C.A. y su reconocimiento estratégico al principio de una sola China Geopolítica de la istmicidad
Por: Jonathan Flores*
En
la actualidad Centroamérica experimenta uno de esos procesos regionales que son
determinantes para el futuro geopolítico de cualquier región del mundo, tal
como lo fue su proceso de independencia del imperio colonial español en 1821.
Nos referimos al acercamiento regional con la República Popular de China,
gestada con más intensidad en la última década. Para profundizar en este
análisis, cabe reflexionar sobre ciertas preguntas que nos permiten ver a la
región centroamericana desde una perspectiva geopolítica de escala mundial.
Por
ejemplo, ¿qué es lo que hace tan relevante a una región tan pequeña
geográficamente y tan desigual socioeconómicamente?
¿El
acercamiento de Centroamérica hacia la República Popular China representa una
pérdida irreparable de influencia de Estados Unidos en la región central? Y,
por último, ¿se puede hablar de una geopolítica de la istmicidad que haga
atractiva la región para su inserción estratégica en el nuevo tablero mundial
multipolar? Empezaremos el análisis tratando de responder estas preguntas
planteadas.
La relevancia geopolítica de Centroamérica
La
región de Centroamérica ha sido considerada una de las regiones más vulnerables
o con mayores incidencias frente a los diversos procesos no solo naturales,
como son los desastres naturales y el cambio climático, sino geopolíticos.
Tras
la colonización europea, la región fue subordinada a los intereses de las
metrópolis coloniales y no existía como tal una configuración política que
permitiera responder como un bloque regional contra el régimen colonial. Los
primeros matices de una configuración regional funcional empezaron a tener
forma con los procesos independentistas en las primeras dos décadas del siglo
XIX, cuando las provincias centroamericanas logran su independencia formal de
la corona española en 1821.
Sin
embargo, el proyecto político independentista no logró concebir un modelo
sociopolítico incluyente. Las nuevas repúblicas nacieron con el cordón
umbilical unido a una especie de conservadurismo colonial autónomo; desde
entonces, la región se ha desarrollado de forma desigual perpetuada por las
pugnas arraigadas entre sectores elitistas e ínter oligárquicos y su
contradicción con los sectores populares.
A
pesar de esas vicisitudes políticas y sociales, la región centroamericana
mantiene una relevancia extrarregional por su privilegiada a la vez desdichada
posición geográfica. Digo desdichada, porque su posición estratégica ha sido un
atractivo irrenunciable para los intereses de las potencias coloniales que solo
han visto a la región una zona de influencia, frustrando sistemáticamente su
proyecto de autonomía y autodeterminación.
Las
potencias coloniales tradicionales configuraron a la región centroamericana
únicamente como un punto de apoyo para expandir sus intereses interoceánicos.
Un clásico ejemplo de ello fue la ambicionada construcción de un canal
interoceánico, que fue punto de inflexión entre las potencias europeas y
Estados Unidos.
La
región sigue siendo relevante debido a los alcances de la globalización, la
expansión del comercio y, a su vez, por la necesidad de permitir la conexión
global no solo de norte a sur, sino de este a oeste.
El acercamiento de la región con China
En
alusión a la segunda pregunta voy a empezar diciendo que históricamente Estados
Unidos ha basado sus relaciones con América Latina no de una forma diferenciada
a las potencias coloniales europeas, sino que ha seguido un mismo patrón, mejor
conocido como neocolonialismo. No es casual que dentro del argot geopolítico
estadounidense la región latinoamericana siga considerándose como su “patio
trasero” por ser su esfera de influencia inmediata, sustentada en la doctrina
Monroe “América para los americanos” de principios del siglo XIX.
Esto
se sustenta en el proyecto político del filibustero William Walker, que tenía
pretendido anexar Centroamérica a los estados confederados del sur, cuyo
propósito era incorporar la mano de obra centroamericana al modelo de
producción esclavista; y, al mismo tiempo, ampliar la influencia y dominio del
congreso norteamericano frente a los estados abolicionistas de la esclavitud
que propugnaban un modelo basado en el desarrollo de la industria y la
expansión comercial.
