El movimiento espontáneo de masas: Nuestra Experiencia en Nicaragua

*Leonel Espinoza* 


“Cuanto más desesperante parecen las cosas tanto más radicales será la limpieza”

I.- un poco de conceptos y de historia.

Espontáneo deriva del bajo latín spontaneus, del latín clásico sponte (libremente, voluntariamente), que a su vez se origina en una voz griega.

Conforme el littré ( diccionario de la lengua francesa de Paul littré ) el adjetivo significa: 1) Que tiene su principio en sí mismo; 2) que se hace, se produce por sí mismo; 3)-  en fisiología- que no es producido por causa externa.

Autonomía, o independencia, o autoactividad, del movimiento de masas, han sido utilizadas como sinónimos, ¿de frente a que? . En primer lugar, de frente a los partidos políticos burgueses. Aunque también, el movimiento espontáneo de masas posee existencia propia frente a las formaciones políticas socialistas o comunistas.

V. I. Lenin

“Hemos consignado el apasionamiento general de la juventud intelectual de Rusia por la teoría del marxismo, a mediados de la última década del siglo pasado [siglo XIX]. También las huelgas obreras adquirieron, por aquella época, después de la famosa guerra industrial de 1896 en Petersburgo, un carácter general. Su extensión por todo el territorio de Rusia atestiguaba claramente cuán profundo era el movimiento popular que volvía a, y, al hablar del “elemento espontáneo”, es natural que precisamente ese movimiento huelguístico debe ser calificado, ante todo, de espontáneo.

Pero hay diferentes clases de espontaneidad. También durante la década del ‘70, y también en la del ‘60 (y aun en la primera mitad de siglo XIX) hubo en Rusia huelgas acompañadas de destrucción “espontánea” de máquinas, etc. Comparadas con esos “motines”, las huelgas de la década del ‘90 pueden incluso llamarse “conscientes”: hasta tal punto era considerable el progreso del movimiento obrero en aquel período. Eso nos demuestra que, en el fondo, el “elemento espontáneo” no es sino la forma embrionaria de lo consciente. Y los motines primitivos reflejaban ya un cierto despertar de lo consciente: los obreros perdían la fe tradicional en la inamovilidad del orden de cosas que los oprimía; empezaban, no diré que a comprender, pero sí a sentir la necesidad de oponer resistencia colectiva y rompían decididamente con la sumisión servil a las autoridades. 

Pero esto, sin embargo, más que lucha, era una expresión de desesperación y de venganza. En las huelgas de la última década del siglo pasado, vemos muchos más destellos de conciencia: se formulan reivindicaciones determinadas, se calcula de antemano el momento más conveniente, se discuten los casos y ejemplos conocidos de otros lugares, etc. Si los motines eran simplemente levantamientos de gente oprimida, las huelgas sistemáticas representaban ya embriones de lucha de clases, pero precisamente nada más que embriones.

En sí, esas huelgas eran lucha tradeunionista, no eran aún lucha socialdemócrata; señalaban el despertar del antagonismo entre los obreros y los patronos, pero los obreros no tenían, ni podían tener la conciencia del antagonismo irreconciliable entre sus intereses y todo el régimen político y social contemporáneo, es decir, no tenían conciencia socialdemócrata. En este sentido, las huelgas de la última década del siglo pasado, a pesar de que, en comparación con los “motines”, representaban un enorme progreso, seguían siendo un movimiento netamente espontáneo.

Hemos dicho que los obreros no podían tener conciencia socialdemócrata. Esta sólo podía ser introducida desde fuera. La historia de todos los países atestigua que la clase obrera, exclusivamente con sus propias fuerzas, sólo está en condiciones de elaborar una conciencia tradeunionista, es decir, la convicción de que es necesario agruparse en sindicatos, luchar contra los patronos, reclamar del gobierno la promulgación de tales o cuales leyes necesarias para los obreros, etc. [ ]. En cambio, la doctrina del socialismo ha surgido de teorías filosóficas, históricas y económicas que han sido elaboradas por representantes instruidos de las clases poseedoras, por los intelectuales. Por su posición social, también los fundadores del socialismo científico contemporáneo, Marx y Engels, pertenecían a la intelectualidad burguesa.

