La Traición política es un proceso necesario para los Imperios (el caso Nicaragua)

 -Por: Leonardo González Estrada

Desde la independencia de Centroamérica las organizaciones políticas criollas, propusieron la fundación de un Estado Oligárquico, semi feudal y semi capitalista.

Los nicaragüenses son los primeros que rompen el pacto político centroamericano, que seguía intereses extranjeros, por ellos León y Granada, liberales y conservadores se determinan a enfrentarse con las armas, en tanto vencer al otro era primordial para determinar los designios de los nicaragüenses.

Mientras esas disputas bélicas políticas se daban, las potencias extranjeras, Gran Bretaña, Francia, los EEUU y España, continuaban defendiendo sus intereses colonialistas o delimitando/conquistando territorio y recursos, como empresas capitalistas.

Esto implicaba que la geopolítica estaba siendo configurada a través de pactos jurídicos, con acuerdos, convenios o tratados donde actuaban con ventaja y mala fe, las potencias colonialistas y las castas políticas criollas oligárquicas, de los novatos estados independientes latinoamericanos. 

Es decir, que la primera mitad del siglo 19 los pueblos "independientes" experimentaron una re colonización y conquista de los que fueron territorios del imperio católico de España. En esta nueva competencia Neo colonizadora, vertieron de nuevo los principios políticos sobre la organización de los novatos estados, negando y anulando la participación de los pueblos.

Para que ello llegara a buen término esos poderes extranjeros necesitan de políticos locales, como receptores quienes legitiman dicha hegemonía, cuyo atributo es el interés burgués capitalista de acumular riqueza explotando a los sectores obrero y campesino, por medio de financiar además, sus ejércitos privados, para tales intereses colonialistas. Estas élites representarán siempre los intereses extranjeros, a través de instrumentos formales y con una legitimidad espuria, estipulados en los tratados, las Constituciones Políticas, acuerdos comerciales, así como en los poderes de ese Estado colonial.

Por otro lado, también organizan los poderes fácticos, los cuales imponen las normas sociales, estas condiciones terminaban de garantizar la dominación colonial.

La experiencia de Nicaragua, cuando desde aquella fallida independencia de 1821, sus elites políticas buscan cómo conquistar el poder político, territorial, comercial, económico y cultural con influencias de esas potencias. Estos buscaron al Imperio mexicano de Iturbide, al Británico, a facciones norteamericanas yanquis, a empresarios de esos Imperios, coquetearon con España, pactaron con obispos, todos estos extranjeros, también con protestantes anglicanos, por ello los moravos en el Caribe, todo con tal de que las facciones locales, cualesquiera de ella, sea Granada o León, se hiciera con el monopolio total del poder, pero como regente de esos intereses Imperialistas. En esto sí tuvieron consenso, en negar absolutamente los derechos de campesinos, indígenas y mujeres, es decir, en definir al Estado como oligárquico confesional.

Por lo anterior es, que se provocó la Guerra de 1855 conjugada y provocada con todos los intereses políticos más mezquinos y oprobiosos conocidos. Contrataron a los racistas sureños de los EEUU, para que ayudaran a la facción liberal a tomar el poder, en virtud del golpe de Estado hecho por Fruto Chamorro, pues la Constitución Política de 1852 impedía su continuidad en el poder. La agenda monroista suponía dominar y conquistar territorios que ayudaba a la hegemonía geopolítica de los yanquis, sobre la británica.

Tal intervención sirvió de excusa para los intereses extranjeros, tanto regionales como Imperialistas, pues los países centroamericanos que participan en dicha contienda lo hacen con el patrocinio como mandato  colonial de los británicos, para la repartición posterior del país hecho ruinas. El sur, Costa Rica desde el inicio de la independencia regional se conflagró con los criollos de Guatemala para desmembrar el territorio de Nicaragua, objetivo alcanzado en 1842.

Todo lo anterior se ha realizado a partir de la sistemática traición política, ardid enseñado por los conquistadores, pues es el manual de los príncipes o virreyes imperiales, "el fin justifica los medios" es en definitiva el axioma político por antonomasia, el cual caracteriza al traidor político criollo, eurocéntrico occidental, una de las premisas más relevantes de la democracia de la modernidad, sistema donde el poder se ejerce sin ética ni límites, en tanto prima el interés hegemónico del propio poder, como la acumulación capitalista.

