NICARAGUA SOBERANA VENCE INSTRUMENTO DE AGRESIÓN PARA DOBLEGAR VOLUNTAD POPULAR
*Francisco Javier Bautista Lara*
En memoria al
Cmte. de la Revolución Carlos Núñez Téllez (1951-1990)
Padre de la Constitución
Política de la República (enero
1987-2022)
“La unidad del sandinismo es la
respuesta contundente para oponernos a todos los desmanes
y pretensiones de seguir entregando la nación a los intereses
extranjeros”.
Carlos Núñez Téllez
Nicaragua inauguró su irreversible
rumbo histórico de autodeterminación con el triunfo de la Revolución Popular
Sandinista en julio de 1979 y lo afirmó en la Constitución Política de la
República de enero de 1987. En la continuidad y consolidación del proceso
institucional, conforme las elecciones soberanas del 7 de noviembre de 2021, inicia, 35
años después de la Carta Magna de la Revolución, un nuevo y esperanzador
período gubernamental y legislativo (enero 2022-2027) venciendo con heroica
dignidad las múltiples maniobras arbitrarias de agresión y manipulación puestas
en evidencia, una vez más, desde el fallido golpe de estado de 2018 y
mantenidas en una desproporcional, tóxica y mafiosa maquinaria global y local
para fracturar la soberanía democrática de la pequeña gran nación
centroamericana.
El propósito principal del más dañino y vigoroso instrumento
de agresión neocolonial e imperial ha sido y es, contaminar las mentes y
condicionar las emociones, dividir y doblegar la conciencia, erosionar,
desestabilizar y fracturar la sociedad y el estado popular, distorsionar la
identidad y derribar la dignidad de los pueblos mediante la maquinaria
ideológica, cultural, educativa, recreativa, comunicacional, virtual y
mediática de la difamación hegemónica que crea y reproduce su propia realidad, hace
creer y ver las cosas a su manera y difunde, para desvirtuar a nivel nacional y
mundial, imágenes, conceptos, estereotipos y comportamientos acordes a sus
intereses de sumisión, obviando la verdad y sacrificando, en función de
egoístas y expansionistas fines, el bienestar común legítimo de las naciones
independientes.
La invasión, conquista, sometimiento y expoliación desmedida,
requieren colonizar con descarados y sutiles, antiguos y modernos métodos, la
voluntad de los individuos, grupos sociales y pueblos para torcer la mente, la voluntad y la
conciencia, para que se ofrezcan y vendan, para que se confundan, rindan y
entreguen, para que los llamen y les abran la puerta, para que obedezcan y
dejen de ser… Logrado esto, los demás mecanismos serán
complementarios.
No es lo económico ni la brutalidad militar los más poderosos
y astutos instrumentos de agresión, esos son, por su efectividad, contundencia,
costo y sostenibilidad, la segunda categoría. Apropiarse de las riquezas
materiales, naturales, humanas y geopolíticas será el propósito definitivo. Son los mecanismos para sellar la conquista y el
sometimiento al que las personas y pueblos podrán plegarse con facilidad cuando
sus mentes y voluntades han sido viciadas y sometidas, cuando los actos
interventores se han justificado con irracional falsedad. Así lo
demuestra la historia. Su acaparadora
y denigrante verdad de ficción no tiene nada que ver con nuestra
verdad de solidaridad, compromiso social y bien común.
Allí está la Cuba
solidaria y victoriosa de Martí y Fidel, víctima sistemática de
amenazas, del criminal bloqueo económico e inhumano bombardeo mediático, pero
invulnerable en su dignidad soberana y política, avanzando sin venderse ni
rendirse. Allí está la
vergonzosa derrota norteamericana en Vietnam que sufrió una
dramática destrucción por la invasión militar (1955-1975) y que resistió para
vencer a quien no pudo derribar la conciencia patriótica revolucionaria del
pueblo de Ho Chi Minh. El carismático líder revolucionario y su pueblo salieron
fortalecidos de dignidad después de la contundente lección dada al invasor:
“Recuerden que la tormenta es una buena oportunidad para que el pino y el
ciprés demuestren su fuerza y su estabilidad”.
