Sandino, General de hombres libres

By Víctor Manuel Ramos

Los pueblos de América, la que está al Sur del Río Bravo porque es la verdadera América, la extensa, la Nuestra América que amó Martí y por la que luchó Bolívar, se apresta a conmemorar el asesinato de Augusto César Sandino (21 de febrero de 134), ordenado por los imperialistas norteamericanos y ejecutado por el cipayo tirano criminal Anastasio Somoza Debayle, el “hijo de puta” amado de Roosevelt.

Sandino había derrotado, en batallas desiguales, a los norteamericanos que se encontraban en el territorio nicaragüense llamados por los Chamorro y toda la laya de traidores a la Patria liberales y conservadores –de los que aún quedan algunos-, ahora también llamada, con toda la honra, Patria Sandinista.

Los norteamericanos, obligados a salir del territorio nicaragüense con la cola entre las piernas, tal y como salieron de Viet-nam y de Afganistán, no soportaron la humillación que les propinó el ejército de Sandino y por eso buscaron la venganza mediante el asesinato y la instalación, como Jefe de la Guardia Nacional, fundada para sustituir a las tropas invasoras yankees, quien más tarde sería el cruel y sanguinario tirano de la tierra de Darío, con el auspicio mismo de los enemigos imperialistas norteamericanos, el sátrapa Anastasio Somoza Debayle.

La lucha la inicia Sandino con apenas 29 hombre para expulsar al yankee invasor y para derrocar a los gobiernos entreguistas, porque el 2 de setiembre de 1927, Sandino redirige su lucha y advierte que la guerra  no es civil sino un enfrentamiento de los patriotas nicaragüenses en contra de los invasores, una guerra de salvación nacional, que muy pronto encontró la solidaridad continental y europea, sobre todo por la difusión trascendental de esa desigual y patriótica lucha que hizo Froylán Turcios a través de su Revista Ariel.

Liberales y conservadores habían pedido la intervención yankee –como cuando pidieron la fatídica intervención de William Walker- para superar sus pleitos por el control del poder en beneficio de la misma clase explotadora y entreguista que se alternaba en el poder mediante grupos adscritos a los dos partidos tradicionales y traidores a Nicaragua. Por esa razón, en esos días era muy común oír esta frase en las calles: «Cinco liberales y cinco conservadores suman diez bandidos».

Sandino incrementa sus fuerzas hasta unos 6000 combatientes y constituye el Ejército Defensor de la Soberanía Nacional para enfrentarse a los invasores infantes de marina estadounidenses. Frente a los llamados que le hicieron algunos para que depusiera las armas tuvo una respuesta contundente: «No me vendo, ni me rindo. Yo quiero patria libre o morir» mientras enarbolaba la bandera rojinegra que hoy es el pendón de la revolución sandinista.

La victoria llegó con la expulsión de los marines, pero el éxito duró poco porque los mismos que siempre se creyeron dueños de tierras y gentes nicas asesinaron a Sandino y como consecuencia se afianzó la tiranía de los antipatriotas, de los tiranos, de los vende patria, hasta que fueron derrocaros por el pueblo, con las armas, la bandera y el pensamiento de Sandino como guía y senda revolucionaria.

En un artículo anterior yo dije que Nicaragua ya tuvo mucho y suficiente Chamorro: todos traidores y autores de acontecimientos desgraciados para Nicaragua. Por eso, la revolución sandinista que asume, primero por la fuerza de las armas y del pueblo en las calles para derrotar al somocismo-chamorrismo y luego mediante las urnas  con victorias sucesivas realmente significativas, no es más que el llevar a la práctica del ideal de Sandino de tener una patria libre, libre de los lamefondillo del yankee, libre de entreguistas y de traidores, libre de quienes han extendido la mano traidora para recibir unas monedas a cambio de la entrega de la patria y que han fingido ser patriotas y que no merecen la nacionalidad por la cual luchó hasta ofrecer su vida el General de Hombres Libres, Augusto C. Sandino.

Carlos Fonseca Amador, con otros compañeros revolucionarios fue el primero en recoger el pendón sandinista para fundar el Frente Sandinista de Liberación Nacional, grupo que inició la lucha para derrocar el régimen proyankee y opresor de los Somoza. Fonseca Amador y muchos otros pagaron con su vida, pero el Frente logró la victoria y provocó la huida cobarde de Anastasio Somoza, quien fue más tarde ajusticiado –por sus horrendos crímenes- en las calles de Asunción.

Los chamorros y su laya han querido recuperar para su usufructo a Nicaragua, que

han considerado su hacienda particular, con el respaldo yankee, respaldo que recibió Somoza y su calaña para asesinar a Sandino y para instaurar la tiranía ahijada de Los Estados Unidos.

Pero el pensamiento y la acción de Sandino han prendido totalmente en los nicaragüenses. ahora todos insuflados de ese pensamiento libertador y revolucionario del Héroe de Las Segovias.

Sandino fue un hombre de palabra y de acción. Sus cartas y sus pronunciamientos son verdaderas joyas revolucionarias y nos revelan una personalidad de un auténtico patriota, esencialmente antiimperialista, que se empeña en liberar a su patria de la intervención extranjera de la que Nicaragua ha sido víctima en múltiles veces por parte de los imperialistas norteamericanos, auxiliados por los chamorros y los pitiyanquis que no han sido pocos en la tierra de los lagos. Contra estas intervenciones también clamó Rubén Darío con firmeza antiimperialista y patriótica.

Ahora el pueblo nicaragüense disfruta de los logros de la revolución, nada agradables para Washington y sus lacayos de la Unión Europea – convertida ahora la Unión Europea e una verdadera Bannana Republic- que quieren seguir siendo dueños de estas tierras habitadas por patriotas indomables inspirados en Sandino, su lucha y su pensamiento.

Por eso, este 21 de febrero, en el que conmemoramos un año más del asesinato de Sandino, es siempre una fecha para reafirmar entre el pueblo nica y el pueblo americano la voluntad de tener una “Patria libre o morir”. De esa voluntad férrea latinoamericana, de la Nuestra América Martiana, de nuestra América Central Morazanista, de nuestra hermandad revolucionaria continental, han surgido nuevos hijos de Sandino, de Bolívar y Martí: Chávez, López Obrador, Dilma y Lula, Correa, Castillo, Cristina, Evo y Luis, Fernández, Xiomara, Daniel  y el pueblo chileno que lucha por su liberación definitiva para abrir de nuevo las grandes Alamedas como quiso Allende.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Perfil de un vende patria

"Mi Padre: Un ser humano de otro mundo"

Humberto, el defensor de delincuentes

La Oligarquía Americana contra Nicaragua y el F.S.L.N