Sin esa condición subjetiva, los intereses nocivos internos y extranjeros, no permearían los procesos políticos dentro de un Estado soberano e independiente. O sea que, todo colonialismo requiere de traidores para poder conseguir sus intereses y objetivos geopolíticos. Es así que, la traición más expresa de ese período y ejemplo es el tratado Jerez Cañaz de 1858, cuya repercusión colonialista, en los asuntos de los nicaragüenses iba a ser desde entonces una cotidianidad. Pues ese tratado les da derechos a terceros países de la región en intervenir en nuestros asuntos territoriales. A todas luces fue una traición, pues se entregaba el territorio al Sur, a Costa Rica. Pero no solo eso, tal es el entreguismo, que el presidente de los EEUU Cleveland interviene como árbitro, que no era neutral, y propone a su técnico que delimitará la frontera sur, con facultades de interpretar en laudos lo dispuesto en el tratado de 1858, de los derechos de Nicaragua sobre el Río San Juan y el Lago Cocibolca. Enterrando de esta manera, la litis y reclamo por el territorio de Nicoya y Guanacaste que en 1842, de manera ilegal Costa Rica ocupó.

Mermar los derechos del Estado de Nicaragua sobre su propio territorio, era una empresa que ya estaba pactada por los mismo Imperios occidentales. Pues debían seguir imponiéndose con sus multinacionales bananeras y mineras, sobre todo explotando a los trabajadores. Recuérdese que dentro de un Estado oligárquico no existen derechos sociales ni laborales. Al finalizar el siglo 19, el lastre de la casta de traidores y siervos lacayos de los poderes imperiales iban a ser muchos; Nicaragüenses que causaron destrucción como reacción a toda posibilidad de construir un Estado soberano e independiente. Pues la revolución liberal tuvo al inicio dos rebeliones armadas llena de traiciones por apátridas, además de una incursión armada extranjera de Honduras y el Salvador, con apoyo de traidores locales e imperios, Tamasigüe en 1907 atestigua tales hechos.

El interés de someter la voluntad total y soberana de los Nicaragüenses siempre ha sido un objetivo de gran Bretaña, Europa y los estados Unidos de Norteamérica, por ello es que dan un golpe de Estado en 1909, con una sublevación de un general Juan José Estrada, un traidor autoproclamado presidente de los Nicaragüenses. Aquí surgen los traidores del siglo veinte sucesores de los anteriores, los primeros que iban a representar los intereses de los norteamericanos, claudicar ante estos iba a ser un principio moral en todo el siglo 20; Díaz, Chamorro, Mena, Cuadra, al igual que los traidores del siglo 19, iban a subordinar los designios del pueblo trabajador, a los intereses capitalistas imperiales de Washington.

Todos estos iban a ser del mismo clan político, sin ideología, con intereses y condiciones coloniales. No importó la resistencia de Zeledón en 1914,  tampoco la resistencia y revolución Antiimperialista del General Sandino (1927-1933); la casta de traidores son el proceso necesario y cultural que ocupan los imperios occidentales, para destruir la soberanía y autodeterminación de una Nación. Aunque por coyuntura, estos criollos se enfrenten y sean antagónicos a su matriz, pues una vez terminada la contienda deben sumarse a la hegemonía colonialista, es su retorno a la minerva, o su  reinvento, lo cual no es óptimo para sus intereses.

Así lo hicieron con la traición al General Sandino aquel funesto 21 de febrero de 1934, cuando se conflagra la traición al general vencedor de los interventores yanquis, el general de hombres libres. Cuyo ejército, que no estaban locos, le disputaban la seguridad y defensa del Estado, a las tropas de la guardia nacional, que estaban al servicio de Washington, como lo pactaron en Tipitapa el 4 de mayo de 1927. 

Aquella traición de 1858 que permitió dominio sobre la geopolítica de Nicaragua, fue consumado en el siglo 20 por el tratado Chamorro Bryan de 1914,  otorgándole plenos derechos a los EEUU sobre el Río San Juan, el Lago Cocibolca, los puertos y aduanas, así como del Banco Central, pero peor fue el tratado Bárcenas Esguerra de 1928, que en plena guerra el traidor Moncada concedió los derechos territoriales del Caribe Nicaragüense a Colombia.

El proceso Revolucionario conducido por el FSLN y sus COMANDANTES, al constituirse en partido político generó otros motivos como objetivos estando en el poder, lo cual también hizo producir un prototipo de enemigo, como de traidor. Son innumerables las traiciones y conspiraciones, en el FSLN contra el FSLN y contra sus militantes que, ha determinado gran parte de la historia política contemporánea del Estado de Nicaragua. Lo que sucedía es que la traición paso a ser común  dentro del Estado Revolucionario (1979-1990), pues los Imperialistas compraban voluntades y las convertían en mercenarios y terroristas, la contra revolución es el mecanismo sistemático para invadir el propio Estado que destruyen sus propios hijos. Luego el Estado burgués Oligárquico de (1990-2006), es decir la traición política casi era un imperativo categórico ético en el sistema democrático, por lo que había que tolerar tal gesto indecoroso. La traición entonces le llegaba al pueblo desde la función pública, donde el pueblo que necesitaba educación, salud, agua, energía, deporte, cultura, producción agrícola, trabajo en sí, iba a recibir el desprecio de la clase política, pues por omisión suspendieron todos los derechos constitucionales de los nicaragüenses.