De modo que existían tanto el despertar espontáneo de las masas obreras, el despertar a la vida consciente y a la lucha consciente, como una juventud revolucionaria que, armada de la teoría social demócrata, tendía con todas sus fuerzas hacia los obreros. Además, importa sobre todo dejar sentado el hecho, frecuentemente olvidado (y relativamente poco conocido), de que los primeros socialdemócratas de ese período, al ocuparse con ardor de la agitación económica (y teniendo bien presente en este sentido las indicaciones realmente útiles del folleto, entonces manuscrito aún, Sobre la agitación ), lejos de estimarla como su única tarea, por el contrario, ya desde el comienzo se asignaban las más amplias tareas históricas de la socialdemocracia rusa, en general, y la de derrocar a la autocracia, en particular.

Así, por ejemplo, el grupo de socialdemócratas de Petersburgo, fundador de la Unión de Lucha por la Emancipación de la Clase Obrera, redactó, ya a fines de 1895, el primer número de un periódico, bajo el título de Rabócheie Dielo. Completamente preparado para la imprenta, dicho número fue recogido por los gendarmes cuando registraron el domicilio de uno de los miembros del grupo, A. A. Vanéiev [ ], en una irrupción hecha en la noche del 8 de diciembre de 1895. De modo que Rab. Dielo del primer período, no tuvo la suerte de ver la luz. El editorial de ese periódico (que, quizás dentro de unos 30 años, alguna revista como Rússkaia Stariná [ ] exhumará de los archivos del departamento de policía) esbozaba las tareas históricas de la clase obrera de Rusia, colocando en el primer plano la conquista de la libertad política. Luego seguía el artículo “¿En qué piensan nuestros ministros?”, dedicado a la disolución violenta de los Comités de Primera Enseñanza por la policía, así como una serie de artículos de corresponsales, no sólo de Petersburgo, sino también de otras localidades de Rusia (por ejemplo, sobre la matanza de obreros en la provincia de Yaroslavl).

Así, pues, este “primer ensayo”, si no nos equivocamos, de los socialdemócratas rusos de la década del ‘90 no era un periódico de un carácter estrechamente local, y mucho menos “economista”: tendía a enlazar la lucha huelguística con el movimiento revolucionario contra la autocracia y atraer a todas las víctimas de la opresión política del oscurantismo reaccionario para que apoyaran a la socialdemocracia. Y todo el que conozca, por poco que sea, el estado del movimiento en aquella época, no pondrá en duda que semejante periódico habría sido acogido con plena simpatía tanto por los obreros de la capital como por los intelectuales revolucionarios y habría tenido la más vasta difusión.

El fracaso de esta empresa demostró únicamente que los socialdemócratas de entonces no estaban en condiciones de satisfacer las exigencias vitales del momento, por falta de experiencia revolucionaria y de preparación práctica. [...] Por eso, es de extrema importancia dejar sentado que una parte (acaso la mayoría) de los socialdemócratas que actuaron en el período de 1895 a 1898 consideraba posible con toda razón, ya entonces, en los albores del movimiento “espontáneo”, intervenir con el más amplio programa y táctica de combate.

En lo que respecta a la falta de preparación de la mayoría de los revolucionarios, siendo un fenómeno completamente natural, no podía provocar ninguna aprensión particular. Desde el momento en que el planteamiento de los objetivos era justo, desde el momento en que había suficiente energía para intentar reiteradas veces lograr esos objetivos, los reveses temporales representaban una desgracia a medias. La experiencia revolucionaria y la habilidad de organización son cosas que se adquieren con el tiempo. ¡Lo único que hace falta es querer desarrollar en uno mismo las cualidades necesarias! ¡Lo único que hace falta es tener conciencia de los defectos, cosa que, en la labor revolucionaria, equivale a más de la mitad de la corrección de los mismos! 

Hasta aquí, Fragmento del que hacer de Lenin.

Así, la relación entre lo espontáneo y lo consciente fue y sigue siendo objeto de grandes debates representados, en aquel entonces, por Lenin, Rosa Luxemburgo. Kautsky, Proudhon, Bakunin, La Salle y otros.

Espontaneidad y conciencia no son procesos separables, ni mecánica ni cronológicamente, se trata de un desarrollo dialéctico. Es en el curso mismo de la lucha donde se adquiere progresivamente mayor conciencia de los deberes de esa lucha.  La vanguardia consciente se encuentra en un estado de permanente devenir. 

