Protagonistas de la Revolución: Historia de Víctor Hugo Granados

*Editorial Ideario Popular*

Imagen tomada de diario El País: https://elpais.com/elpais/2019/07/16/album/1563298080_086171.html

El equipo de Ideario Popular, reconoce que la historia es construida por el pueblo y es este quien conduce su destino, que brota de las experiencias de los compañeros y compañeras que aún viven y guardan consigo invaluables vivencias personales. Además que nos pueden relatar como testigos visuales la historia de aquellos compañeros con quienes compartieron luchas y adversidades, que transitaron hacia la inmortalidad, porque como dice la canción  “en cada palmo de mi Nicaragua allí vos estás”. El Frente Sandinista de Liberación Nacional es un partido que surge del seno del pueblo, y que en sus filas transitan hombres y mujeres con valentía y lealtad extraordinaria en una de las etapas más duras y fundamentales del proceso revolucionario.  

En este sentido, se realizó una entrevista al compañero Víctor Granados, apodado Carlitos, de la cual compartimos a nuestros lectores una parte de la amplia conversación sostenida con el este compañero colaborador histórico y originario de Kuskawás, quien en su niñez fue correo para personajes como Camilo Ortega, La Gata Munguía, Serafín, Carlos Fonseca, El Zorro entre otros compañeros más,  y que con su testimonio enriquece nuestro compromiso con la Revolución y da cumplimiento a lo afirmado en los estatutos del FSLN, sobre encontrar inspiración en la lucha y combate de nuestros héroes y mártires de la revolución. 

 La familia: un núcleo de historia combativa.

Carlitos introduce su historia expresando el orgullo que siente al ser parte de los pueblos originarios. Identifica a través de una antología de historias heredadas por sus tíos y abuelos la llegada de su familia a Kuskawás[1].  Kuskawás es un vocablo de origen Sumo que significa “río de la tortuga amarilla”. Esta comunidad fue inicialmente habitada por las etnias sumu y mayangnas, era una zona selvática, los Granados originarios de Pancasán, fueron una de las familias pioneras en esta comunidad. Alrededor de 1937, en Nicaragua, se instaló una de las  dictaduras más crueles y sangrientas  de Latinoamérica, con Anastasio Somoza García entrenado e impuesto por el Gobierno de Estados Unidos. Somoza, aliado de los yanquis, acomodaba el país para la ocupación del gran capital foráneo, quienes hurtaban las tierras de los pueblos originarios y los campesinos con el fin de explotarlas para la agricultura. 

Para el pueblo, esta etapa de nuestra historia está manchada de sangre, muerte y desesperanza, una sombra oscureció la vida y las aspiraciones de los nicaragüenses. Carlitos recuerda que su tío Luis Pascual les relataba a sus sobrinos las razones por las que su familia decidió movilizarse a Kuskawás: “en los años 30, como era una comunidad indígena, Somoza con los yanquis, comenzaron a meterse, a desplazar a esa gente y entonces los Granados de donde yo vengo, se resistieron a entregar las tierras. Hubo masacre en esa zona de Pancasán”

El abuelo de Carlitos, Isabel Granados junto a su esposa Adela Guillen presenciaron este evento. Don Isabel, en busca de salvarle la vida a su familia salió de Pancasán y se asentó en Kuskawás. En esta comunidad nace Víctor Hugo Granados Martínez, quienes sus compañeros e íntimos amigos le apodaron “Carlitos”. “Kuskawás, estaba dividido en dos, Kuskawás cerro y Kuskawás bajo. Yo nací en Kuskawás bajo en la mera planada”. 

La familia de Víctor, tenía profundos sentimientos anti somocistas y antiimperialistas a causa de lo ocurrido en Pancasán, mismos que penetraron en su identidad. Él, no se resistió ante la construcción de esta conciencia, más bien la hizo parte de su propia historia. 

La vida en Kuskawás para Carlitos es sinónimo de hermandad, con mucho afecto recuerda los tiempos de comunión con los pobladores de su ciudad natal, pero en especial, cuando todos se reunían en la Iglesia de San Antonio. La comunidad era muy católica, sin embargo, Carlitos afirma que la fe de la comunidad era sin fingimiento. “El catolicismo no era del catolicismo hipócrita”.

