NO PUDIERON, NI PODRÁN
Por: Carlos Fonseca Terán
Hay un
caballito de batalla cholenco que usa la derecha en contra del sandinismo,
sobre todo fuera de Nicaragua, o sea donde la gente está menos informada de la
realidad que vivimos en 2018, y consiste en el estribillo mediático de que “el
régimen sandinista masacró a… 300, 400 manifestantes pacíficos” (la cifra
varía, según la audacia del vociferante de turno). Para variar, en algunos
relatos antisandinistas presentan el asunto como si hubiera sido una masacre
estudiantil. Hay tres organismos que pueden servir como fuentes de datos: la
Policía Nacional, la Comisión de la Verdad y la CIDH (la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos, adscrita a la OEA), esta última
descaradamente parcializada contra el sandinismo, y fue la única que no hizo
públicos sus datos, lo cual no impidió que se conocieran. Lo notable es que las
tres fuentes coinciden en lo siguiente (insisto, aunque la CIDH haya convertido
sus datos en “top secret”), en relación con lo que sucedió en nuestro país
entre el 18 de abril y el 18 de julio de 2018:
- El total de
muertos fue de aproximadamente 200, entre los cuales la mayoría eran
sandinistas, no opositores.
- Los primeros
muertos fueron sandinistas, incluso entre los estudiantes, y hubo más muertos
entre los estudiantes sandinistas que entre los estudiantes opositores.
- Entre los
muertos hubo más policías que estudiantes, y los estudiantes muertos
representaron aproximadamente el 5% del total.
- La mayor
parte de las muertes ocurrieron en los tranques levantados por quienes
pretendían derrocar violentamente al gobierno sandinista.
- Todas las
muertes de opositores ocurrieron en enfrentamientos violentos iniciados por
ellos, mientras la mayoría de los muertos sandinistas fueron civiles asesinados
luego de ser secuestrados y torturados (incluyendo violaciones en el caso de
las mujeres), en sesiones de barbarie que fueron filmadas y viralizadas en las
redes sociales por los mismos opositores violentos que cometieron esos hechos.
En cambio, no hay un solo video donde se muestren actos similares de parte del
sandinismo contra los opositores.
Pero hay otro caballito de batalla que muestra aún más el cinismo de la derecha, aunque parezca imposible un comportamiento más cínico que la ya señalada manipulación de las muertes, y es el de la “impunidad” en los actos criminales cometidos durante los tres meses que duró lo que nosotros, los sandinistas, consideramos con justa razón que fue un intento de golpe de Estado, llevado a cabo por los poderes fácticos dirigidos, organizados y financiados por Estados Unidos: los medios de comunicación de la derecha, el gremio de la empresa privada capitalista, la jerarquía de la Iglesia Católica, y los ONGs financiados por la Fundación para la Democracia (creada a instancias de Ronald Reagan en los ochenta), la USAID (la agencia oficial norteamericana “para el desarrollo” a nivel internacional), la Fundación Soros, la Fundación Friedrich Ebert, entre otros organismos, la mayoría instituciones de fachada de la CIA; financiamiento que ha sido públicamente aceptado por ambas partes. A esto habría que agregar la participación, al frente de las acciones armadas de las fuerzas golpistas, de ex jefes contrarrevolucionarios de la guerra de los ochenta y ex militares traidores, pertenecientes al grupúsculo de los que antes se autollamaban “sandinistas renovadores” y que como era de esperarse, terminaron renunciando al nombre de sandinistas.
Digo que con
ese otro caballito de batalla la derecha muestra un nivel aún mayor de cinismo,
porque está demostrado que los únicos actos criminales durante el intento de
golpe fueron cometidos por quienes se quejan precisamente de impunidad o por
sus subordinados, y ni siquiera están presos, aunque sí fueron debidamente
sometidos a la justicia, procesados y condenados, si bien después y en correspondencia
con la proverbial generosidad que ha caracterizado siempre a la Revolución
Sandinista desde su triunfo en 1979, y como contribución a ese tan sagrado bien
que es para nosotros la paz, fueron indultados primero y deportados después,
como mercenarios confesos que son, al servicio de una potencia extranjera, y lo
menos que podía hacer el Estado nicaragüense era formalizar algo que ellos ya
habían hecho en la práctica, que es la pérdida de su nacionalidad.
Pero el
cinismo en cuestión llega a límites surrealistas cuando, además, reivindican
como presos políticos cuya libertad reclaman, a los autores confesos de la
masacre del 19 de julio de 2014 (o sea, cuatro años antes del intento de golpe)
contra una caravana de buses con ciudadanos desarmados que se dirigían a
Managua, a celebrar el 35 aniversario del triunfo de la Revolución.
Curiosamente, esa masacre ocurrió cerca del lugar donde el 30 de mayo de 2018
sería masacrada otra caravana sandinista que se dirigía también a Managua, a
celebrar el Día de las Madres en una actividad masiva convocada por el FSLN en
la avenida “De Bolívar a Chávez”, mientras la derecha hacía una marcha de la
rotonda Santo Domingo a Metrocentro, en la que ningún participante fue tocado
ni con el pétalo de una rosa, pero de la que se desprendieron grupos de choque
armados en dirección a la Casa Presidencial y fueron detenidos por las fuerzas
del orden, produciéndose enfrentamientos en los que murieron sandinistas y
golpistas, al igual que sucedió el mismo día en diferentes partes del país,
pero en la versión del golpismo todos los muertos de ese día, incluyendo los
sandinistas de la caravana masacrada, eran “manifestantes pacíficos” que
participaban en la mencionada marcha. Por cierto, uno de esos enfrentamientos
se dio en la carretera norte de Managua, como producto de que los golpistas
atrincherados en la Universidad de Agricultura que se habían tomado, atacaron a
los sandinistas que regresaban del acto de las madres y se dirigían a sus
ciudades de origen, luego de lo cual apareció el flamante Secretario Ejecutivo
de la CIDH a arengar descaradamente a los golpistas, alentándolos a continuar
cometiendo sus tropelías, en una alocución que fue grabada y ampliamente
conocida.
Una gran
ventaja que tenemos los sandinistas en este tema es que la derecha olvida
rápido a sus muertos, de los que sus partidarios no recuerdan ni los nombres,
mientras nosotros tenemos a los nuestros siempre muy presentes, evocando sus
nombres y su legado en cada nuevo proyecto de viviendas para familias de
escasos recursos, en cada nuevo hospital y cada nueva escuela construidos al
servicio del pueblo, en cada nueva calle, carretera y obra de progreso, en cada
programa social en beneficio de los sectores populares, que cada vez alcanzan
más poder político y económico, mejorando cada día más sus condiciones de vida
como protagonistas de nuestra Revolución Sandinista, profundamente popular y
muy nicaragüense, la más generosa de la historia, a la que nunca jamás podrán
detener nuestros enemigos, que tantas veces han querido hacerlo, pero nunca han
podido, NI PODRÁN.
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