CARLOS FONSECA: LA FUSIÓN DE LA INTELECTUALIDAD CON LA REVOLUCIÓN
*Por: Edelberto Matus*
“¿Se podría lograr una
alianza entre campesinos, obreros e intelectuales?” Preguntó el joven Carlos
Fonseca al poeta Manolo Cuadra.
El primer y más grande
intelectual del Frente Sandinista, es el Comandante Carlos Fonseca.
Según varias fuentes,
especialmente su mejor biógrafo y amigo de infancia, el escritor y empresario
radial recientemente fallecido, Chuno Blandón quien le dedicó a la
investigación de su vida, obra y legado varios de sus libros (sobre todo
“Carlos Fonseca y los intelectuales”), ya en su adolescencia el futuro fundador
del FSLN, Carlos Fonseca Amador, demostró no sólo su extraordinaria
inteligencia, su portentoso raciocinio y capacidad analítica y su inclinación a
la lucha social, producto de su conciencia social proletaria, sino una
consistente vocación intelectual que sería alimentada y patentizada a lo largo
de su vida.
A través de un minucioso
análisis de nuestra historia, el joven Carlos Fonseca logró encontrar en la
lucha del general Sandino contra la intervención yanqui en Nicaragua, la
fundamentación patriótica y antiimperialista que anclaría el Programa histórico
del FSLN en nuestras raíces y lograría fundamentar en ellas la aplicación del
Marxismo-leninismo adecuado a nuestra realidad socio-cultural.
Es decir que el
Comandante Carlos desarrolló, por la necesidad histórica de encontrar una
alternativa de lucha contra la dictadura somocista (que no fueran los
fracasados intentos organizativos de la derecha anti-somocista de entonces),
una enorme capacidad investigativa con notables resultados, propia de un
talentoso historiador profesional. Sin embargo, para él esto no era suficiente.
Transitando sobre sus
tempranas lecturas del Marxismo-leninismo, Carlos Fonseca llegó al materialismo
filosófico, a la concepción materialista y dialéctica de la historia,
comprendió la importancia de las doctrinas económicas, pero, sobre todo, la
crucial importancia de la lucha de clases, presente en la sociedad capitalista.
Estas herramientas labraron su conciencia de clase, abrieron camino para
entender la realidad nicaragüense y le dieron la certeza de la necesidad de
construir acá, en el ombligo de América, una sociedad alternativa, con una
educación no elitista y una cultura popular y diferente, para lo cual había que
construir una organización revolucionaria que primero eliminara a la dictadura
somocista.
En consecuencia, Carlos
Fonseca, a través de este arduo camino revolucionario, tuvo que transformarse
en historiador, filósofo, propagandista, ideólogo, paradigma y líder de un
movimiento revolucionario que aún continúa sobre la ruta que él dejó trazada.
Según sus amigos y
biógrafos, Carlos Fonseca desde niño (aun con todas las limitaciones que impone
la pobreza) se inclinó hacia la lectura no sólo de los textos escolares, sino
de todo lo que caía entre sus inquietas manos y ávidos ojos.
Hoy en día es muy
conocido que por su elevado coeficiente intelectual (según Chuno Blandón, “muy
cercano a la de un genio”) y su enorme disciplina, cosechó reconocimientos por
excelencia estudiantil y a muy temprana edad empezó a colaborar y luego a dirigir
algunas revistas estudiantiles de contenido cultural y político (empezando con
“Segovia”, aun cursando la secundaria y continuando en la universidad con “El
Universitario”, ya más enfocado en objetivos políticos y de la lucha por la
autonomía universitaria de la UNAN), escribe artículos para el periódico “El
gran Diario” del poeta y periodista anti-somocista Adán Selva y también
colabora brevemente con el periódico del Partido Socialista, hasta llegar a
escribir (a la par de su praxis política, organizativa y militar) varios libros
y una gran cantidad de publicaciones que después de 1979 serían recopilados y
publicados por el gobierno revolucionario sandinista en un par de tomos.
En su faceta de teórico e
ideólogo, el Comandante Carlos (partiendo de aquella tesis de graduación de
bachiller que escribió bajo el título de “El Capital y el Trabajo”, hasta un 8
de octubre de 1976, en que puso el punto final a sus “Notas sobre la montaña”,
en algún lugar entre Las Bayas y Cusulí) nos legó un gran número de
importantísimos escritos políticos.
