con participación comunitaria y por la
restitución de derechos.
Las
elecciones en Nicaragua durante el período referido no solo han sido para que
los ciudadanos escojan entre una opción política popular y revolucionaria
contra una neoliberal conservadora, entre la oportunidad de construir para la
prosperidad común con equidad y solidaridad y la de preservar los privilegios
excluyentes y egoístas de grupos de poder tradicional y oligarca, sino que son
en realidad el debate y la contradicción entre la alternativa política
patriótica por la independencia, la soberanía y la autodeterminación del pueblo
nicaragüense y la de mantener la dependencia y la sumisión con la que estuvo
marcada la mayor parte del siglo pasado.
En
el siglo XX, desde el fin del liberalismo nacionalista y progresista con la
salida forzada de Zelaya en 1909 por la injerencia extranjera, el
establecimiento de la contrarrevolución conservadora bajo el amparo
norteamericano expansionista, de 1912 hasta 1933 la ocupación directa se
aseguró un absoluto control militar, político y económico, y en esos años las
elecciones no solo fueron supervigiladas por los marinos americanos, sino que también
dirigidas, organizadas y asumieron el conteo de los votos para designar según
su conveniencia al candidato liberal o conservador que mejor preservara sus
intereses. Aquellos procesos fueron una descarada burla a los nicaragüenses que
indignaron a los patriotas y a los pueblos soberanos del mundo. Los
extremos de aquella repudiable y sumisa dependencia, en contra de la cual se
alzó Sandino en su rebeldía popular y antiimperialista entre 1927 y 1933, están
suficientemente demostrados por la historia.
Las
elecciones generales de 1924, 1928 y 1932 fueron ejecutadas con manipuladas
modificaciones legales e imposiciones organizativas para conceder al invasor
autoridad total ante la imperturbable complicidad libero conservadora. La Ley
Electoral de Nicaragua “Ley Dodd”, aprobada en marzo de 1923, fue formulada por
el senador norteamericano Chris Dodd, asesor presidencial especial para las
Américas, en ella se creó el Consejo Nacional Electoral.
Para
1924 el presidente de los Estados Unidos Calvin Coolidge designó, según dijo,
“a un desinteresado ciudadano estadounidense” -que no hablaba español-, para
dirigir la elección de presidente, vicepresidente y representantes para el
Congreso en Nicaragua. En junio de 1927 el presidente Adolfo Díaz, -fiel
empleado norteamericano-, aceptó la decisión de Coolidge: “que el presidente
del Consejo Electoral Nacional debería ser nominado por el presidente de los
Estados Unidos y designado por el presidente de Nicaragua”. El 2 de julio de
1927 fue designado para esa función un amigo de Henry Stimson, el general
brigadier Frank R. McCoy (1874-1954), quien había participado en la guerra
contra España en 1898 y prestando servicios en la Primera Guerra Mundial.
El
13 de marzo de 1928 fue presentada al legislativo una “versión mejorada de la
Ley Electoral” que había sido aceptable por el gobierno de los Estados Unidos y
el de Adolfo Díaz, pero, al ser rechazada por el Congreso, el ejecutivo decidió
suspender las sesiones sin establecer fecha de reanudación. El 17 de marzo el
subsecretario de Estado norteamericano Frank Kellogg y el Sr. Joaquín Gómez,
entonces presidente del Consejo Nacional Electoral, comunicó su renuncia, fue
designado como Ministro de Relaciones Exteriores de Nicaragua por Díaz y
mediante acta de la Corte Suprema de Justicia, fue nombrado el Gral. McCoy como
presidente del Consejo Nacional Electoral. Cuatro días después se publicó el
decreto presidencial No. 74 para investir al Consejo Nacional Electoral con
autoridad plena y general para supervisar las elecciones de 1928. Se concedió
al presidente extranjero poderes extremos como el que para constituir quórum
bastaba con su sola presencia y para la validez de las decisiones era
suficiente su propio criterio.
En
julio de 1930 el presidente liberal Gral. José María Moncada decretó que las
jefaturas de los Consejos Electorales debían ser ciudadanos de los Estados
Unidos nombrados por el contralmirante Clark H. Woodward, jefe de la Misión
Electoral nombrado por el mandatario estadounidense Herbert Hoover.
Los
gobernantes nicaragüenses Díaz, Moncada y Sacasa se mostraron complacidos por
la autoridad que ejercían los invasores americanos en todos los ámbitos de la
vida nacional. Controlaban la fuerza militar, la organización política e
institucional, la gestión económica, las aduanas, los puertos y el ferrocarril.
La soberanía había sido cedida.
Cuando
Sacasa tomó posesión de la presidencia el 1ro. de enero de 1933 y los últimos
contingentes de marines salieron del país al día siguiente, se iniciaron las
pláticas para el fin de la guerra por lo que Sandino aceptó el Convenio de Paz
el 2 de febrero de ese año. El inmortal líder guerrillero fue asesinado un año
después con lo que pretendieron frustrar el proyecto popular, antiimperialista,
patriótico y soberano que representaba.