El movimiento espontáneo tiene su origen, como motor primario, en el instinto de conservación de la especie, en la necesidad de subsistencia, en el interés material. Los trabajadores se movilizan, abandonan la pasividad, la rutina, pasan de ser entes aislados a unirse con sus compañeros de trabajo, de las universidades, de los barrios, etc.  en un haz humano que se lanza a la lucha por sus intereses y los de todos, no porque un “conductor” los incite a ello, o porque un pensamiento consciente los despierte y fanatice, es la necesidad la que los empuja en busca de mejores medios de subsistencia y, porque no, a reconquistar su dignidad de hombres.

Rosa Luxemburgo

Rosa Luxemburgo  enumera algunos ejemplos: la erupción elemental de dos gigantescas huelgas en San Petersburgo a fines de mayo de 1896 y en febrero de 1897; las demostraciones callejeras espontáneas durante las agitaciones estudiantiles de marzo de 1901; la huelga de Bakú, en el Cáucaso, en marzo de 1902, la que estalló de manera fortuita; la huelga general que se produjo por sí misma en Rostov, sobre el río Don, en noviembre de 1902, con manifestaciones callejeras improvisadas, asambleas populares al aire libre y arengas públicas, que los más audaces socialistas recordarían años más tarde como una visión fantástica; después la grandiosa huelga general que, entre mayo y agosto de 1903, se extendió a todo el sur de Rusia. “El movimiento no es ya decretado desde un centro, conforme un plan preconcebido. Se desencadena en diversos puntos y por distintos motivos, adoptando las más variadas formas, para confluir luego en una corriente común”. Finalmente, en julio de 1904, la gigantesca huelga general de Bakú, inmediato preludio de la revolución que comenzaría en enero de 1905 con la huelga general de San Petersburgo.

Desde el verano de 1904, Rosa había advertido que el movimiento obrero ruso se hallaba en vísperas de grandes combates revolucionarios para la abolición del absolutismo, en el umbral o, mejor dicho, ya en un período de la más intensa actividad creativa, de ampliación de la lucha, febrilmente y de a saltos. La explosión revolucionaria de 1905 confirmaría en todos sus puntos la justeza de sus análisis y previsiones. “Aquí ya no se puede hablar ni de plan previo ni de acción organizada, pues los llamamientos de los partidos apenas logran seguir al movimiento espontáneo de la masa. Los dirigentes no tenían tiempo para formular consignas para una multitud revolucionaria que se lanzaba al asalto [...]. Durante toda la primavera de 1905 y hasta el pleno verano fermentó dentro del gigantesco imperio una infatigable lucha económica de prácticamente el conjunto del proletariado contra el capital”.

El contagio alcanzó a las profesiones liberales y la pequeña burguesía, al campo y hasta los cuarteles. “Esta primera y general acción directa de la clase [...] despertó por primera vez el sentimiento y la conciencia de clase de millones de hombres como por una sacudida eléctrica [...]. Esa masa tomó conciencia repentinamente, con una tajante claridad, del carácter insoportable de la existencia económica y social que había soportado pacientemente bajo las cadenas del capitalismo durante decenios. Así que, de manera general y espontánea, la masa comenzó a sacudir y tironear fuertemente sus cadenas...”.

En los principales establecimientos de los centros industriales más importantes se constituyen consejos obreros espontáneamente [...]. Sindicatos nuevos, jóvenes, vigorosos y alegres se yerguen como Venus de la espuma del mar [...] La marejada del movimiento se vuelca por momentos sobre todo el imperio, o se subdivide en una inmensa red de rápidos torrentes, o surge de las profundidades como una fuente viva, o se sume enteramente en el subsuelo”. Todas las formas de lucha “fluyen entrecruzadas, paralelamente, mezcladas, inundándose unas a otras; es un mar de fenómenos, eternamente fluctuantes, siempre en movimiento [...] es el pulso vivo de la revolución, al tiempo que su más potente rueda motriz [...] es el movimiento mismo de la masa proletaria”.

Y una cosa más. Las masas no se sublevan sino cuando la historia les suministra la ocasión y los medios.

Extractos de escritos de Rosa Luxemburgo.

Continuará...

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