Sólo una selección de ellos, elaborada por el
Instituto de Estudios del Sandinismo y publicada por la Editorial Nueva
Nicaragua en 1981, en trescientas treinta y ocho páginas, dejó a las nuevas
generaciones de revolucionarios un mar de sabiduría, preocupación y amor por el
sandinismo y su lucha, contenido en nueve trabajos extensos o libros, cinco
proclamas y mensajes, una declaración en interrogatorio policial y cinco
entrevistas, artículos y crónicas. Esto sin contar el enorme volumen de
escritos capturados por la GN, dispersos o extraviados para siempre en los
avatares de la lucha.
Carlos, como lo hizo
nuestra mayor referencia cultural, Rubén Darío, se construye intelectualmente a
sí mismo, alimenta permanentemente una voracidad in crescendo de saber, de
conocer, inclusive (como aquél) se enclaustra en bibliotecas en busca de respuestas
y a la par va construyendo un entorno social aunque austero, minuciosamente
escogido, de hombres y mujeres del conocimiento y las artes (recordemos, por
ejemplo, que muy joven participó en el círculo literario “Nuevos horizontes “
fundado por la primera poetisa nicaragüense, María Teresa Sánchez) que aportan
a su formación intelectual y humanística, sin perder de vista y trabajar
incansablemente por el objetivo de su vida: La Revolución.
Como hombre de letras,
llegó a tener en vida gran reconocimiento y alguna relación en distintos
momentos con prominentes intelectuales nacionales de izquierda y derecha
indistintamente (entre ellos Angelita y Ricardo Morales Avilés, Pablo Antonio
Cuadra, José Coronel Urtecho, Lisandro Chávez Alfaro, Edelberto Torres
Espinosa, Fernando Gordillo, Mariano Fiallos Gil, GRN, Manuel Díaz y Sotelo,
Edwin Castro Rodríguez, Juan Aburto, María Teresa Sánchez, Mario Cajina Vega,
Guillermo Rothschuh Tablada, Conchita Palacios, Chuno Blandón, Ernesto
Cardenal, Julio Valle-Castillo, Manolo Cuadra y muchos otros) y con
intelectuales extranjeros de la talla de Roque Dalton, Carlos Luis Fallas,
Jean-Paul Sartre (quien intercedió ante las autoridades ticas por la no-extradición
del comandante Carlos Fonseca hacia Nicaragua a través de una carta que fue
igualmente firmada por trece premios Nobel de la época) y otros.
Tengamos en cuenta que
estamos hablando de un hombre que se “movía” entre la clandestinidad, la
guerrilla y era hecho frecuentemente prisionero y no en salones, clubes ni la
vida pública.
Estas relaciones fueron
construidas por el comandante Carlos no por veleidades o figuración, sino que,
siguiendo siempre los objetivos de la lucha contra la tiranía somocista, sin
embargo, como dice el poeta Iván Uriarte:
“Carlos Fonseca propició, desde los límites
que la clandestinidad le impuso, no sólo el cambio político de Nicaragua, sino
que también el rumbo nuevo a nuestras letras. Su encuentro con los dos poetas
más importantes de su tiempo (Pablo Antonio Cuadra y José Coronel Urtecho) lo
demuestran plenamente. Coronel, desde la noche que fue interpelado directamente
por Carlos Fonseca cambió el rumbo de su poesía, tal como lo demuestra la
novedad de sus textos…Y Pablo Antonio Cuadra… (Cambió) tanto su pensamiento cotidiano
que expresaba desde sus Escritos a Máquina, como su poesía sensibilizada
profundamente, y de algún modo lo hicieron ahondar en el mundo indígena y
lograr una visión amplia y humanamente social del nicaragüense mismo.”
Uriarte hace también una
observación muy importante y que revela la enorme influencia transformadora que
el Comandante Carlos ejerció sobre otros que más tarde jugarían un rol
descollante en la historia del FSLN y Nicaragua, pues “… a su vez Carlos ya había
dejado tras de sí una estela de poetas e intelectuales nuevos desde Marcos
Altamirano y el mismo Chuno Blandón en Matagalpa hasta los poetas guerrilleros
Ricardo Morales y Leonel Rugama”.
El Comandante Carlos
Fonseca encuentra y explota una enorme veta revolucionaria en el incipiente
movimiento estudiantil universitario de León, que se transforma, gracias a su
trabajo incesante y su propio ejemplo (luego de su participación combativa en el
Chaparral) en la más importante cantera de cuadros y colaboradores del FSLN. La
UNAN de León, a finales de la década del cincuenta y principios de los sesenta,
bullía en una gran efervescencia revolucionaria, alimentada por los ecos del
triunfo de la Revolución cubana y los levantamientos armados contra la
dictadura somocista de la época.
