Colonizados desde adentro
Por: Jonathan Flores M
Desde hace algunas décadas muchos intelectuales,
académicos, políticos y también aficionados han venido estructurando y
posicionando un discurso no oficial de lo que fue el proceso de conquista y
colonización en el hasta entonces conocido como el Abya Yala, que significa “Tierra
en plena madurez”, en el idioma Kuna.
Desde 1492 el
relato sobre la conquista se justificó moral y políticamente como el proyecto
civilizador hacia los pueblos originarios, en lo posterior, tal justificación
fue motivo para que los intelectuales metropolitanos urdieran largos y famosos
debates sobre la dudosa y tenebrosa naturaleza de los pobladores de las tierras
poseídas. Bartolomé de las Casas conocido por su “defensa de los indios”
representó el rostro “humanizado” de la colonización, él era partidario de
someter a los “indios”, por la persuasión, el miedo y la manipulación que se
traducía en cruzadas de evangelización, como se sigue dando hasta la fecha, con
este método se buscaba abandonar la barbarie con la que fue concebida en las
entrañas del imperio español-cristiano.
Lo cierto es que más allá de tales disquisiciones
filosóficas y políticas el genocidio no se pudo impedir, el colonialismo
belicista fue la norma imperante para el sometimiento de los territorios que se
asumían como la herencia de Dios a los reyes católicos, teniendo como testigo
al Papa de Roma que los repartió a diestra y siniestra.
Lo que hemos leído, aprendido y repetido hasta hace
muy poco sobre tal acontecimiento histórico es predominantemente un discurso
que legitima la colonización europea como hecho digno de celebrar y por el cual
las excolonias latinoamericanas deberían rendir tributos a España sin romper el
cordón umbilical de la madre patria. Desde 1821 el discurso colonial fue
institucionalizado por las recién nacidas repúblicas independientes, fueron las
élites oligárquicas bajo el pensamiento republicano, que era socialmente
conservador y económicamente liberal las que configuraron el Estado y la
identidad nacional, desde una perspectiva elitista, racista y eurocentrista,
dejando fuera de los proyectos nacionales a los remanentes de poblaciones
originarias que resistieron la colonización.
Los procesos de independencia de 1821 fueron más
simbólicos que una transformación sustantiva de índole social y cultural. La
verdadera independencia es un proyecto vigente, inacabado y en transición
histórica. Este proyecto exige una transformación del sujeto latinoamericano. Es un proceso que necesita reivindicar la
memoria histórica pluralista no convencional, se requiere que los proyectos
nacionales incluyan el reconocimiento y las demandas de grupos sociales
excluidos durante siglos, es imperante la necesidad de un cambio en la
filosofía de la educación en todos sus niveles y la construcción de un
pensamiento social y crítico capaz de interpretar y situarnos en nuestras
propias realidades, no como la renuncia al pasado, sino como un punto de
partida y de referenciación identitaria.
El colonialismo como ideología está enquistado en
nuestras formas de ser y pensar, estos sistemas son reproducidos por
instituciones que tienen una importante influencia en la socialización de los
sujetos, como son la religión y la educación que moldean el imaginario
colectivo bajo los valores y cosmovisiones enajenantes. Pensarnos desde el
pasado no significa una nostalgia romantizada ni mucho menos buscar un retorno
edénico, sino que, sirve como fuerza vital para el reconocimiento de otras formas
legítimas y auténticas de construirnos como sujetos históricos.
Ser colonizados desde adentro, es pensar desde marcos
interpretativos ajenos a nuestra realidad cultural y social, significa seguir
reproduciendo discursos hegemónicos e institucionalizados desde el poder y sus
aparatos ideológicos colonizadores. Todavía las carabelas no se han hundido, y
siguen remando hacia el interior, hacia la subjetividad que son su verdadero
puerto y astillero.
Seguiremos siendo nosotros los culpables si seguimos abriendo los puertos y astilleros de nuestras mentes hacia la mediática colonización disfrazada de globalización.
ResponderEliminarGracias por leer el artículo. Realmente los formas de colonización son sutiles. Y la colonización solo ha cambiado de estrategia.
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