Un mundo por definirse

Imagen tomada de la web


Por: Josseline M. Berroterán 

Sin duda el año 2022 ha sido determinante, ha marcado la historia política, económica y social de la humanidad, auguró cambios importantes y da el espacio para pensar desde otra lógica las relaciones internacionales, pasar del pensamiento tradicional y las interpretaciones clásicas a un marco referencial multidimensional.

En ese sentido, revisar los hechos más relevantes del año 2022 en la arena internacional permite visualizar con mayor claridad lo que podría ser el futuro en años consecutivos. Diferentes análisis prospectivos han visionado lo que líderes políticos han declarado: el inicio hacia un mundo multipolar, en donde las relaciones económicas y políticas se encuentran soportadas por la dependencia y el crecimiento mutuo entre los estados. De igual manera se ha agudizado la crítica hacia el calentamiento global y el hecho de una sociedad cada vez más abierta, en el que las ideologías tradicionales han evolucionado hacia una condensación compleja y sin definirse, con el que las nuevas generaciones se identifican: el mundo de la indefinición.

El año 2022 se inició con lo que se ha denominado el principal acontecimiento de la historia reciente de occidente y Asia, que continúa generando titulares en la prensa internacional; el conflicto bélico entre Rusia y Ucrania (24 febrero) en el que se refleja un choque entre modelos, uno que se resiste a morir y otro que lucha por nacer, siendo esto parte del proceso de la eclosión del mundo multipolar.

Las repercusiones, como en cualquier choque de paradigmas han sido devastadoras y contribuyen a reforzar los argumentos de que el mundo y sus relaciones son cada vez más dependientes, por lo tanto, al afectarse un engranaje del sistema, se afecta todo el funcionamiento del mismo. En el caso de los países de América latina, la mayor afectación se percibió en el incremento del precio de los combustibles y con ello el aumento de la carestía de la vida, así como el incremento de la pobreza y la profundización de la desigualdad.

Las constantes escaladas en los tipos de interés aplicados por el Sistema de Reserva Federal de EE.UU marcaron el año 2022 en el ámbito económico, provocando efectos directos e inmediatos en los mercados financieros y las principales economías del mundo, agudizando la inestabilidad del sistema financiero internacional.

En Latinoamérica ocurrieron acontecimientos que han ido determinando la agenda política de la región y redefiniendo las alianzas entre los Estados; desde procesos electorales, pasando por Lawfare  (judicialización de la política)hasta golpes de Estado. La región inauguró el año con la toma de posesión de Xiomara Castro en enero, convirtiéndose en la primera mujer que asume la presidencia de Honduras y con diversos retos por delante, corrupción política en el Estado, inseguridad ciudadana e inestabilidad política en un sistema fragmentado que prescinde de la legitimidad ciudadana.

En la frontera norte de México se experimentó un fuerte flujo migratorio hacia EE.UU (intensificada en abril), desencadenando en una dramática situación que tensiona las relaciones entre los países receptores y emisores de migrantes. Lo paradójico de esta circunstancia es que el vecino país del norte no se encuentra exento de los problemas económicos de los que huyen los migrantes, expertos indicaron que EE.UU atraviesa la peor crisis económica e inflacionaria registrada en 40 años. Sin embargo, las expectativas de alcanzar una mejor condición de vida, como parte de un sueño utópico, ha calado en la mente de una gran mayoría de latinoamericanos.

Al observar el cono sur, la asunción de Gabriel Boric en Chile (marzo) ha representado el continuismo de un sistema desigual, que se ha evidenciado con la incapacidad del gobierno de ofrecerle a la población un nuevo pacto social que brinde garantías mínimas de justicia social y que además logre subsanar las profundas heridas por la dictadura de Pinochet, el “No” de la ciudadanía a la propuesta constituyente significó un fracaso en la gestión gubernamental de Boric, hasta el momento el más relevante.

Por otro lado, este año nos ha asegurado lo que muchos ya esperábamos en la región, tras la advertencia de la CEPAL en el mes de junio sobre el aumento de la pobreza en América Latina y el inicio de un proceso de recesión económica para el segundo semestre del 2023, con un reto de 201 millones de pobres, equivalente al 32.1% de la población, mientras que la pobreza extrema pasaría de 12.9% a 13.1% respecto al año 2021, equivalente a 82 millones de personas, cifra equiparable a la suma de la población de Chile, Colombia y Centroamérica. La débil recuperación del empleo, el aumento de la inflación y la inseguridad alimentaria representarían un retroceso de un cuarto de siglo para la región latinoamericana, según datos de la CEPAL.

