Una labor invaluable, el mayor referente educativo y cultural en Nicaragua

*Editorial Ideario Popular*


50 años de una sangrienta dictadura habían arrebatado entre otras cosas el derecho a la educación, esa Nicaragua con rostro de campesino, mujer y pueblos originarios, la Nicaragua de las profundidades. El 50% de la población era analfabeta, una realidad que había sido abonada intencionadamente, por una dictadura que nunca se preocupó por el acceso a los derechos básicos de su pueblo y que por el contrario los oprimía, hasta sumergirlo en la ignorancia.

Hoy a 41 años después de esa labor titánica, emprendida por el Frente Sandinista de Liberación Nacional, una de las protagonistas involucradas en el proceso de alfabetización nos comparte un poco de su experiencia.

Luz Marina Umaña desde muy joven había colaborado con el Frente, desde 1973 cuando ella tenía aproximadamente 15 años de edad, aunque al principio ella no sabía que en realidad los mandados que hacía en ese entonces eran para trasladar documentos o armas para los compañeros clandestinos y los que estaban en la montaña. Su cuñado, que era panadero le pedía que llevara latas de aceite o bolsas de pan y se los entregara a determinada persona, pero en realidad lo que trasladaba eran documentos, tiros, herramientas y otras cosas que eran necesarias para la lucha armada.

Doña Luz es originaria de lo que hoy conocemos como Ciudad Sandino, en esos años toda su familia estaba involucrada en estas actividades colaboracionistas, comenta que su casa era una casa de seguridad, en la que guardaban materiales y armas para el frente sandinista, también se refugiaban guerrilleros, jóvenes que estaban decididos a luchar por la libertad de la patria, los muchachos que llegaban a su casa, se hacían pasar por enamorados y le pedían que les guardara unas cajas, ella sin saber que tenían tiros las metía en el horno. Es decir que ella tiene ese contacto directo con la revolución desde una edad muy temprana y eso le va forjando su convicción y su pensamiento revolucionario, pues cuando ella descubre que lo que hace en realidad es para colaborar con la lucha sandinista, dice que se sintió encantada, le gustó y de ahí ya no pudo nunca más abandonar esos ideales y pensamiento sandinista.

A la edad de 22 años ella parte con la alfabetización, en 1980 ella era estudiante de secundaria en la Nacional de Comercio, actualmente es el Instituto Manuel Olivares, INATEC, en esa época a los alumnos les impartían las asignaturas de matemáticas, estadísticas, cálculo y otras materias relacionadas.

“Yo me inscribí ahí para sacar mi bachillerato y una carrera técnica, yo estudiaba secretariado comercial. Entonces a través del Instituto, los que estábamos ahí ya habíamos recibido todas esa materias que eran importantes en ese momento para la parte logística de la alfabetización, entonces, a través de la escuela me organicé y nos entrenamos, tanto físicamente como en el uso de armas para defendernos y así fue como me organicé”

Como doña Luz tenía una preparación avanzada, ella se adelanta al grupo de alfabetizadores para preparar las condiciones en el terreno y levantar la información de las comunidades que se requería para ubicar y distribuir a los muchachos que llegarían. Ella se moviliza al departamento de Nueva Segovia, en el municipio de Quilalí, específicamente en la comarca San José de la Luz entre enero y febrero de 1980. Esta era una zona de alto riesgo por la presencia de la Contra, sin embargo, todos los jóvenes llegaron con mucho entusiasmo y disposición, convirtiendo esta ardua labor en un gesto humano de solidaridad y empatía con los campesinos. Las tareas y responsabilidades que doña Luz asumió estaban relacionadas a lo siguiente:

“Cuando ya los compañeros alfabetizadores llegan a la comarca en el mes de marzo, yo ya estaba instalada y bien organizada con el equipo técnico para levantar los censos para saber exactamente en donde colocar un alfabetizador y estudiamos las casas de las personas para saber más o menos en donde instalar a un brigadista para que tuvieras las mínimas condiciones, que en ese momento para nosotros era su seguridad, que no los dejaran dormir en corredores o en ranchos que no tuvieran puertas, entonces todo eso y ver cuántos niños y adultos se iban a alfabetizar, también ver la posibilidad de acercar a los brigadistas a las personas y así”.

La escuadra en la que se integra estaba conformada por al menos 60 brigadistas, llamada Brenda Cano, columna Leonardo Núñez, estos muchachos estaban entre las edades de16 y 22 años, tenían que ser jóvenes que pudieran soportar estar alejados de sus familias, de sus casas, en unas condiciones bastante difíciles y peligrosas, “nosotros estábamos ubicados justamente frente al cerro el Chipote, en Quilalí”, un territorio con presencia de la Contra.

Imagen Cortesía de Doña Luz

Haber participado de esta proeza, fue para  doña Luz “algo bien lindo”, porque todos los  muchachos participaron con el mejor  entusiasmo, bajo la consigna “¡Puño en alto,  libro abierto! y se resonaba”, todos repetían las consignas, las canciones, “fue una  experiencia  muy bonita”.