La
región centroamericana en la actualidad sigue conservando esa relevancia
geoestratégica para los intereses de los nuevos actores influyentes en el plano
internacional. El siglo XXI, el acercamiento hacia la República Popular China
como potencia emergente, ha significado un cambio de paradigma en la forma de
establecer relaciones internacionales.
Desde
el contexto de la Guerra Fría las naciones centroamericanas habían manifestado
el reconocimiento diplomático a la Provincia de Taiwán, este apoyo se alineaba
a los intereses geopolíticos estadounidenses en Asia. Taiwán había logrado que
las naciones centroamericanas reconocieran su independencia mediante la
diplomacia del dólar, dando lugar un pragmatismo político que satisfacía los
intereses de ambas partes al menos a corto plazo mediante una cooperación
condicionada por parte de Taiwán.
Sin
embargo, el creciente liderazgo de la República Popular China, su rol en la
redefinición del sistema internacional y el peso en la economía global,
acompañado con la pérdida de influencia de Estados Unidos en la región, las
naciones centroamericanas han ido rompiendo relaciones y vínculos políticos con
Taiwán y estableciendo relaciones diplomáticas y comerciales con China
continental mediante el reconocimiento y adhesión al principio de una sola
China.
Pero
al mismo tiempo, China ha basado sus relaciones bajo el principio de
autodeterminación y no intromisión en los asuntos internos de las naciones
centroamericanas. Esta nueva forma de relaciones representa para las naciones
centroamericanas opción racional para posicionarse dentro del nuevo orden
multipolar y reducir la influencia hegemónica que tradicionalmente ha ejercido
Estados Unidos en la región.
El
primer país que estableció vínculos diplomáticos plenos con China fue Costa
Rica en el año 2007, le siguió Panamá en el 2017, El Salvador en el 2018,
Nicaragua en el 2021, Honduras en el 2023. Guatemala y Belice han sido los
únicos países del istmo que aún no han establecido relaciones oficiales con la
República Popular de China, manteniendo su apoyo diplomático a Taiwán.
La
nueva política exterior de la región está basada en una mirada de largo plazo y
sustentada en el realismo político, dado el rol estratégico que ha cobrado
China en las últimas décadas a nivel global. China representa para
Centroamérica un socio económico y comercial estratégico para alcanzar su
desarrollo, al mismo tiempo es un aliado político en el marco del
multilateralismo.
Por
otra parte, para China la región centroamericana significa una zona estratégica
no solo por su posición geográfica y por ser una vía de comunicación atractiva
para las relaciones y la logística comercial y militar de China, sino porque
también significa una expresión de la capacidad de China de garantizar sus
aliados estratégicos en una región tradicionalmente dominada por su principal
rival como lo es Estados Unidos.
La geopolítica regional
Por
geopolítica de la istmicidad se puede entender particularmente como la relación
del espacio geográfico y la posición estratégica de la región centroamericana
que le otorga el estatus internacional de ser una región atractiva, relevante y
determinante para las relaciones e intereses de los actores hegemónicos
tradicionales y los actores emergentes que ejercen una influencia importante en
el tablero mundial.
Centroamérica
sigue siendo vista como un espacio de interconexión entre el Atlántico y el
Pacífico, por lo tanto, la perfila como una ruta de relevancia geoestratégica
para las potencias antagónicas.
Esta
geopolítica regional a su vez se convierte en un activo estratégico que las
naciones centroamericanas han calculado que pueden aprovechar para garantizar
su inserción en el nuevo orden mundial multipolar y asegurarse con ello los
recursos, apoyo y participación directa e indirecta en el nuevo orden
multipolar del que China ha ejercido un liderazgo evidente.
La
istmicidad estratégica de la región la sitúa en una tensión entre la necesidad
de Estados Unidos de disminuir y frenar la influencia de China en la región, y
al mismo tiempo prevalece la necesidad de China de acentuar su liderazgo y
fortalecer sus relaciones de cara a garantizar el firme apoyo de los estados
centroamericanos a la soberanía que China reclama sobre Taiwán.
El
reconocimiento estratégico de la mayoría de los países centroamericanos hacia
el principio de una sola China y, por consiguiente, el fortalecimiento de las
relaciones diplomáticas y comerciales, constituye una oportunidad para que la
región puede armonizar e impulsar como bloque regional estratégico políticas
comunes que le permitan tener mayor alcance y capacidad de negociación en el
plano internacional.
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