El proceso electoral celebrado en Colombia (junio) y la ascensión del ex guerrillero Gustavo Petro al poder (07 agosto), rompe con el tradicionalismo del uribismo y la oligarquía colombiana, generando una nube de expectativas en torno a las políticas y acciones realizadas por el gobierno, de las que han sobresalido la reapertura de la frontera con Venezuela (septiembre) y el reinicio de los procesos de diálogo por la paz (noviembre) entre las fuerzas irregulares y el Estado, sin embargo, el número de líderes comunitarios asesinados y la violencia en las zonas del conflicto no cesa, pese a los primeros acuerdos entre las partes, augurando un largo y difícil camino hacia la Paz total (concepto ideado por el gobierno de Gustavo Petro que convierte la búsqueda de la Paz en una política de Estado).

El regreso de Lula Da Silva al poder en Brasil (30 octubre),  ha representado uno  de los hechos más relevantes y trascendentales en América del sur, el gobierno de Lula simboliza una carga de esperanza para el pueblo brasileño y un reto importante para su gobierno, pues deberá ahora enmendar los retrocesos en materia de igualdad social, seguridad, protección medioambiental, y la recuperación de los espacios e influencias dentro de la política internacional, así como el sostenimiento de la estabilidad económica del país.

Por su parte, Venezuela se ubicó como uno de los temas más interesantes del análisis político, generando muchas expectativas positivas, después de anunciar la reanudación del proceso de diálogo en México entre el gobierno y la oposición (noviembre), de lo que se debe destacar como principal logro el desconocimiento de Juan Guaidó como presidente interino por parte de las facciones opositoras y el descongelamiento de los recursos del Estado para la creación de un fondo humanitario que permita contrarrestar los daños sociales y económicos provocados por el bloqueo impuesto desde Estados Unidos.

En Argentina, el ambiente de hostilidad y polarización política afloró tras el intento de magnicidio contra la vicepresidenta Cristina Fernández (septiembre), mismo que ha logrado dimensionar en la prensa local las grandes fisuras en el tejido social a causa de contradicciones políticas, convirtiéndose en el caldo de cultivo perfecto para generar inestabilidad social desde la dirección de los poderes fácticos, posteriormente el juicio y condena a Cristina (06 diciembre), bajo una serie de irregularidades judiciales ha evidenciado la consolidación del Lawfare en la región suramericana.

El recrudecimiento de la crisis política en Perú,  tras el golpe de Estado contra el presidente Pedro Castillo (07 diciembre), su eventual aprehensión, las manifestaciones populares desatadas que exigen la renuncia de la actual Presidenta, Dina Boluarte, terminaron colocando los puntos suspensivos dentro del análisis político, para indicar que el escenario latinoamericano dibujado por el año 2022 no se termina de definir y nos obliga a examinar con detalles y precaución el futuro de Latinoamérica.

En Europa, al otro lado del océano, también se experimentaron eventos trascendentales como la reelección de Emmanuel Macron en Francia (abril), seguido de la elección de la ultraconservadora Giorgia Meloni al cargo de Primer ministra de Italia en septiembre, su postura radical denota posibles contradicciones y choques a lo interno de las relaciones de la Unión Europea, por el posible impulso de políticas más estrictas en determinados temas como la migración y el derecho de las minorías.

Otro de los eventos que logró posicionarse en la prensa internacional fue la renuncia de la Primer ministra de Reino Unido, Liz Truss (uno de los gobiernos más cortos en la historia, 45 días) y la elección del empresario Rishi Sunak (octubre), primer británico de origen indio, hijo de migrantes que asume el principal cargo político, generó polémicas y altas expectativas en la población que aún no termina de estabilizarse tras el “Brexit” (salida de Reino Unido de la Unión Europea).  Reino Unido, un Estado que ha sido referente de estabilidad política para los demás sistemas partidarios de Occidente, atraviesa una de las crisis más importantes en su historia moderna, la inestabilidad económica y política que ha desatado manifestaciones en una sociedad acostumbrada a la tranquilidad, denota la complejidad de la situación social en este país.

Por su parte, China nos brindó pinceladas de lo que será su política exterior en los próximos 5 años, el anuncio del tercer mandato de Xi Jinping como secretario General del Partido Comunista y presidente de China por tercera vez consecutiva (octubre), representa la sofisticación de su estrategia de expansión económica y la aceleración de la competición estratégica con las potencias hegemónicas en materia económica, comercial y militar; por otro lado, el enfoque hacia el desarrollo tecnológico y la consolidación de una diplomacia de asociaciones con los países en desarrollo de África, América Latina y Asia, así como la profundización de las relaciones económicas con las potencias emergentes como Rusia, permite identificar una política exterior de asociación estratégica con las naciones que comparten sus principios de colaboración mutua.

¿ Qué podemos esperar?