El carácter masivo, participativo y unitario que constituyó la Cruzada, lo hace ser un experimento único a nivel nacional e internacional, fue una labor titánica que solo la consciencia revolucionaria y sandinista logró movilizar a tantos brigadistas para alfabetizar a casi la mitad de la población nicaragüense.


Doña Luz recuerda que para poder llegar a la comarca se tenía que atravesar un río que es afluente al río coco, El Jícaro, “los muchachos se cruzaron en un pipante”, un bote artesanal, que “los pobladores de esa zona hacían del árbol de Ceiba, al que le hacen un espacio en el centro para acomodar a las personas” y se mueve con la fuerza humana, a través de remos.

“Los muchachos iban con un ánimo tremendo”. Ellos quedaban en las casas de los campesinos y fueron tan disciplinados que aceptaron a los campesinos que los albergaban como si fueran sus papás. “Esta fue una gesta única, en la que todos los que participamos nos despojamos de nuestras comodidades para irnos a dormir en una hamaca”, “Fue una experiencia única que no me arrepiento haber vivido y si volviera a nacer vuelvo a participar”. Recuerda nuestra compañera Luz.

 El recibimiento y agradecimiento de los campesinos fue un hecho inconmensurable, porque no solo abrieron las puertas de sus casas para albergar a los brigadistas, sino que también abrieron las puertas de su corazón. Pero sobre todo demostraron que querían aprender y que querían apoyar, ellos daban lo que tenían, no lo que les sobraba. En la comunidad donde doña Luz estaba se logró alfabetizar casi al 100%, cumpliendo con el objetivo asignados por el Frente, convertir la oscurana en claridad.

“Fíjate que esa fue una experiencia formadora, de personas con valores, es una lástima que los jóvenes de hoy no puedan tener una experiencia como esa, porque fue muy lindo”

Mientras estuvo en Quilalí, doña Luz tuvo que afrontar dos situaciones muy difíciles y dolorosas, la primera, el fallecimiento repentino de su madre, no pudo despedirla ni asistir a su entierro porque se encontraba cumpliendo esta tarea, a pesar de este golpe duro, doña Luz dice que no se arrepiente de haber estado lejos, pues su mamá fue una de las primeras en apoyar la decisión de que se fuera a colaborar con el pueblo, su mamá le indicó que no se detuviera y recuerda que le dio el permiso de irse a pesar de que ella ya estaba enferma, pero le dijo “no mi muchachita si usted tiene viva a su mamá y si quiere ir, váyase” y entonces le aliñó galletas dulces, pinolillo y avena para su viaje.

La segunda experiencia fue cuando la Contra asesinó a una de sus compañeras más cercanas, una muchacha que al igual que ella estaba entregada a la causa, con altos niveles de convicción y compromiso. “La muchacha, mi compañera era de Tipitapa, y un día de tantos en medio de nuestras labores, nos despedimos y ella se fue a la finca en donde estaba pero ya no regresó y cuando la encontramos fue muerta, fue algo terrible”.

A pesar de todas esas adversidades, para doña Luz haber participado en esta gran labor es un recuerdo satisfactorio, que lo atesora con mucho cariño. En cinco meses Nicaragua redujo los niveles de analfabetismo de 50% al 12%, convirtiéndose en la mayor proeza educativa y cultural en la historia del país, dirigido por el gobierno revolucionario del Frente Sandinista.

La Cruzada Nacional de Alfabetización aportó más que una base de educación formal, una base ideológica y experiencia organizativa para la juventud de la época. Por eso se debe entender como un hito importantísimo en la historia nacional, se generó un cambio estructural en la sociedad a partir de ese proceso y se convirtió en una praxis liberadora, bajo una conciencia de clase, en donde el poder se vio ejercido por el pueblo. La CNA se convirtió en un símbolo de vida después de haber sufrido una guerra.

Ahora, después de tantos años de esta gran labor, doña Luz deja un mensaje para esta generación que ha nacido y crecido con la revolución, en estabilidad, gracias a un gobierno preocupado por la juventud y los sectores populares, “no se dejen confundir, por personas oportunistas que lo que quieren es ganar espacios políticos, que se acerquen a las personas que les pueden contar la historia de lucha que tenemos, qué es realmente el proceso revolucionario y cuál es el objetivo de esta Revolución, por qué la hemos defendido y por qué seguimos luchando por ella, que busquen información y platiquen con gente que vivió este proceso para que les enseñen con ejemplos y no con cuentos”.

*Agradecemos el tiempo y disposición de la compañera Luz Marina Umaña, por habernos transmitido parte de su experiencia en este proceso liberador e invaluable*. Entrevista realizada el día 22 de agosto, 2021 vía telefónica.

Comentarios

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

"Mi Padre: Un ser humano de otro mundo"

Perfil de un vende patria

La Oligarquía Americana contra Nicaragua y el F.S.L.N

Humberto, el defensor de delincuentes