LA UNIVERSIDAD PÚBLICA CENTRO DE LAS IDEAS POLÍTICAS POPULARES, ANTICOLONIALISTAS Y ANTIIMPERIALISTAS

 *Jonathan Flores*

La universidad pública es la conciencia del pueblo, es el punto álgido de la lucha de las ideas y de las clases sociales, y por esta razón que se convierte en el locus donde se ciernen las contradicciones dialécticas de la historia y de la conciencia nacional. 

El viejo proyecto colonial de subyugar  a los pueblos rebeldes sigue vigente aun después de 500 años, con nuevos métodos y artilugios, pero con los mismos actores mercenarios, las oligarquías tradicionales, el clero y la burguesía transnacional y en esta coyuntura de agresión externa tenemos que agregar sin titubeos al aparato mediático, autodenominados "independientes". Los mismos que perpetuando la desigualdad y la miseria conservan sus privilegios y riquezas y sin vacilar los defienden valiéndose de conceptos que los han hecho propios, inoculando interpretaciones mediátizadas y excluyentes acerca de la democracia, los derechos humamos y la sociedad civil. También desde la  academia hay que recuperar esos conceptos que han sido usurpados y puesto al servicio de un amplia red de ONG's que se adjudican el dominio y politización de los mismos, autoasignándose su más pura representación.

Frente a las amenazas de la soberanía y las aspiraciones nacionales, como sociedad requerimos consolidar la paz, el Estado y los procesos políticos auténticos.  La universidad pública ha de ser por obligación expresión anticolonialista y antimperialista, antioligarca. Es vanguardia de las ideas, pero para ello sus académicos deben asumir el compromiso de hacer de las idea la bandera de lucha frente a las causas injustas, contra la arremetida imperial que nos quieren imponer nuevamente el status de colonia, Nicaragua no volverá a ser colonia.

La universidad pública no puede concebirse  como la cuna del conocimiento científico elogiado por su "neutralidad" epistémica-política y de intelectuales motivados nada más por posiciones abstractas. Se requiere incluso emplazar a aquellos intelectuales convencionales o tradicionales como los denominó Gramsci, que sirven de engranajes del sistema dominante, escudándose en una ciencia metafísica y distante de las demandas sociales, y que por vanidad o arrogancia reclaman para sí culto.

Es el momento histórico en el que la universidad pública y cada uno de los sujetos que la constituyen asuman el rol del verdadero revolucionario de este tiempo, ser soldado de las ideas y de la revolución como único camino hacia la emancipación social y nacional.

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