AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE ENTRE IZQUIERDAS Y DERECHAS
Por Pablo Cáceres
Los términos derecha e izquierda tienen su origen durante la Revolución Francesa. En dicho acontecimiento los partidarios de mantener el poder y los privilegios a los nobles, el clero, los sectores más ricos, los partidarios de la monarquía y la aristocracia (Se sentaban a la DERECHA). Por su parte, los que eran partidarios de eliminar el poder de la monarquía que lo habían detentado durante muchos años y que se derrumbaron ante el empuje de los excluidos y explotados (Se sentaban a la IZQUIERDA).
Este fenómeno aún persiste por el mundo, puede
haber cambiado de apelativo, pero en la sustancia es la misma, los de derecha
han sido, son y serán los que son partidarios a mantener el status y no
transformar revolucionariamente absolutamente nada, y, si se ven obligados hacer
cambios lo harán de la manera cosmética, que no pongan en peligro los
beneficios mas importantes de los sujetos en el poder. Los de izquierda,
sujetos partidarios de las transformaciones sociales, empujan por todas las vías
posibles, las transformaciones de la sociedad en favor de las mayorías.
En este sentido, los de derecha se dicen
partidarios de la democracia[1],
una democracia en la cual los explotados continúan siendo explotados y los
explotadores mantienen sus posiciones de explotadores.
En esta definición hecha verdad, las
izquierdas no son democráticas, cualquier definición les cabe menos el de
democracia. Aunque la población sea la protagonista de las grandes
transformaciones que inician en la participación de las mismas, las transformaciones
de Educación, Tenencia de la tierra, Producción, Salud, Infraestructura etc.
etc. no son para la derecha indicadores de la democracia.
Los recientes Triunfos en Chile y Colombia
nos dan algunas pautas de lo inconsistentes de sus conceptos. En Chile, Gabriel
Boric alcanzó el poder después de meses de manifestaciones populares,
reprimidas de manera salvaje por los granaderos bajo las órdenes de Sebastián
Piñera, pero a la semana de haber asumido el cargo y después de prometer la
libertad de expresión como características de su gobierno, autorizó a los granaderos
a reprimir de manera violenta a las manifestaciones de los barrios populares e
indígenas Mapuches[2]
que reclamaban contra el alza de la vida y el transporte público.
Gustavo Petro en Colombia llega el poder bajo
la esperanza de la construcción de la Paz, la erradicación de los asesinatos de
los lideres sociales en las comunidades más pobres de ese país, y que conducen
la lucha de los pueblos contra el despojo de tierras, y las desapariciones.
Hasta ahora Petro no se ha pronunciado en
contra de la cúpula militar acusada de asesinatos bajo la bandera de “Falsos
positivos[3]”, este
candidato hizo 19 promesas políticas que dada la coyuntura de ese país vemos,
objetivamente imposibles de cumplir y desde ya avizoramos una decepción de los
electores, fundamentalmente los campesinos, indígenas y afrodescendientes. Ese
es el plan diseñado[4]
por las elites del poder norteamericanas, ante la decadencia de su poder como
imperio y que buscan como diseñar planes para mantener el status de poder.
Ninguna de esas promesas habla, de el cierre
de las 9 bases militares norteamericanas que bajo el discurso de combate al
narcotráfico amenazan la soberanía de Venezuela y procuran la obtención de los
recursos de la Amazonía. Tampoco se habla de la investigación y juicio para los
responsables de los asesinatos a los líderes sociales -que fueron oficialmente presentados como
guerrilleros[5]
cuando en realidad eran civiles que no tenían nada que ver con el conflicto
armado- no se habla de como acabar con la desigualdad social en la Colombia
oculta, no se habla como consolidar una verdadera democracia, más allá de unas
elecciones de los ricos y para los ricos, en fin promesas sin cambios
sustantivos, promesas sin construcción de una verdadera Colombia. Decirse
de izquierda sin hacer revolución no es ser izquierda.
En el caso de Honduras, no se ha abierto
ninguna investigación contra los responsables de los crímenes durante el golpe
de Estado que llevó al poder a Roberto Micheletti. Una Honduras donde existen
dos bases militares de los Estados Unidos y otra esta en construcción. Situación
de las cuáles los “democráticos” gobernantes no hablan nada, donde los partidos
y agrupaciones progresistas están invisibilizados por el poder, donde ni
Xiomara ni Manuel Zelaya toman ninguna decisión, sino que las orientaciones se
envían desde la embajada norteamericana, a cargo de Laura F. Dogu[6];
una figura que es recordada como embajadora de los EEUU en Nicaragua, en el
contexto de 2018 en que Estados Unidos aprobó y financió el intento de golpe de
Estado que causo en Nicaragua un retroceder la economía del país y un freno en
el desarrollo de esa sociedad. Un intento de golpe encabezado por los actuales pseudos
dirigentes políticos prisioneros de los que Petro trata de legitimar afirmando que
hicieron la lucha contra Somoza[7].
Para el aparato mediático del imperio esos
países son democráticos, pero Venezuela, Cuba y Nicaragua pertenecen al llamado
“eje del mal”, no son democráticos y sus elecciones son descalificadas antes de
que sucedan. La situación es simple, ya la vimos en la convocatoria a la
reunión de los amigos de los Estados Unidos, los países de América Latina se
dividen en Democráticos y No Democráticos, y quien define ese status es el
gobierno de los Estados Unidos anfitrión de la cumbre[8].
