ALFABETIZAR ES ADOCTRINAR

Víctor Manuel Ramos 

Algunos periodistas, dolidos por la caída del narcogobierno, al que siempre le prodigaron elogios a cambio de canonjías económicas, ahora ponen el grito en el cielo porque Honduras ha suscrito un acuerdo para impulsar la alfabetización en Honduras con el apoyo de especialistas y maestros cubanos.

Todo el dolor que albergan estos críticos de la acción el gobierno reside en que la cooperación viene de Cuba, un país y un régimen al cual siempre han satanizado a pesar de que, en la lucha contra el bloqueo criminal que Los Estados Unidos impone en contra de la Isla, ha logrado, con la revolución, estándares de vida que no puede exhibir Honduras. Si hay pobreza y dificultades en Cuba no pueden ser atribuidas al régimen porque las dificultades fundamentales provienen del acoso permanente del régimen estadounidense en contra de Cuba que va desde la agresión terrorista hasta impedir que Cuba adquiera en el mercado internacional los combustibles para el funcionamiento de su economía.

A pesar de todo esto, a pesar de las dificultades que enfrentan los cubanos, con patriotismo sin parangón, la doctrina del internacionalismo que fue uno de los pilares de la Revolución Cubana ha permitido a Cuba Socialista acudir en auxilio a varios pueblos que han enfrentado terribles tragedias con motivos de desastres naturales; y eso no es todo, Cuba brindó la sangre de sus soldados para consolidar la independencia de varios países africanos, destacándose la epopeya de Angola que estuvo a punto de ser engullida por la Sudáfrica del apartheid y que surgió como país libre gracias a la intervención de las tropas cubanas que derrotaron a los invasores sudafricanos, muy a pesar de que Sudáfrica es una potencia militar. Esta victoria contra los racistas sudafricanos condujo no solo a la libertad de Angola, sino a la libertad de Namibia y a la liberación de Nelson Mandela y, como consecuencia, a la caída del régimen racista opresor de Sudáfrica.

Honduras ha recibido esa generosidad del pueblo cubano en varias ocasiones: no podemos olvidar que fueron quienes apoyaron a los hondureños con motivo de la tragedia que ocasionó el huracán Fifí –en esa ocasión la brigada médica fue expulsada de Honduras por órdenes norteamericanas a pesar del respaldo que recibieron los cubanos del pueblo hondureño-, luego Cuba también respaldó a los hondureños con motivo de la devastación que produjo el Huracán Mitch con un apoyo que no tiene parangón con la solidaridad que nos brindaron otros países. Más tarde, el gobierno acordó la cooperación con Cuba mediante el envío de médicos para atender aquellas comunidades a las que los médicos hondureños no quieren ir y que son muchas. Por ejemplo: el Hospital de La Esperanza no tiene anestesiólogo porque nadie quiere ir a trabajar en esa comunidad. Y, por supuesto, no olvidar la cantidad de médicos que fueron formados en la Isla, totalmente en forma gratuita, y que aquí, gracias a la incapacidad de agradecer que tenemos, fueron recibidos infámemente los cienes de chicos que regresaron como médicos –porque aquí se les cerraron las aulas universitarias. Los atropelló el Colegio Médico, los atropelló la Corte Suprema de Justicia, los atropelló a Universidad (UNAH) y los atropelló la canallada, que dice ser comunicadora, sobredimensionando errores que igualmente cometen los que se gradúan aquí y en todo el mundo.

Ahora ponen el grito en el cielo porque vienen maestros cubanos a alfabetizar y porque el gobierno hondureño les pagará la miserable suma de diez mil lempiras mensuales –cifra que no llega al salario mínimo-. Alegan que vienen a adoctrinar a los hondureños y si aceptamos los planteamientos de Paulo de Freire, hay que admitir que en efecto, la alfabetización es un adoctrinamiento, -Freire tituló uno de sus libros: la Pedagogía del oprimido, que expone la teoría de que quien aprende a leer, también aprende a ser libre-.

Estos académicos no han rechazado la cooperación que dice prestarnos COVI, que ha firmado un convenio de atraco con Honduras, ni tampoco los he oído condenar el atraco cometido por la inversión extranjera en el Aeropuerto de Palmerola, en el Centro Cívico Gubernamental y muchos otros abusos cuyos autores hondureños deben ser sometidos a la justicia sin que al gobierno le falle el puño.

Cuba necesita de solidaridad y Honduras está en la obligación moral de apoyarla por las siguientes razones: Honduras siempre contó con respaldo en los organismos internacionales, sobre todo durante el régimen opresor que surgió tras el golpe de Estado de 2009 y porque siempre estuvo presenta ante las grandes tragedias que ha sufrido nuestro país. Cuba sufre, casi anualmente, destrucción por huracanes. Nunca he oído a estos académicos llamar al gobierno para que envié ayuda solidaria a ese pueblo generoso. Pero las cosas no pueden ser así, no debemos estar siempre acostumbrados a extender la mano y a hacernos los papos cuando es necesaria nuestro apoyo humanitario.

He oído las quejas de que muchos maestros rurales que no asisten a dar clases pero que cobran su salario, muchísimos fueron reprobados en el examen para acceder a una plaza, y en una ocasión, un maestro con licenciatura le oí decir en la radio que un curandero le había sacado un sapo del estómago. ¿Pero, cuántos años lleva nuestro magisterio al frente de la educación nacional y solamente le vemos enfrentados con el Estado por cuestiones salariales? ¿En dónde están los avances en alfabetización que nos puede presentar el magisterio nacional?

¿Qué son 14 millones de lempiras anuales a cambio de que nuestros compatriotas aprendan a leer? Nada, si comparamos con lo que se han robado muchísimos funcionarios a los cuales los académicos no han señalado con el dedo acusador. Lo que si es cierto: la ALFABETIZACIÓN  es adoctrinamiento, porque, señores, el que aprende a leer rápidamente se da cuenta de que es sometido a explotación y de que hay un mundo diferente que se basa en la libertad. En esto reside el terror de quienes quieren mantener al pueblo en la ignorancia. ¡Ah!, y eso es lo que no conviene a los malos hondureños que nos han sometido a la miseria y la dependencia durante dos siglos: no quieren que el hombre humilde de Honduras abra los ojos, que despierte, que aprenda que la libertad es posible y que también es posible una nueva Honduras en la que todos vivamos con dignidad. Sólo la letra nos sacará del “apendejamiento progresivo”, como decía mi maestro Hernán Corrales Padilla. En esa tarea los cubanos ayudarán a esta Honduras de “fusil y caza”, como cantó Pompeyo del Valle. 


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