Luego de este breve recorrido por el año 2022, es evidente que el mundo de las relaciones internacionales se encuentra en constante ajuste, reacomodo y contra posturas que evidencian grandes desafíos para los gobiernos y la humanidad, así como la continuidad de la permacrisis (crisis permanente). De aquí en adelante qué se puede esperar y qué debería de suceder para el próximo lustro es una reflexión abierta a muchas posibilidades, sin embargo, se pueden señalar de manera general algunas tendencias.

Con el ascenso de gobiernos menos radicales y con espíritu de negociación en el cono sur, se abre la expectativa hacia una mejor coordinación y políticas de cooperación entre Brasil, Colombia, Argentina, Chile, México y Bolivia, en la medida en que se entienda que en esta realidad los procesos de cooperación multilateral son una necesidad para asumir el desarrollo integral de la región y apuntalar hacia las necesidades comunes como la sostenibilidad medioambiental. En ese sentido, se puede esperar la profundización de las relaciones en bloque de cara a Rusia, China e Irán, potencias que ofrecen intercambios comerciales y acuerdos desde una dimensión de apoyo mutuo, sin restricciones complejas o injerencias en la política interna de los Estados. Además, esta era ofrece la oportunidad de establecer relaciones diversificadas, que permitan aprovechar los nuevos espacios de cooperación.

El año 2023 pareciera ser un año decisivo para la era de la transición energética, en vista de la crisis global que se agudizó en el 2022, la dependencia hacia fuentes de energías no renovables y la necesidad de transformar la matriz energética hacia fuentes verdes, abre la posibilidad de acelerar este proceso, el punto de reflexión más importante sería, quién o quiénes lo financiarían, pues requiere de inversión y flujos de capital que en estas circunstancias económicas es contraproducente sumárselo a los impuestos de los ciudadanos. Cabe mencionar que estas circunstancias generan expectativas de flexibilización de la comunidad internacional y cambios geopolíticos frente a las sanciones y bloqueos impuestos a Irán y Venezuela, ambos países productores de gas y petróleo, lo que contribuiría a aliviar la crisis del mercado energético.

Este tema, además atraviesa la idea de la desigualdad energética que sufren países de Latinoamérica y Europa, los primeros por la falta de acceso y los segundos por la incapacidad de pago, en este escenario, la desigualdad como flagelo global del sistema capitalista, continua acechando a nuestros pueblos, el proceso de recuperación económica perseguido en la postpandemia ha sido más difícil de lo esperado, tras un periodo de desaceleración y recesión venidero, el reto radica en la capacidad de gestión de los gobiernos en distribuir de manera equitativa los recursos.

Por su parte, la disminución de las tensiones bélicas entre Rusia-Ucrania y Europa continuaría siendo una tarea pendiente, un ejemplo  claro fue la visita de Volodimír Zelenski a EE.UU con la que obtuvo un aumento económico multimillonario para financiar su guerra contra Rusia, esta continuidad del conflicto implicaría además una mayor presión en la cadena de suministros de recursos de primera necesidad, debido a las sanciones impuestas a Rusia y el bloqueo de su comercio. Pero además, demuestra que  los marcos y principios de la seguridad colectiva, requieren de una actualización para garantizar la paz global.

Otra de las tendencias y a las que se le debe de dar mayor atención en medio de la volatilidad internacional, es la generación de un clima de descontento social estimulado por el aumento de la inestabilidad económica en la región latinoamericana, lo que podría llevarnos a experimentar una oleada de protestas y manifestaciones en contra de gobiernos recientes, causando un sistema simultáneo de focos desestabilizadores, sobre todo en gobiernos que se perfilan como amenazas a los intereses geopolíticos de EE.UU (Las recientes declaraciones de la Jefa del comando sur de EE.UU sobre sus intereses en la región, alimentan esta hipótesis). 

Como ejemplos puntuales encontramos las movilizaciones en contra del gobierno de Bolivia, iniciadas por el Censo, las manifestaciones en contra de las reformas electorales promovidas por el gobierno de AMLO en México, el golpe de Estado en Perú, el aumento de casos de asesinatos a líderes sociales en Colombia, la presión internacional sobre el gobierno de Xiomara Castro en Honduras, la presión de la prensa local hacia el gobierno de Fernández en Argentina de cara a las presidenciales 2023, entre otros hechos que denotan una tendencia hacia la promoción del caos social y desestabilización política en la región, la experiencia histórica del gobierno sandinista en Nicaragua, tras el golpe fallido del 2018, ha permitido agudizar la mirada y estar alertas ante escenarios que nos parecen familiares.

En términos generales, las regiones que no podemos dejar de observar este 2023 son: América Latina, África, Irán, Rusia, Asia (China, la provincia de Taiwán y las dos Coreas).

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