*Sol*
Rigoberto Cruz Arguello, “Pablo Úbeda” originario de
Chontales, se integró al Movimiento juventud Patriótica a la edad de 19 años,
un joven que apenas empezaba la vida, que con ilusión vio un pedacito de
victoria, de justicia y de libertad en las ideas revolucionarias. Fundó más
tarde Juventud Revolucionaria Nacionalista, en donde iniciaría su formación
política e idelógica.
A los 20 años fundó junto al Coronel Santos López Carlos Fonseca Amador, Silvio Mayorga,
Faustino Ruiz, Jorge Navarro, Francisco Buitrago, José Benito Escobar, Tomás
Borge y Germán Pomares Ordóñez, el Frente
Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), eran tiempos difíciles, pocos
eran los que se atrevían a cooperar o extender su respaldo, la dictadura no
dejaba de perseguir y torturar a los insurrectos, sin embargo, la juventud
encontró en la Revolución la fortaleza ideológica y el instrumento para
alcanzar la victoria popular hacia la liberación Nacional. Era la juventud
comprometida, disciplinada, organizada, atenta, autodidacta, entregada y
proactiva que nunca dejó de intentar hasta alcanzar los objetivos propuestos.
La primera vez que escuché de Rigoberto lo conocí como Pablo Úbeda, me sorprendió, yo tenía quizás 18 años y no por casualidad fue en la universidad (UNAN-Managua), escuché la famosa canción que le hizo Carlos Mejía Godoy, “Se disfraza de espadillo, se disfraza de mozote, y se convierte en pocoyo, conejo, garrobo, cusuco, pizote…” ustedes seguirán la letra…
Y debo confesar que no entendí nada, no sabía por qué lo comparaban con tantos animales, pero ese Pablo Úbeda me pareció muy astuto; lógicamente me aprendí la canción y un día de tantos escuché a alguien que estaba explicando la letra, me pareció increíble, yo quería ser como él, quería tener esa astucia, dedicación, determinación, entrega y sentí que el pecho se me inflamaba de orgullo por Pablo, lo admiro.
No quisiera que esperen que voy a hablar sobre lo que pueden encontrar en la web, sino más bien quiero expresar lo que me impresiona de Pablo, a pocos de mi generación les causa repelo escuchar las historias de nuestros héroes y Mártires, a pocos se nos da la curiosidad, a mí siempre me ha parecido increíble que chavalos como yo, de mi edad, en unas condiciones paupérrimas y duras, hayan tenido ese valor, esa fortaleza. Hay que ser muy hombre y muy mujer para aguantar eso, la Revolución no se logró así no más, no; y tampoco se defiende así por así, se defiende desde la conciencia y la acción.
Me imagino a Pablo caminando por esos senderos montañosos, con frío, hambre, aguantando sol, lluvia, ¡qué sé yo!; buscando a los que serían parte de la red de colaboradores, pero no solo buscando, ¡convenciéndolos! y formándolos políticamente, que trabajo más duro. Me pregunto ¿cómo hizo?, ¿qué sintió?, si alguna vez pensó en dejar la tarea y salirse de ese monte y dejar eso así, si alguna vez lloró de desesperación, de frustración al ver que nadie le quería hacer caso, cuantas veces la guardia casi lo agarra, era un chavalo que se metió a eso y dejó su vida colgada en un armario, nunca sabré qué pensaba Pablito, pero siento que hubiera sido un buen amigo, hermano y compañero.
Es difícil ahora imaginar aquel escenario, porque hoy todo esta cambiado, las comunidades y comarcas no son las mismas, hay calles donde juegan niños y antes había solo arbustos y lodo, hoy hay agua y energía eléctrica donde antes apenas alumbraba el candil de la esperanza y el deseo de la victoria, hoy ya es difícil querer imaginarse aquello.
Pablo en especial me parece un chavalo inteligentísimo, por que inventar hacerse pasar de curandero o de compra chanchos para ganar confianza en los campesinos es simplemente una idea brillante, jugar con esos matices psicológicos, tener la capacidad de ubicarse en esas montañas, de aprender de los campesinos, tener la habilidad de enseñar a sus compañeros esas rutas, de burlar a la guardia somocista que no era nada ingenua, de reclutar a más colaboradores y todas esas acciones y tareas que se le encomendaron las cumplió firmemente. Pablito no era cualquier cuadro, era un verdadero guerrillero, un joven revolucionario que alumbró las montañas con sus genialidades.
Cuando nos detenemos a pensar esas cosas, uno reconoce que la Revolución se ganó en parte con la astucia e inteligencia de esa juventud comprometida. Pocos saben que Pablito vivió solo 26 años, qué vida más intensa la que le tocó vivir y la asumió con toda la responsabilidad, no tuvo tiempo de familia, ni hijos, ni de amor, ni de ver a su madre sonreírle, pero como muchos alcanzó la inmortalidad.
Sin Rigoberto Cruz no habría Raití y Bocay, jornada guerrillera de gran importancia para el Frente Sandinista de Liberación Nacional, en donde se logra obtener amplia experiencia guerrillera, su trabajo con los campesinos fue de vital aporte y es sobre ese conocimiento de Pablo que recaen las demás acciones guerrilleras en los territorios donde se internaba el Frente, entre esas Pancasán.
Con un maletincito lleno de medicamentos, que en ese momento eran desconocidos para los campesinos por la situación de exclusión que vivían, es que Pablo se acercaba a las familias y curaba a los hijos de los campesinos, esa era una de las estrategias que implementaba para ganarse a la gente, mientras que en la otra mano caminaba una Biblia para predicar la palabra de Dios, con mensajes de compañerismos, libertad, justicia, igualdad, hermandad y lucha. Un joven como él solo nace una vez, yo creo que sí, porque Pablo existió en el momento exacto y necesario, sus habilidades y las de sus compañeros de la época eran extraordinarias. Esa juventud tuvo la oportunidad de contar con compañeros leales y firmes como Pablo. Es una pena no contar con una imagen más nítida de él para su recuerdo, pero claro, ellos no tuvieron tiempo para selfies o fotos, solo para luchar.
Hoy 05 de enero, estaría de cumpleaños ese muchacho hijo de la montaña, hoy y siempre Honor y Gloria.
Que la Revolución no acabe hasta que los días dejen de nacer y mientras haya vida sobre esta tierra hay Revolución.
Pablo Úbeda,
¡PRESENTE, PRESENTE, PRESENTE!
"Lo ayudan los vientos
las siete cabritas
lo oculta el chagüite,
lo esconde la milpa.
La guardia dispara
contra el cafetal
y sale Pablito sereno,
pajito, bordeando el cañal"
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