Continúan viviendo

*Josseline M. Berroterán*

Ricardo Morales Avilés


«Si no hemos tenido el valor de incorporarnos a la lucha armada, debemos al menos rendir tributo a los héroes» (Ricardo Morales, 1970).

Hablar sobre los compañeros y hermanos caídos es una tarea difícil pero necesaria, difícil por que quienes no los conocimos de primera mano tenemos una idea un tanto alejada y creada en base a los decires de los demás, se corre el riesgo de obtener información distorsionada o sobredimensionada, en todo caso nuestros héroes y mártires siempre serán inalcanzables. Es una tarea necesaria porque quienes tenemos la responsabilidad de continuar el proyecto y las ideas Sandinistas, no podemos perder de vista ni olvidar a quienes sembraron con su alma la semilla de la Revolución y allí dejaron su vida colgada.

En ocasión del 48 aniversario de los héroes y mártires de Nandaime me he atrevido a dedicarles estas líneas como parte de un homenaje, que sin duda es y debe ser permanente en cada acción que se realiza y en cada tarea asignada. Muchos jóvenes sandinistas y guerrilleros se quedaron en un sueño profundo para transmitirnos esos mismos sueños de esperanza y porvenir.

Ricardo, Oscar, Jonathan y Juan José lograron cultivar una conciencia social y revolucionaria que sirve de ejemplo para todas las generaciones, no solo por su valentía, sino por sus valores y principios humanistas que se percibían en sus auras, palpables con sus acciones. Estas características solo son posibles cuando se conecta y se logra asimilar la Revolución como una forma de vida, siendo esto entonces lo mágico y místico de la Revolución, cosa que no es posible de explicar, solo de ver y sentir.

Asumir los principios y valores sandinistas e incorporarlos a la cotidianidad es un estadio de formación ideológica y política para la vida; es educarse para la vida.

“El revolucionario no debe solo serlo, sino también parecerlo” (Ricardo Morales)

El pensamiento político y revolucionario de estos compañeros y en especial el que Óscar y Ricardo logran consolidar, permitió ver con claridad el destino y las estrategias que se debían de ejecutar para alcanzar el triunfo, esa certeza y madurez política son elementos invaluables que contribuyeron en gran medida a la derrota fulminante de la dictadura Somocista. Hablamos de la capacidad de organización política y de preparar las condiciones para la resistencia urbana, en uno de los momentos más duros del frente, la acumulación de fuerzas en silencio, momento en el que además la dictadura somocista recibía un apoyo descomunal por parte del gobierno estadounidense, que en el mismo año y días antes de la muerte de los compañeros instaura la dictadura de Pinochet en Chile (11 de septiembre, 1973), dándole un golpe de Estado al primer gobierno socialista en Latinoamérica, cuestión que no se desvincula de los procesos que se viven en ese periodo en Nicaragua.

Y en ese sentido, resulta importante vincular esas ideas con esta realidad para comprender su vigencia, asumiendo que el llamado que nos hacen estas figuras implica un gran compromiso humano y moral. Ya Ricardo lo decía, “lo importante es que las cosas, por mínimas que sean, las hagamos como si fueran grandes”. Es decir que nuestras acciones demuestren valor y entrega, siempre bajo la idea de una causa colectiva y no por beneficios personales, cada acción que se realiza en la vida cotidiana, también se convierte en el reflejo de lo que es ser un sandinista.

Esto se convierte en principios básicos, que además forjan la humanidad y la esencia de una persona, puesto que el sandinismo no es solo un movimiento social, es una escuela para la vida, es una forma de ver el mundo, es la construcción de un sujeto para una nueva sociedad, es decir que busca la transformación cultural hacia un modelo de relaciones más justas, igualitarias y menos nocivas para el hombre, es la antítesis del capitalismo como modelo de explotación en todos los sentidos.

Quien más logra escribir y profundizar sobre esas ideas de transformación es Ricardo, de sus escritos se logra identificar ese sentido y visión sobre producir un cambio social, partiendo de un grupo selecto y privilegiado, pues en teoría se asume que son los que producen el conocimiento y ese saber está ligado a una conciencia de clase que irradia o influye en las demás esferas sociales, para generar un cambio renovador, Los intelectuales. Descrito en las siguientes líneas:

«o producen y renuevan la cultura para el gusto y la aceptación de la burguesía, y al servicio de su dominación; o instrumentalizan las formas y los medios culturales como arma revolucionaria al servicio del pueblo» (Morales,1970).