Cientos de jóvenes
provenientes de todo el país y de todos los estratos sociales buscaban (a la
par de su formación profesional formal) dar curso a sus inquietudes
intelectuales, artísticas y rebeldes anti- sistémicas. La creación del FER (y
más tarde del CEUCA en Managua) sobre todo, “la toma” por el sandinismo de esas
organizaciones estudiantiles, fueron el mayor logro organizacional del joven
FSLN, encabezado por su máximo dirigente, quien no escatimó esfuerzos para
encauzar ese enorme borbollón y potencial revolucionario.
Debidamente matriculado
en la Universidad, su esfuerzo principal nunca estuvo en la formalidad de
conseguir un título universitario, sino de guiar a muchos jóvenes, maestros y
ciudadanos a las filas del sandinismo militante y combatiente, sin embargo pronto
también se destaca entre la comunidad educativa como estudiante, orador,
intelectual y líder, donde cohabita e influye en jóvenes estudiantes que más tarde llegaran a destacarse en las
letras y las ciencias como por ejemplo los médicos e intelectuales Manolo
Morales y Joaquín Solís Piura y el filósofo Alejandro Serrano Caldera. Sin
embargo, a la par de todo eso, el trabajo del Comandante Carlos dirigido a la
organización de la base guerrillera y clandestina nunca cesó.
Los exilios del
Comandante Carlos nunca fueron “remansos de ocio” muy por el contrario, fueron
importantísimos periodos de preparación guerrillera, organización partidaria
interna, calibración de las tácticas y estrategias de lucha, planificación de
los golpes venideros al régimen somocista, reclutamiento de nuevos militantes
para la causa, búsqueda de recursos y elaboración de los documentos más
trascendentales del sandinismo. También estos períodos de alejamiento forzado
del principal teatro de la lucha del FSLN, sirvieron para el enriquecimiento y
aporte intelectual de un hombre incansable.
Está documentada su
colaboración con la elaboración de la mayor obra histórico-biográfica sobre el
príncipe de las letras castellanas, escrita por el profesor Edelberto Torres
Espinosa (“La dramática vida de Rubén Darío”) que es la primera obra histórico-biográfica
que alumbra diáfanamente desde la perspectiva del compromiso social, patriótico
y antiimperialista al máximo genio de las letras castellanas.
Es importante señalar que
esas investigaciones bibliográficas de Carlos Fonseca sobre la vida y obra del
Darío hechas en Costa Rica, según reconocería más tarde el propio Comandante,
también influyeron en él mismo. “…Don Edelberto me hizo conocer a un Darío
diferente, el de la oda a Roosevelt”, diría después el propio Comandante.
De igual manera en los
largos años de exilio en Cuba, la revista cultural Casa de las Américas, le
publicó algunos artículos suyos sobre asuntos varios, tratados con erudición y
amenidad.
Así mismo, fue importante
su trabajo como crítico de escritos y obras de cuadros sandinistas
comprometidos con el estudio de la historia, la realidad nacional, la coyuntura
política, asuntos internos del sandinismo (éticos, partidarios, tácticos y
estratégicos) y sobre todo la necesaria temática teórica-revolucionaria,
principalmente los trabajos de investigación social, sobre el General Sandino y
el Sandinismo de Jaime Wheelock, Humberto Ortega (ambos entonces miembros de un
grupo de estudios formado en Cuba y presidido por el Comandante Carlos y
actualmente fuera del FSLN), Angelita Morales Avilés y otros.