Aunque la comunidad se caracterizaba por tener profundas raíces en el catolicismo, esto no se consideraba como impedimento para los compañeros integrantes del Frente Sandinista, quienes con frecuencia visitaban la comunidad. En estos tiempos, muchos compañeros tenían que hacer el reclutamiento desde la clandestinidad, para lograrlo utilizaban pseudónimos y se atribuían diversas ocupaciones. Carlitos recuerda que la forma de interactuar  con el campesino era haciéndose pasar por comerciantes de cerdos y vacas. “Ellos siempre andaban con una biblia y preguntaban dónde nos congregábamos”. El hombre y la mujer campesina se caracterizan por ser muy serviciales y amables, entre café y pozol, comenzaron los compañeros del Frente Sandinista a estrechar lazos de amistad con las familias de la comunidad.

El campesino en la lucha guerrillera

Como recuerda Carlitos, por lo general los compañeros buscaban a los líderes o jefes de la comunidad, así reclutaron a un hombre, de quien podemos afirmar fue un ejemplo de revolucionario: Don Máximo Martínez. Un hombre generoso, autodidacta, un apreciado líder comunitario, quien fue abuelo materno de Carlitos (Víctor).

Don Máximo junto a la comunidad edificaron la Iglesia de San Antonio de Kuskawás, Don Máximo era considerado como el  líder religioso comprometido con su comunidad, su  influencia se extendió hasta Yahoska, Sabalete[2] y todo Kuskawás. Él fue un hombre muy respetado y reconocido por los pobladores, porque además de todo lo antes mencionado, tenía fama de ser curandero, entonces todo mundo lo buscaba para preguntarle como aliviar sus males y el de los niños que se enfermaban, cualidad que lo llevó ser muy reconocido en ese territorio y a desarrollar su liderazgo local.

Desde los cinco años Carlitos acompañaba a su abuelo cuando él salía a predicar. En estas misiones, su abuelo invitaba a los compañeros Sandinistas a unirse a él, pero el trato que se debía usar era “hermano”, porque pronunciar la palabra “compañero” era visto como un pecado mortal, la dictadura somocista perseguía a todo aquel que le dijera esa la palabra a otra persona.

 En las células donde se agrupaban las familias a escuchar la prédica, se planteaba la relación entre los versos de la biblia y las cualidades que debe de tener un Sandinista. Los compañeros introducían aquellos valores expuestos en la biblia sobre el amor al prójimo, la solidaridad y hermandad, insistiendo que era necesario llevarlo a la práctica. Esto despertaba en los oyentes confianza, permitiendo iniciar conversaciones más profundas.

Los ideales sandinistas en la comunidad de Kuskawás trascendieron rápidamente. Carlitos recuerda que su abuelo Máximo, era el segundo de Bernardino Díaz Ochoa, quien fue líder de las Cooperativas Agrícolas del Campo. “Por eso le pusieron El Patriarca a mi abuelo, porque era el hombre de ahí, porque aparte de ser el líder religioso, andaba en todo y era curandero”

Carlitos expresa que el eje central de Bernardino Díaz Ocho y su abuelo Máximo, era utilizar las cooperativas para facilitar y consolidar la función organizativa que permitiera reunir a los campesinos de la zona, esto cumplía dos objetivos, unificar el aglomerado gremial de campesinos y conformar una fuerza política organizada para la lucha antisomocista, sembrando ideas políticas y los valores que se originan desde nuestro General Sandino.

“Augusto César Sandino, convencido de que tanto en la guerra como en la paz los obreros y campesinos llegarían hasta el fin, y entendiendo que el cooperativismo es la forma superior de trabajo voluntario, asociativo y solidario que nos lleva a conocernos, integrarnos, respetarnos y apoyarnos” (Salazar, 2012 , pg 34)

En 1973, Don Máximo Martínez fue encarcelado y posteriormente pasa a la clandestinidad. Un lluvioso día a las cuatro y media de la tarde a finales de agosto a punto de iniciar el mes de septiembre, Carlitos recuerda haber escuchado un disparo ¡BUM!