Ese grupo que desde un enfoque gramsciano serían los intelectuales orgánicos, tienen la tarea de dirigir un proceso político desde la creación de nuevas ideas alternativas y disruptivas del pensamiento político convencional y dominante, para construir un nuevo orden social, un nuevo consenso o pacto social desde una dimensión cultural, en la que los intelectuales toman la dirección política-ideológica. Cuestión que no puede ser vista como algo distante de nuestra realidad, sino más bien como una responsabilidad de aquellos que se encuentren en esa trinchera, con las condiciones y posibilidades de hacerlo, sin olvidar el trabajo práctico.

A través del arte y la literatura, el intelectual revolucionario ofrece al pueblo nuevas formas de percibir la realidad para lograr una reestructuración de su relación con el mundo […] Establecer un puente vivo entre el intelectual y el pueblo [.…] es un tarea que requiere poner en juego la imaginación creadora. (Ricardo Morales, 1970)

Si bien no es una tarea fácil, nos invita a todos a mantenernos en constante y permanente formación política e ideológica, eso significa que todos los que coincidimos con ese pensamiento y desde todos los niveles de la organización estamos llamados a profundizar y revisar nuestra conciencia revolucionaria, antiimperialista y anticolonial, con el objetivo de permitir transformarlo y adecuarlo a las realidades y contextos, que son cambiantes en el tiempo pero no diferentes en concepto, en esencia, siempre existirá la lucha por las ideas y contra las expresiones de dominación.

A los estudiantes y a los intelectuales, debido a su procedencia de clase que les permite el acceso a la cultura, y a cierto entrenamiento en la formación de hábitos de estudios y de adquisición del conocimiento, se les facilita la comprensión teórica de las ciencias sociales e históricas. (Ricardo Morales, 1970)

 

No es casualidad que la caída de estos hermanos en Nandaime significara un duro golpe para el Frente, pues se perdieron cuadros valiosos por su aporte teórico y práctico a la lucha, destacados por su gran disciplina y valentía, jóvenes que izaban las banderas de la igualdad, justicia y libertad, ideólogos, estrategas, guerrilleros de alto nivel que nunca incumplieron sus obligaciones dentro del Frente, sino que se preocupaban por mantener viva la llama de la Revolución.

Tampoco es coincidencia que la captura de Ricardo fuera vista como un trofeo para la dictadura, pues representaba una amenaza por ser generador de ideas, por tener la capacidad de acercarse a los jóvenes y transmitirles ese cúmulo de pensamiento liberador. Poco antes de su captura, Ricardo estuvo reunido en congresos, retiros y células con jóvenes universitarios que tenían la intención de consolidar un solo frente de batalla, siendo Ricardo un real movilizador de masas y organizador de las mismas, tal y como se expresa en el libro ¿Qué es un sandinista? De Carlos Fonseca Amador, Ricardo Morales y Oscar Turcios.

“El  Sandinista es un  verdadero  dirigente  de  masas en cada  sector donde se desenvuelve. Lleva a las masas  la  línea  política  de   la  Organización,   une a  las masas a  través  de  su  movilización  para  el combate,   orienta  y vela  por  sus intereses”.

El pensamiento sandinista tiene la característica de mantenerse vigente en el tiempo y de ser disruptivo, lo que algunos movimientos de izquierda no comprenden; sin embargo, las ideas que se proponen y se promueven pueden ser aplicables en todas las realidades latinoamericanas, pero en Nicaragua toman un sentido especial por que nacen de acciones revolucionarias y se instituyen en tiempos de guerra y de conmoción social que no se experimentó en los demás países de la región, el sandinismo en la actualidad y desde antes no es muy comprendido, precisamente porque se alimenta de experiencias y hechos históricos  específicos que moldearon la estructura del ADN de los nicaragüenses, defendemos nuestras victorias porque sabemos lo que es ser dominados y ahí no podemos volver.

“Revolucionarios como somos, eso somos. Arquitectos noveles de la historia, al menos hemos inventado el instrumento para levantar la cerviz del hombre” (Ricardo Morales)

Las cualidades revolucionarias y humanistas no son ni deben ser de los muertos, son también de los vivos, lo que nos indica que debemos imitar a aquellos que entregaron su vida a la causa, continuar sus ideas, sus buenas prácticas y tomarlos de referentes éticos y morales.

Continúan viviendo para enseñarnos el camino, murieron para iluminarnos la historia que debemos construir en Nicaragua, pues es nuestra y la hacemos con el pueblo.

Fuentes:

Giovanna Glioli, Los intelectuales orgánicos en la teoría de Gramsci

Oscar Turcios, ¿Qué es ser un sandinista?, Barricada: https://barricada.com.ni/oscar-turcios-que-es-un-sandinista/

Ricardo Morales, Pensamientos escritos desde la Prisión 

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