El compañero periodista
William Grigsby Vado, decía en uno de sus programas radiales que podemos leer y
releer la obra escrita del Comandante Carlos Fonseca y siempre encontraremos
cosas nuevas, hallazgos que nos dan una idea de su grandeza como revolucionario,
líder, ser humano y hombre de su tiempo. Nada más exacto, pues la biografía de
este enorme héroe nacional entraña aspectos que abarcan los asuntos,
preocupaciones y luchas más importantes de la época que le tocó vivir y que hoy
marcan nuestra historia y devenir. Veamos alguno de ellos:
El conocimiento de
nuestras raíces culturales, el rescate de nuestra historia y cultura,
especialmente la literatura (prosa y poesía) de manos de las élites
conservadoras para entregársela al pueblo (entendiendo que la cultura es una de
las principales herramientas ideológicas que puede ser usada indistintamente
como arma de dominación o de liberalización), propósito que toma cuerpo en la
recuperación -como gesta libertaria- del General Sandino, la jornada patriótica
de San Jacinto, sus jefes y soldados del pueblo; de los poetas y héroes
Rigoberto López Pérez y Edwin Castro Rodríguez, además de Ausberto Narváez,
Cornelio Silva y otros compañeros ligados al plan y ejecución del
ajusticiamiento del tirano; la divulgación de la obra y posición política de
nuestra máxima gloria cultural, Rubén Darío, la lucha por la Autonomía
universitaria; la organización del estudiantado alrededor de los intereses del
pueblo; el acercamiento con la intelectualidad burguesa y pequeño burguesa para
atraerla hacia posiciones políticas progresistas, la influencia dirigida a
formar cuadros políticos anti-somocistas y anti-sistémicos dentro de la
juventud…Como decimos popularmente: !Qué bárbaro! ¿De dónde sacó el Comandante en Jefe el
tiempo y la fuerza para hacer tanto en tan poco tiempo de vida?
Guiados por el certero y
exigente criterio del Secretario General (el comandante Carlos Fonseca), aun
siendo pocos y todos llenos de tareas prácticas y misiones necesarias para la
consolidación del FSLN, guerrilleros como Silvio Mayorga, José Benito Escobar,
Tomas Borge, Oscar Turcios, Julio Buitrago, Angelita Morales, Pedro Arauz, Juan
José Quezada, Ricardo Morales, Bayardo Arce, Leonel Espinoza, Charlotte
Baltodano y otros de sólida formación marxista-leninista (como el Comandante
Eduardo Contreras que traduce para una editorial mexicana los tomos de “El
Capital “de Carlos Marx, directamente del alemán al español) escriben y
publican -clandestina o abiertamente- un importante número de documentos y
obras que dan cumplimiento a los objetivos arriba mencionados.
No olvidemos que hasta
llegar a mediados de los años setenta, cuando culmina el proceso de discusión y
se hace realidad la división interna en tendencias, muchos cuadros del Frente
Sandinista, como parte de su compromiso con la lucha y aprovechando sus talentos
individuales para la investigación y escritura, produjeron una cantidad
considerable de documentos y libros de importancia capital para la
consolidación del conocimiento crítico y profundo (además de la propaganda del
movimiento hacia afuera) del basamento ideológico y político del Frente
Sandinista.
La literatura (la poesía
en mayor medida) comprometida con la lucha del pueblo, floreció en medio de esa
coyuntura de riesgos y persecuciones. Como dice Chuno Blandón, que ha creído
oportuno recordar esta faceta tan importante de Carlos, no sólo como poeta,
estudioso de las escuelas literarias y miembro de círculos afines, sino como un
firme creyente de que los intelectuales, por su mayor nivel cultural, tomarían
conciencia del importante papel que les tocaría jugar en la lucha por la
liberación nacional y la consecución de una sociedad más justa:
“El surgimiento de jóvenes poetas como
Francisco Buitrago Castillo y Jesús López Zeledón, caídos en la montaña, Leonel
Rugama, Rosario Murillo, David Macfield, Francisco de Asís Fernández y otros
tantos que fueron sumándose en la década del 70 [entre ellos una generación de
jóvenes poetas chontaleños sandinistas encabezados por el mártir de la
Revolución, Ahmed Campos], le fue dando la razón al líder guerrillero…”
Este ciclo virtuoso de la
cultura y la Revolución daría paso a la aparición de importantísimos
movimientos literarios y artísticos como el Grupo Ventana en León (en
contraposición al Movimiento de Vanguardia iniciado en Granada, que proclamaba
el arte burgués y elitista), liderado por Fernando Gordillo; el Grupo Praxis en
Managua (quizá el más importante movimiento pictórico anti-oligárquico de
Centroamérica, que influyó en casi todas las manifestaciones intelectuales y
artísticas del país) y por supuesto, la conformación del Grupo Gradas, creado y
dirigido en 1974 por la joven poetisa Rosario Murillo (con la participación de
otros poetas, entre ellos Raúl Orozco, Ciro Molina y Guillermo Menocal;
pintores como Genaro Lugo, Efrén Medina y otros, sin faltar la música y el
canto), que según el escritor Carlos Midence:
“…se convertirá en el movimiento de
resistencia cultural de mayor relevancia en el FSLN…” y donde, según se lee en
una de sus proclamas, “…se reunirán todos los intelectuales nicaragüenses
conscientes de su responsabilidad como factores de cambio de la sociedad y
dispuestos a asumir una patria digna…”.