Su abuelo, Don Máximo, había salido como a eso de las 2 de la tarde, al escuchar el estruendo un tío de Carlitos salió a buscarlo, a Don Máximo se le encontró herido, lleno de sangre; con el brazo y el ojo afectado. Sucedió que lo trasladaron a la casa, y la abuela de Carlitos los reunió a todos y les dijo que si la Guardia llegaba averiguar lo ocurrido que dijeran que Don Máximo se había herido porque salió en busca de una cerda.  “Ustedes digan que salió a buscar una chancha y que los cuatreros[3] le salieron y lo balearon, por robarle”. Esta versión Carlitos la mantuvo toda su niñez. 

Lo que en realidad había sucedido esa tarde de 1973, fue que Don Máximo le iba a brindar refugió a  Esteban Hernández quien era buscado por la Guardia, la orden era que debía salir a buscarlo para ponerlo en un lugar seguro y brindarle alimento, pero Esteban, quien se sentía muy nervioso y en un estado de paranoia, por confusión le disparó a Don Máximo, quien le llevaba comida. Ese mismo día, a las siete de la noche, Esteban regresó llorando por lo sucedido. Esteban Hernández era buscado porque él fue unos de los sobrevivientes de la masacre de la familia de Catalino Flores. “Catalino Flores, era un legendario campesino, un insurgente independiente del Frente Sandinista, pero era sandinista. Era un carajo muy activo, que le hacía la mayor baja a la guardia nacional, no sé dónde carajo se había preparado militarmente, nunca había pasado un curso, era un carajo así, natural; pero él le montaba jugadas a Somoza, a la Guardia, con operativos y era muertos de muertos de Guardias. Entonces Somoza lo mandó a buscar a como diera lugar, hasta que lo cazaron”.

Luego de estas duras circunstancias enfrentadas por Don Máximo y una fuerte persecución de la guardia, fue encarcelado por seis meses, después de su salida de la cárcel fue forzado a pasar a la clandestinidad. En ese tiempo, Carlitos y su familia seguían cuidando a los compañeros que se encontraban en Kuskawás, los pobladores de la comunidad son colaboradores dispuestos a entregar su propia vida, quienes con mucho valor se arriesgaban por llevarles comida y suministros a los compañeros guerrilleros que se entrenaban en los campamentos.

Los y las campesinas de forma decisiva se integraron a las filas del Frente Sandinista, en una aguerrida lucha por liberar a Nicaragua de Somoza y su sangrienta Guardia, que  de forma constante amedrentaba al pueblo. El apoyo  de Carlitos fue crucial, inició sus tareas de militante desde la  edad de 5-6 años, el recuerda que su mamá le decía “Victorino vaya a dejar esta comida o salga comprar pilas Rayovac o tome lleve esta gasolina”. Las direcciones para llegar donde estaban los compañeros eran muy escuetas, su mamá le decía: “métete por ese camino, a la orilla del río, dele para arriba, mire una rama quebrada, pásela, verá unas hojas torcidas al otro lado lo estará esperando alguien”.

Sin embargo, Carlitos a su corta edad nunca se perdió. Él fue correo de varios compañeros. “Yo fui correo de Serafín, José Valdivia, Jacinto Hernández[4], la Gata Munguía, alrededor de 1974” (Edgar Munguía, dirigente estudiantil). Recuerda que José Valdivia lo cargaba en sus brazos y sobre la Gata Munguía relata que, -como era de la ciudad-, “él nunca había usado un machete, entonces un día estaba picando con un machete, y por estar dele y dele, por accidente me pegó un machetazo en el dedo”. Carlitos se acuerda de  este suceso con mucho humor, porque la Gata luego no hallaba que hacer para curarle la herida, pues la sensación de culpa era evidente en él. 

