HUGO CHÁVEZ, FUNDIDO CON UN METAL INDESTRUCTIBLE
-Por: Víctor Manuel Ramos
La primera vez que oí
hablar de Hugo Chávez fue cuando él encabezó una sublevación militar para
derrocar al régimen proyanqui que desgobernaba Venezuela. En esa ocasión no
tuvo éxito y fue puesto prisionero, pero asumió, con la valentía que siempre lo
caracterizó, toda la responsabilidad por los acontecimientos. Más tarde, luego
de ser liberado, cuando Fidel lo señaló como un líder con grandes perspectivas,
dije yo: Si Fidel lo dice, así debe ser. Y así fue.
Ciertamente el
levantamiento patriótico militar fue derrotado, pero el mensaje que Chávez
envió al pueblo caló profundamente porque muy pronto arrasó en las elecciones y
fue electo presidente de Venezuela. Justamente al tomar posesión su juramento
fue para comprometerse con la refundación de Venezuela e inmediatamente convocó
a una Asamblea Nacional Constituyente que redactó una nueva constitución que
sentó las base de la nueva República Bolivariana de Venezuela, dueña de sus
recursos, de su libertad y de su soberanía. Pero también hermana consecuente de
los demás pueblos de América Latina y el Caribe con quienes compartió los
recursos que la madre tierra acumuló dentro de las fronteras bolivarianas.
Los sucesivos mandatos de
Hugo Chávez al frente de la República Bolivariana de Venezuela fueron la
confirmación de su ideal de convertir a la Patria fundada por Bolívar en la
bandera continental del cambio hacia el progresismo y la autodeterminación y al
disfrute de los venezolanos de los recursos naturales que en el otrora estaban
en manos de las compañías extranjeras, recursos por los cuales pagaban unos
tributos miserables porque se entendían muy bien con los gobernantes
vendepatria que eran los beneficiarios de las migajas.
Chávez se convirtió, por
estas actitudes libertarias, en el causante de dolores de cabeza para los gobernantes
de Los Estados Unidos. No podían aceptar que la semicolonia se les fuera de las
manos. Fue entonces cuando comenzó el imperio a querer doblar el brazo a Hugo
Chávez, al pueblo venezolano y a los pueblos de América Latina y del Caribe que
encontraban el camino hacia la satisfacción de las necesidades de sus pueblos,
pueblos que habían elegido mandatarios en perfecta sintonía con Chávez y con
los deseos de ir hacia adelante, hacia la independencia, la soberanía y el
bienestar social.
Hace diez años pasó a la
eternidad el Comandante Hugo Chávez. En vida él fue como un abuelo generoso que
abrió las puertas de su casa a los pueblos de América Latina y el Caribe para
que les contara el cuento de cómo ser libres y soberanos. Entonces se le
ocurrió construir una casa en donde cupieran todos en igualdad de condiciones y
no en sometimiento como ocurre en la desprestigiada OEA. Esa casa se llamó
CELAC y es ahora el cobijo de nuestros pueblos en su lucha en contra de las
voraces intenciones monroístas que siempre ha albergado el Tío Sam, deseosos de
tenernos como su patio trasero para expoliar las riquezas que la Madre Tierra
nos brindó.
Hace diez años el
Comandante Hugo Chávez Frías dio un paso definitivo hacia la eternidad. Los
yanquis, sin embargo, siguen temiéndole a su palabra, por eso el señor Biden,
con una acción de su confusión mental, ha vuelto a prolongar la ley que declara
de Venezuela una amenaza para la seguridad de la Gran Potencia dueña de
arsenales nucleares, de bombarderos estratégicos, de submarinos atómicos.
Porque, está claro, la República Bolivariana de Venezuela no puede ser una
amenaza para Los Estados Unidos, por el contrario, son Los Estados Unidos la
verdadera amenaza para Venezuela Bolivariana, para los demás países del
Continente Americano y para muchísimos países del mundo.
Después de la ola
progresista presidida por Evo Morales, los esposos Kirshner, Lula y Vilma,
Lugo, Correa, Daniel, Zelaya y Mujica,
vino un retroceso que ahora se ha vuelto a superar.
Y en este nuevo impulso
claro que tiene que ver el pensamiento de Chávez auténticamente bolivariano, la
sabiduría de Fidel, auténticamente martiana y las ansias libertadoras de
Bolívar y los demás patriotas independentistas de Nuestra América. Por eso
podemos decir que Nuestra América se encamina con paso firme a la liberación
definitiva y eso asusta, les quita el sueño, a los imperialistas. Por eso, yo
digo que es muy difícil que vuelvan las Bannana Repúblics en el continente
martiano y bolivariano, porque ahora el único país que se comporta como Bannana
Republic es la Unión Europea sometida a los dictados norteamericanos en contra
de los intereses de los europeos.
Chávez y su acción y su
pensamiento son invencibles, eternos. Y hay razón, porque yo me atrevería a
afirmar que fue fundido con una amalgama invencible: con el acero –inoxidable,
por cierto- del Libertador Bolívar, con el oro insuperable de Martí, con el
platino invencible de Fidel. Una amalgama resistente al odio racial, a la
opresión, al saqueo de los recursos naturales, a la degradación de los
humildes. Eso es Chávez: el metal de nuestra liberación continental y
universal. Un metal que antes no estaba en la Tabla periódica de los elementos.
Decía un escritor peruano
que en Perú en donde se pone el dedo salta pus y nuestro Rafael Heliodoro Valle
afirmó que la historia de Honduras se puede escribir con una lágrima. Pero eso
es cosa del pasado. La historia venidera de Honduras será una sonrisa porque
aquí, en nuestra tierra, el pensamiento chavista ha calado hondo entre los
hondureños que aman de verdad a Honduras y a la patria continental bolivariana.
Por eso a los que nos
dicen que no quieren ser como Cuba, como Venezuela o como Nicaragua, el pueblo
habrá de responderles: queremos ser como Cuba con sus avances en salud y
educación, queremos ser como Venezuela con su programa millonario de
construcción de viviendas para el pueblo, queremos ser como Nicaragua por la
seguridad en que viven los nicas dueños ahora de los destinos que fijó Sandino.
El poeta Óscar Acosta, en un poema dedicado a su padre pedía: “Que no descance en paz”. Y justamente eso queremos de Hugo Chávez; Qué no descanse en paz, que recorra el espinazo de la América para impulsar con su pensamiento y su palabra el luminoso destino que predijeron Bolívar y Martí, y que el dulce poeta cubano llamó Nuestra América.
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