Allí está la
Venezuela de Bolívar y Chávez, siempre firme, a pesar de ser blanco de
bloqueo económico y robo descarado, al margen del derecho internacional,
sustentado por la descalificada comedia de ficción y la proliferación de
cómplices invenciones. Allí está A.
C. Sandino, artífice de
soberanía antiimperialista que hizo morder por primera vez en
Nuestra América el polvo de la derrota militar a los marines invasores
(1927-1933). Carlos Fonseca al citar a Sandino recuerda: “la lucha ha seguido
en Nicaragua tan intensa como antes, pero el dinero norteamericano nos ha hecho
el silencio”. En la historia del último siglo abundan los ejemplos heroicos de
resistencia nacional y popular que no dejaron vulnerar su conciencia y
vencieron, porque la verdad digna y la razón histórica, a fin de cuentas,
triunfarán.
Mentir y divulgar mentiras para confundir, inventar
“realidades”, asumir e imponer su interpretación irreal, desprestigiar para
instaurar la calumnia, mezclar lo verídico con lo parcial y supuesto, enfatizar
mensajes e imágenes que activen emociones insensatas para mover al rechazo y a
la descalificación, para justificar la exclusión, para manipular instancias
internacionales y de cualquier tipo, imponiendo lo inexistente desde una
definición sesgada, para presentar al pueblo agredido, su liderazgo y modelo
político, a la víctima, como el malo que hay que
descalificar-desconocer-exterminar, frente al poderoso e inescrupuloso agresor
confabulado con cómplices internos y externos, que no escatima actos
arbitrarios ante las pequeñas naciones que emprenden un camino legítimo de
prosperidad económica, social y política, que no se someten ni doblegan frente
al poder extranjero, porque han cultivado, fortalecido y transferido en su
esencia genética social, cultural e histórica una visión patriótica y un
profundo sentido de soberanía, solidaridad y desarrollo, antiimperialista y
anticolonialista, que, por muy siglo XXI en el que andemos, ciertas cúpulas de
poder en algunas naciones son vergonzosas herederas de los viejos y decadentes
imperios coloniales, monárquicos y del insostenible capitalismo salvaje que
pretenden renovar y continuar.
E.E.U.U. se atribuye el derecho que no tiene para determinar
lo aceptable e inaceptable, lo lícito e ilícito, según el rasero de su
unilateral, autoritario, limitado y sancionador criterio imperialista en el que
arrastra a otros al precipicio de la arbitraria ignominia.
Cada nación independiente y soberana debe ser constructora de
su destino, artífice de su proceso institucional, por cuanto compete a sus
ciudadanos elegir y determinar su sistema político, económico y social, tal y
como lo dice con claridad la misma carta de la OEA que arbitrariamente
atropellan quienes han secuestrado y desnaturalizado esa decaída entidad:
“Todo Estado tiene derecho a elegir, sin injerencias externas, su sistema
político, económico y social, y a organizarse en la forma que más le convenga,
y tiene el deber de no intervenir en los asuntos de otro Estado.” (arto. 3,
inciso e, 1948).
El incompetente criterio para juzgar y condenar no se
sustenta en la legitimidad democrática de las naciones, ni en la autenticidad
institucional conforme a la legislación nacional e internacional, sino en que
el resultado sea conforme al interés exógeno de quien se asume dueño universal
de su verdad para prolongar su dominio, que obedezca a propósitos ajenos, por
lo que ningún proceso auténtico y popular que produzca resultados positivos y
distintos, gozará de la bendición oligarca-colonial-imperial. Es una triste
verdad que por fortuna es anacrónica e insostenible, antipatriótica,
anticristiana y antidemocrática, está condenada al fracaso y a la extinción.
En la Nicaragua de hoy y siempre prevalecerá la autodeterminación por
la institucionalidad democrática y popular, la independencia soberana, la
dignidad patriótica, la esperanza, la solidaridad y la vocación de paz, el
camino de prosperidad con equidad, el bienestar común, el compromiso de diálogo
patriótico entre los nicaragüenses y las relaciones de respeto, cooperación y
complementariedad con todas las naciones, convencidos de que un mundo mejor
para todos y todas siempre es posible.
Salud, paz y prosperidad.
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