El triunfo de la
Revolución Popular Sandinista traería el florecimiento y patrocinio por parte
del gobierno sandinista (aun en medio de la guerra impuesta por los yanquis) de
un amplio, profundo y valioso renacer del arte y las letras nicaragüenses de contenido
verdaderamente inclusivo, democrático y revolucionario.
La poesía, la narrativa, las artes plásticas,
el teatro, la música, la danza y todas las manifestaciones folclóricas y de
profunda raigambre popular, se fundieron con las corrientes del arte clásico y
contemporáneo internacional.
Nunca en la historia de
Nicaragua se publicaron y distribuyeron entre la población tantas obras sobre
arte y literatura nacional y universal, sobre la historia de nuestro país y de
la lucha por la libertad desde una óptica popular y revolucionaria. Y ahora que
la Revolución Popular Sandinista ha reanudado su marcha, dirigida por el
Comandante Daniel Ortega y la compañera Rosario Murillo, el arte, las letras,
la música y las ciencias resurgen para pintar, cantar y alumbrar el camino del
progreso del pueblo nicaragüense, quien es su verdadero manantial y razón de
ser.
Todo esto, siempre
influenciado por el sueño y el trabajo de Carlos Fonseca, un intelectual
revolucionario sui-generis, cuyo andar poético público lo dejó grabado en un
sencillo y bello poema “de inspiración vanguardista”, dedicado al más humilde de los muebles de la
choza campesina o de la cocina de la casona de antaño del patrón, que
implícitamente nos recuerda la contradicción de la pobreza y la opulencia, que
sólo se resuelve mediante la lucha revolucionaria y que el Comandante Tomás
Borge (su amigo de infancia, compañero de lucha y uno de los mejores poetas
sandinistas) nos transcribe:
16 VERSOS DEL MOLENDERO
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Animal de madera
zopilote raro
sin alas cuadrúpedo
sin canto de zopilote
con el lomo chato
terroso terrestre
Tres veces al día
baño de los platos,
cementerio temporal
de los platos rotos
comedor ocasional
de los gatos
No te pareces a tu papá
carpintero
los ricos con sobras te
alimentan
los pobres sin sobras te
hacen ayunar.
Es imposible no citar en
este artículo las palabras (también impresas en el libro del escritor Chuno
Blandón, “Carlos Fonseca y los intelectuales”) del poeta y maestro Guillermo
Rothschuh Tablada, mentor del joven Carlos Fonseca en el Instituto “Miguel Ramírez
Goyena” de Managua:
“En el Ramírez Goyena sus
tareas fundamentales fueron: organizar la biblioteca que aún no existía.
Organizó un fichero sistematizado, catalogando hasta a los más pequeños
detalles, pues las decisiones de Carlos eran lentas, prolongadas, pero
seguras…Carlos en esencia era un estudioso, un incansable lector, un devorador
de libros, fichador de secretos, polilla de testimonios, ratón de
biblioteca…poco a poco lo conocí mejor. ¡Era fantástico!”
El poeta y maestro
chontaleño, impactado positivamente por aquél muchacho miope y flaco que
gustaba de leer “El Manifiesto comunista”, “El Origen de la propiedad privada,
la familia y el Estado” o “Viñas de la Ira” y “El Canto General” con la misma
pasión y provecho y que ya hombre entregó su vida a los sueños libertarios del
pueblo nicaragüense, dedicó al héroe varios poemas. He aquí uno de ellos:
TODOS MÁS UNO
Si en el centro de la
Plaza Pública
Le hacen un monumento a
Carlos
Ni metales ni mármoles
pongan
Cinco millones de pies
pónganle encima
Y verán cómo se levanta y
anda.
Se me olvidaba citar que
cuando el joven Carlos Fonseca se presentó ante el director del Instituto
“Ramírez Goyena” con “una revista literaria editada por él y un rollo de
poemas…” de su propia inspiración y su “valijita de madera”, únicamente
exclamó:
“Soy poeta…”
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Nota: Como es obvio,
parte del material de este artículo está basado en el magnífico libro (que
recomiendo leerlo a los compañeros que no lo hayan hecho) " Carlos Fonseca
y los intelectuales", del escritor y biógrafo del Comandante, Jesús "Chuno"
Blandón.
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