Origen de la democracia y su contexto en el siglo 21


 

Por: Leonardo González Estrada

El dilema de identidad política pasa por una imperiosa realidad cultural de cada sociedad. Cada pueblo a través de la historia ha ido determinando su modalidad de organización política, los griegos llegaron a establecer la “democracia” en donde el pueblo elige a sus representantes. Esta premisa ha sido falseada de una manera abominable, puesto que esa democracia griega tiene un fundamento conceptual y técnico el cual narró uno de sus exponentes principales, Platón en su obra La República, la cual se basa en un momento de la historia de las sociedades “occidentales” que no tenía extremo, ni derecho ni izquierdo, solamente era eso, un sistema político de una clase social determinada, las aristocracias griegas (atenienses, médicas, espartanas, corintianas), se sustentaban en modelo económico político, la esclavitud y con poder tiránico.

Aquel modelo fue plagiado, derivado de modelos políticos orientales Indúes, Chinos, Persas y Egipcios, todos eran esclavistas, característica fuertemente arraigada en todas las culturas. Es decir, lo que conocemos en el siglo 21 como “democracia” en tanto modalidad política, tiene antecedentes solo semánticos y conceptuales en la narrativa hegemónica del conocimiento, que consumimos las clases sociales que sostienen el sistema económico de dicha modalidad, es decir, la clase social explotada, por quienes administran su concepto de democracia.

Ya para este siglo 21, como supuesto político y jurídico, no se tienen ni detentan las características originarias de dicho concepto o modalidad política. Pues según los operadores de dicho concepto y narrativa, desde que según estos se emanciparon las clases sociales burguesas y colonialistas, de las monarquías es que cada sociedad, grupo social, cultura, ha ido conociendo y aceptando la modalidad política de la “democracia”, pasando por alto, que esto solamente fue posible, porque los detentores de dicho concepto político han impuesto esta modalidad a punta de sangre, hierro, pólvora y millones de muerte.

Todo lo que hoy conocemos como sistema político y económico, se sustenta en la lucha de las clases sociales, en la hegemonía no conceptual o semántica, sino operativa militar y colonialista, que los grupos de poder globales han impuesto en las sociedades más débiles en tecnologías y en organización social de la división del trabajo.  Esto último como objeto de un modelo económico que conocemos y experimentamos como el capitalismo.

Entonces, la democracia como modalidad política en donde conceptualmente, las mayorías definen quién gobierna los destinos de un Estado, tiene sus debilidades y desaciertos en su origen. Puesto que como es una modalidad de poder global, derivado de potencias imperiales militares, éstas y sobre todo las occidentales, cuidan celosamente el tipo de “democracia” que quieran implementar cualquier Pueblo que alegue soberanía, independencia y autodeterminación, condicionándolo históricamente con guerras, con violación de acuerdos internacionales, con condicionamiento económico y hasta conspiraciones desde dentro de esa sociedad “subversiva”.

Ya que cada pueblo es un ente histórico, éste tiene una memoria cultural alterada y ésta activa mecanismo de relaciones de poder, en donde clases sociales tradicionales, aún defienden esquemas lógicos y de pensamientos que tienen su origen en sistemas esclavistas, colonialistas, etnocidas y genocidas, de culturas, sociedades, etnias, civilizaciones, y clases sociales, como la fascista obra de Platón.

En este siglo 21, debemos de redefinir nuestro concepto de democracia, delimitar sus principios y valores, actualizar sus antecedentes, para identificar causas y determinar efectos del desarrollo justo de la sociedad. Los casos de defensa, que actualmente los administradores universales del concepto de democracia han realizado, sobre los Estados Libio, Siria, Irak y Siria. Y su pretensión en Cuba, Venezuela y Nicaragua, nos debe poner a reflexionar sobre cual democracia es la que se defiende desde fuera de cada territorio, y cual modalidad política se defiende dentro de cada territorio. Puesto que el orden internacional, más que nada procura las relaciones de capitales, y no las relaciones entre sociedades, ni entre las clases sociales.

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