Entonces, los sistemas políticos experimentados por los Nicaragüenses tienen antecedentes coloniales, que han legado costumbres como la traición política que tiene su propia tipología, así como su génesis en la democracia eurocéntrica capitalista.

Cabe recordar que aquellos referentes de la democracia, como base necesaria para gestionar el poder y el Estado, ya sea en Francia (1789) o Filadelfia EEUU (1776), así como las independencias Anti españolas Anti occidentales comenzadas por Haití (1791), Morelos e Hidalgo (1810), Bolivar (1806-1824), cada uno de estos procesos políticos, fueron reconfigurados por otra casta política, donde los traidores a dichos proyectos iban a tomar los roles más determinantes.

O sea y en definitiva, toda la teoría política, geopolítica colonialista e historia de nuestros estados cuentan como base, con una experiencia contraria a los procesos políticos que perseguían principios, valores y objetivos emancipatorias, los cuales fueron convertidos en proceso de dominación, a pesar del triunfo ante una hegemonía.

Así se construyó el relato sobre la traición a cristo, no olviden que occidente desde el imperio Romano, construyeron un imaginario en su génesis en el cristianismo, para construir al sujeto víctima. Cristo, según el relato bíblico, fue traicionado no solo por Judas, su socio político y conspirador, también fue traicionado por el pueblo; Pilato cónsul romano, pidió el criterio o "juicio" de los locales, judío romanos, y habían visto las obras divinas del Cristo venido a salvarlos, sin embargo, todos desconocieron a Cristo, dejando así que el imperio juzgara al traicionado por sus iguales. Lo crucificaron por traiciones, lo que necesitaba Roma. Dicho imaginario se convertiría en el discurso, sería ocupado para las futuras conquistas e invasiones que en nombre de Cristo se realizaban, genocidios legítimos realizados por las elites de los futuros Imperios.

Esto nos dice que, el imaginario político Occidental, más allá de lo propuesto por la teoría política del Mediterráneo cristiano democrático es que, estos sistemas políticos implementados en el caso de Nicaragua, como en las demás Naciones de Latinoamérica y el Caribe, tienen intrínsecamente los peores vicios políticos, en cuanto y en tanto no solo por el hecho de acumular poder y riqueza, esto corrompe toda relación dentro del Estado, pero cuando la condición de dicho Estado para su definición ante otros Estados, se supedita a su colonialismo en sí, es decir que todo sus procesos políticos como de poder no contienen soberanía nacional, sino que se subrogan a los intereses e intenciones extranjeras para dominar a dicho Estado.

En virtud de este análisis, sobre  Nicaragua, todo los argumentos anteriores, caben en cualquier acto de traición de aquellas familias que han servido a los intereses extranjeros hegemónicos tanto de los Estados Unidos de Norteamérica como Europeos, representantes del modelo político Occidental que nos han traído a Nicaragua, sobre todo guerras, divisiones, pobreza extrema, vasallajes ante otros Estados y empresas multinacionales.

Los traidores en Nicaragua son una constante, pues mientras los que pretenden dominar a la Nación no logren someterla de nuevo al nivel del Estado Oligárquico de los Somozas pues, siempre habrá hermanos dispuestos a recibir buena paga, mercenarios de la política y del poder, que pululan.

En la actualidad existen muchos tipos de traidores, en la medida que los Estados también han alcanzado independencia y autodeterminación, han afianzado sus modelos políticos, su sistema de política pública y se construye una conciencia nacional. Es en esta medida, que surgen muchos tipos de conductas socio-política y personales que van contra el Estado, vulneran la Soberanía Nacional, dichas conductas se consideran una Traición al Estado y al Pueblo. Por esto es que, los ciudadanos Nicaragüenses deben estar atentos a las campañas de comunicación como políticas que pasen la línea de la libertad de expresión, que incurra en delitos contra el Estado. La traición es un delito, que conlleva hasta la pena de perdida de la nacionalidad y la ciudadanía. Para lo cual el estudio de la historia del Estado de Nicaragua es obligatorio, para superar cualquier agenda de manipulación a los procesos políticos soberanos.

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