Anastasio
Somoza García se consolidó como el más fiel aliado al frente de la Guardia
Nacional, el disfrazado instrumento de nuevo tipo creado por la ocupación
extranjera para preservar los intereses americanos, asegurar el control
geopolítico en la región y permitir las aspiraciones expansionistas y canaleras
imperiales. En junio de 1936 propició el golpe de Estado contra Sacasa, -su tío
político-, para despejarse el camino hacia la presidencia y ante esas
pretensiones, una vez más, los expresidentes Emiliano Chamorro, Adolfo Díaz y
Juan B. Sacasa, el 22 de octubre de 1936 visitaron el Departamento de Estado
para pedir al Secretario Sumner Welles otra intervención en Nicaragua y que
Somoza depusiera sus aspiraciones presidenciales.
Los
políticos ignoraban o se hicieron los que no sabían, que Somoza, desde su
designación al frente de la Guardia en noviembre de 1932 –decisión en la que
participaron- y por el asesinato de Sandino en febrero de 1934, ya contaba con
la plena complacencia americana. Logró cerrar las fisuras para asegurar la
instauración de la Dictadura Somocista gracias a la tutela norteamericana la
que habría de prolongarse durante más de cuatro décadas hasta cuando la
Revolución la derrumbó y comenzó a sentar las bases de un nuevo proceso político
institucional.
Las
elecciones de 1936 fueron una prolongación de las anteriores, aunque ahora bajo
el control de la Guardia Nacional y Somoza, legítimos herederos y continuadores
de las fuerzas de ocupación extranjeras. En esa primera elección después de la
de 1932 con la presencia directa de los marines, Somoza se proclamó ganador
según lo declaró el Congreso que controlaba: “Calificar de correctas las
elecciones de Autoridades Supremas verificadas el 8 de diciembre corriente y
declarar electos Presidente y Vice-Presidente de la República a los Sres. Gral.
don Anastasio Somoza y don Francisco Navarro, respectivamente, para el próximo
período constitucional que principia el 1º. de enero de 1937 y termina el 31 de
diciembre de 1940”. Dos años después, el 5 de mayo de 1939, el gobernante
norteamericano Franklin D. Roosevelt recibió como huésped de honor en la Casa
Blanca a Somoza como presidente, le ofreció un majestuoso desfile militar en
Washington para consagrarlo de manera pública y oficial con el más fiel aliado
en Centroamérica y el Caribe.
La
última elección general de la Dictadura Somocista fue el 1º. de septiembre de
1974, para el período de 1974 a 1981. Fue proclamado presidente, como estaba
previsto, Anastasio Somoza Debayle, fue el último de esa dolorosa etapa
histórica, el “último marine” que salió del país el 17 de julio de 1979 ante el
empuje victorioso de la Revolución. Cinco años después la nueva Nicaragua
siempre libre, heredera de Sandino, inauguró el primer proceso electoral
propio, auténtico, legítimo y democrático, sustentado en “la Revolución como
fuente de derecho”.
La
empresa M
& R Consultores publicó, en ocasión del 40 aniversario del
primer proceso electoral de la Revolución desarrollado el 4 de noviembre de
1984 el libro: Nicaragüenses. Comportamiento electoral. Elecciones nacionales. Período
1984 – 2021 (430 pp.; versión digital de mayo 2024: https://www.myrconsultores.com/wp-content/uploads/2024/05/LIBRO-ELECCIONES-NACIONALES_DIGITAL.pdf ).
Esta publicación elaborada por un equipo multidisciplinario, es una meritoria
obra documental que invito a consultar y que incluye valoraciones, referencias
históricas, normativas y resultados de veintitrés (23) procesos electorales
desarrollados en las últimas cuatro décadas y se convierte en una obligatoria
referencia académica y política para la historia, que complementa la voluminosa
obra en dos tomos que publicó en 2011 el historiador Antonio Esgueva Gómez: Elecciones,
reelecciones y conflictos en Nicaragua (1821 – 1963). El libro
muestra de manera contundente la dinámica legítima de los procesos
institucionales electorales instaurados a partir de la Revolución Sandinista
una vez superada la dependencia extranjera que prevaleció en el siglo XX y que
habiendo sido restaurada la soberanía, la independencia y la autodeterminación,
permite la prevalencia de un modelo democrático y popular, patriótico,
comunitario, por la restauración de derechos, la equidad y la solidaridad.
Fuentes
bibliográficas principales:
Bautista
Lara, Francisco Javier. (2024). Somos lo que recordamos. Seamos dueños de nuestra
historia. Segunda Edición, marzo 2024, Managua, Nicaragua.
Esgueva
Gómez, Antonio. (2011). Elecciones, reelecciones y conflictos en Nicaragua
(1821 – 1963). Tomo 1, primera edición, IHNCA, Managua,
Nicaragua.
Esgueva
Gómez, Antonio. (2011). Elecciones, reelecciones y conflictos en Nicaragua
(1821 – 1963). Tomo 2, primera edición, IHNCA, Managua,
Nicaragua.
Obregón,
Raúl; Obregón, Gabriela; Téllez, Julio; Muñoz, Josseline; otros. (2024). Nicaragüenses.
Comportamiento electoral. Elecciones Nacionales período 1984 -2021. M&R
Consultores; primera edición (sin fecha), Managua, Nicaragua.
Toynbee,
Arnold J. (2003). Los Estados Unidos, México y Nicaragua. Sandino,
Diomedes de América. Introducción por Aldo Díaz Lacayo. Aldilá
Editor, Managua, Nicaragua.
**Publicado en Francisco Bautista Lara**
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