Su experiencia con cada compañero fue memorable, pero con Jacinto Hernández él tuvo un vínculo muy especial. Sucede que Carlitos y su familia se trasladaron a un campamento, “Cuando mi papá cayó, estábamos en un campamento en Bilampi[5],  y por el Noticiero Radio Mundial[6] es que nos dimos cuenta que mi papá había caído.”

Luego del fallecimiento de su papá, Jacinto lo acogió y Carlitos observó en él una figura paterna. “Entonces caí en las manos de Jacinto, el me chineaba, yo era muy chiquito en esa montaña, a veces teníamos que caminar hasta cuatro horas en la noche”. Dejábamos zapatos botados, peroles en los caminos y bajo un aguacero terrible.” Él iba acompañado de su mamá, la esposa de su abuelo Doña Maclovia y varias mujeres más.

La persecución de la Guardia Somocista contra los campesinos de Kuskawás  se acrecentó y varios hombres de la comunidad se vieron forzados a pasar a la clandestinidad, dejando a las mujeres y a los niños solos. Niños, hombres y mujeres, familias enteras fueron asesinados por la Guardia “Comenzaron por los Aguilares, los López, los Ramos… a Don Felipe y Luceno Aguliar lo montaron en un helicóptero y nunca más los volvimos a ver. La familia Jiménez, a la Familia Mairena, todititos se los echaron, con niño completo y también a Don Santos López, donde estuvimos nosotros en campamento, a toditos se los echaron”

Lo que más marcó la vida de Carlitos fue el secuestro de la Guardia Somocista en la Iglesia de San Antonio de Kuskawás en 1974, en la que fueron sometidos a torturas, mujeres y niños sin excepción. Los niños que ahí se encontraban eran cuatro: Carlitos, Camilo Aguilar, Rufino Aguilar y Justo Pastor Guillen Martínez. Carlitos siendo el más joven de todos, también fue el que más sufrió torturas por parte de los Guardias Somocistas, por el vínculo  y experiencias  que él tenía con su familia, nunca expresó o habló algo que pudiera delatar a su familia o algún compañero Sandinista.

Mis primos, expresa Carlitos “cayeron por su boca, por eso el dicho: Por su boca cae el pez”. En un área que estaba situada en frente de la Iglesia Católica, la familia de Carlitos había donado un espacio para un cementerio. Hasta ahora los padres de sus primos habían sido asesinados por la Guardia Somocista, así que los niños se estaban alojando en la casa de Carlitos.

“Mis primos miraron que se habían llevado unos cuerpos a enterrar a ese panteón, pero en el nerviosismo de ellos, no amarraron que era un cuerpo sino que era unos entierros del Frente y acusaron injustamente a mi papá, entonces por esas declaraciones los agarraron y los obligaron a decir más cosas” Entre esas acusaciones, los primos de Carlitos lo acusaron de saber de los entierros de los compañeros Sandinista que el  papá de Carlitos tenía escondidos en Kuskawás. “Me agarran a mí, me encapucharon, me montaron en un caballo y  jale con la Guardia para arriba”.

“Mis primos confundieron por unos entierros de una gente que había sido asesinada por Matillón. Él era un guerrillero que también participó en el 73 junto a Serafín García, su nombre era Mario Tórrez.” Tomaron a los primos de Carlitos y los obligaron con unas palas como a las 8:00 de la noche a buscar los cuerpos. Pero resultó que no se encontraba nada, así que el Guardia los dejó ir, concluyendo que lo que decían era mentira. Pero la familia de Carlitos permaneció tres meses encerrada.

El FSLN emitió un comunicado, el 27.12-74  y se denuncia que la represión también es contra los niños.  “En Kuskawás los niños de la familia Granados fueron torturados, golpeados y tenidos prisioneros por varios días; querían obligarlos a confesar el paradero o lugar de su padre Matías, quien dicho sea de paso murió posteriormente en un encuentro con sus perseguidores.”