Nadie, ni los propios Estados Unidos
detendrán, la rebeldía que llega desde el mismo momento de la invasión española
hasta nuestros días, ya se rompieron las cadenas y no se colocaran más en las
manos y pies de los ciudadanos latinoamericanos, aunque nos roben los
conceptos, americanos somos todos, somos revolucionarios y anti imperialistas,
somos nativos, los millones que prometió Tupac Amaru, somo los bolivarianos
luchando contra el yugo español, somos los guerrilleros del pequeño ejercito
loco luchando con Sandino contra la intervención norteamericana, somos Lempira,
somos los nativos araucanos mapuches, Aztecas, Mayas Pieles Roja somos
americanos y no el patio trasero de los intereses de los capitales de Wall
Street.
Ahora mismo hay en américa latina un
resurgimiento no de “izquierda”, ese término utilizaron para mercadearse algunos que en la
comunicación política del proselitismo electoral se mostraron y vendieron sus
planes imaginarios de grandes transformaciones y presentaron un discurso atractivo
con el cual alcanzaron el poder, pero que al paso del tiempo y una vez en su
realidad se dieron cuenta que debían considerar otros elementos y corremos el
peligro de frustrar a los que creyendo y creyéndole esperan aun los grandes
transformaciones prometidas, hay que considerar las grandes diferencias entre yo deseo, yo quiero y el yo puedo.
De acuerdo con los sondeos actuales, las
elecciones de octubre en Brasil, los representantes de las grandes
transnacionales que han depredado la Amazonia y reducido las poblaciones
nativas a representaciones turísticas serán derrotadas por Luiz Inácio Lula da
Silva, que sin ser de izquierda representa un esperanza para los millones de
pobre en el gran Brasil, como aun
estamos esperando las grandes transformaciones y la desaparición de la
corrupción institucionalizada de México prometida por Manuel López Obrador.
Pero debemos reconocer que la nueva oleada de
triunfos que está surgiendo en la región es muy diferente a la primera, aparentemente
se presenta con mayor fuerza, hay mayores problemas que resolver y desde la
anterior hemos recibido niveles de ataques mediáticos de mayor profundidad, nos
intentan vender una izquierda que no existe, solamente los exitosos modelos de países
bajo revolución como Cuba, Nicaragua y Venezuela se podrán clasificar como
tales, aun con el sufrimiento económico de los pueblos pero la fortaleza y
resistencia producto de sus convicciones ante la ampliación monstruosa de la
desigualdad entre ricos y pobres en los países como México, Ecuador, Argentina,
Chile, Honduras, El Salvador, Colombia entre otros, como resultado del apetito
de las élites y de las garras criminales del imperio norteamericano.
Existe una notable diferencia entre la “izquierda”
que se han quedado en las promesas electorales y en discursos que vendían
esperanzas, frente a las revoluciones triunfantes de Cuba, Venezuela y
Nicaragua. La singularidad es que todas estas izquierdas[9] fueron
profundamente revolucionarias, desde sus inicios trabajaron por desarrollar profundas
transformaciones, mismas que han sido vistos como una amenaza contra el orden
establecido desde la colonia, y situación aprovechada de manera inmediata Washington
para financiaba a organismos no gubernamentales y a sectores políticos para
desarrollar golpes de Estado[10].
Términos como ser neoliberal, progresista, derecha
y ser de izquierda, presentan grandes diferencias. En este sentido, existe una
enorme contradicción con los gobiernos que se denominan ser de izquierda y
alzan supuestas banderas de revoluciones transformadoras y humanas sin serlo, como
en el caso de Honduras, que baja la cabeza y se somete a los interés y dictados
de Washington.
Nicaragua nos ha
enseñado que gobernar para la sociedad es fortalecer el conjunto de la sociedad,
robustecer los servicios básicos como salud, educación, seguridad social,
infraestructura vial, las políticas productivas haciendo énfasis en los
pequeños productores y en los emprendimientos que generan empleos, ampliar las
comunicaciones y políticas de inclusión a todos los sectores, con programas
sociales, fortalecer el aparato judicial y el ordenamiento jurídico para todos.
Al contrario de los que se dicen derechas, que centran en el individuo como el
centro de sus políticas únicamente para temas electorales, mercado libre, “derechos
humanos” y la consolidación de las empresas extranjeras asociadas a la clase en
el poder.
Los planteamientos de las recientes definiciones políticas como
izquierda buena o izquierda mala y progresismo, nacen de la necesidad de hacer
transformaciones profundas en función de las grandes mayorías a las que se debe
el Estado, a la participación de los ciudadanos en las grandes transformaciones
que se necesita en los países de la región, no se sueña con el futuro, se piensa
en este presente y la construcción de una la sociedad justa desde ahora.
Esas “izquierdas” que actualmente emergen
como producto de las políticas del mismo imperio estará llena Nuestra América,
mientras ellas no construyan un país y transformen las estructuras económicas a
favor de los más pobres, caerán por su propio peso con todo y sus definiciones.
Sostenemos que los cambios que no cambian nada no son revolucionarios y no
pueden ser izquierdas si no son revolucionarios, confiamos en los pueblos que
por siglos han luchado y siguen luchando por conquistar su verdadera y final
libertad.
[1] Reducida ésta a el
juego electoral.
[2] Pueblo indígena que resiste desde la invasión española en Chile.
[3] Asesinatos de civiles
que luego se presentan como guerrilleros o miembros de las bandas de
narcotraficantes.
[4] Que Petro alcanzara
la presidencia y atarles las manos para que no haga transformaciones en el
país.
[5] Falsos positivos.
[6] Embajadora de los
EEUU, en Nicaragua en el 2018, y que financió el intento de golpe de estado.
[7] En una muestra de
total desconocimiento de la realidad de Nicaragua.
[8] Vendida como cumbre
de las Américas.
[9] Verdaderas
Izquierdas.
[10] Como en
Nicaragua en el 2018.
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