A los quince días de que torturaron y asesinaron a una familia de apellido López, “Ellos tampoco hablaron, decidieron morir”, la Guardia buscó entonces a la familia de Carlitos. A las cinco de la tarde días después de lo sucedido con los López los guardias llegaron armados con sus Magazines, listos para dispararles a todos, mientras estaban en un fila “mi abuela y todas las mujeres eran muy creyentes se pusieron a orar, a gritar esto y lo otro, y yo agarrado de las piernas de mi mama y yo que me volvía loco de tanto ruego, el oficial que está al frente de la escuadra ordenó que mandaran a descanso y luego a retiro.” Ese día Carlitos y su familia estuvieron a una orden de morir.  

Después de lo ocurrido, la guardia los amenazó que si los miraba en la casa otra vez la iban a incendiar, así que se dio la orden de  movilizar a Carlitos y su familia a Granada. 

Cuando cayó el papá de Carlitos, como él era el mayor de todos sus hermanos, tuvo que heredar toda la responsabilidad y el liderazgo de la familia residió en él.  Carlitos admiraba mucho a su madre, era una mujer luchadora que trabajaba arduamente para cuidar a los suyos. “Mi mamá se dedicaba mucho a la crianza de cerdo, de gallina, huevo, ella costuraba, que dos pesos, tres pesos, cositas así. Recuerdo que cobraba, pero eso era simbólico.” 

Un momento desmoralizante para Carlitos producto de la construcción psicológica que orquestaron los medios de comunicación en ese tiempo, como lo era el medio “Novedades” hizo por un tiempo desfallecer los ánimos y la convicción del joven Carlitos. Con la caída del Comandante Camilo Ortega el 26 de febrero de 1978 en los Sabogales, Masaya, Carlitos sintió mucha tristeza y desmotivación por la lucha. Y Carlitos pensó: “Ya no esta Carlos Fonseca, ya no tengo a mi familia, quería mucho a Jacinto Hernández, hoy mataron a Camilo, ya había caído  Pedro Aráuz Palacios, toda la gente que había conocido….el trabajo de Novedades ya estaba, ya no confiaba, decía que estábamos solos”

A los ocho días, el 10 de marzo, llegó el compañero Hilario “Nos abrazamos, y me puse a llorar…. nos queríamos mucho, y me hacía falta Camilo”. Y me dijo: ¿Qué te pasa? y Carlitos le respondió “Es que ya no quiero nada. Aquí lo que nos queda es irnos. Hilario entonces comenzó hablarme de Sandino, de Carlos, de Cuba y de Fidel Castro… Que los sandinistas de Nicaragua no éramos él y yo, que la lucha no solo era de él y yo ... .que si se había muerto Carlos, pero con Carlos nos habíamos multiplicado, ahora éramos más. Ya el triunfo estamos por alcanzarlo, ya Masaya lo tenemos organizado. Para mí el primer antibiótico anti somocista con esa debilidad que yo estaba cayendo, me lo inyectó Hilario.”

Esa conversación fue según Carlitos su primera charla política, fue la primera vez que escuchó hablar de Sandino; Carlitos casi a los nueve años de edad había asumido la responsabilidad de su familia pero también el compromiso de la lucha justa con el pueblo y por el pueblo.


Víctor Hugo Granados Martínez, (Carlitos)
Archivo Ideario Popular
Víctor H Granados es un histórico combatiente guerrillero de la Revolución popular Sandinista y un amigo entrañable, a quien respetamos y agradecemos su tiempo brindado en esta entrevista. El texto aquí mostrado corresponde  a una parte de la conversación entablada con él. El colectivo de Ideario Popular se siente agradecido y extiende un saludo revolucionario a todos aquellos compañeros que lucharon por la patria en los tiempos más difíciles y hoy continúan defendiendo nuestra Revolución, son ejemplo de dignidad, son invaluables.






[1] Cerro grande Kuskawás, ubicado en el municipio de Rancho grande, Matagalpa.

[2] Comunidades aledañas de todo ese territorio.

[3] Cuatreros eran aquellos que salían a robar.

[4] Miembro suplente de la Dirección Nacional del FSLN

[5] Costa Caribe Norte de Nicaragua, ubicado en Río Blanco, Matagalpa.

[6] Una de las Radios con más audiencia de la época a nivel nacional y una de las primeras en salir al aire y establecer las bases de los programas radiales en la actualidad.


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