EL PUEBLO VOTÓ POR UNA CONSTITUYENTE

Por Víctor Manuel Ramos

     La Asamblea Nacional Constituyente es una aspiración del pueblo hondureño que tiene la esperanza de que con la redacción de una nueva constitución, con los principales anhelos del pueblo, se dará por refundada la nación hondureña. Esa era la acción que deseaba impulsar el presidente Zelaya cuando decidió hacer una consulta al pueblo para ver si aceptaba o no la idea de convocar a una Asamblea Nacional Constituyente. Claro que la razón fundamental del golpe fue la restitución del control de la venta de los combustibles por parte de las transnacionales norteamericanas y sus adlátgeres nacionales y sumar apoyo a la lucha de USA en contra de Venezuela.

         En uno de mis artículos publicado unos días antes de la toma de posesión advertí cuales eran las tareas a realizarse en los primeros cinco días, porque si lo intentaban más tarde iban a toparse con férreas oposiciones: la convocatoria a la Asamblea Nacional Constituyente, el juzgamiento de los ejecutores del golpe de Estado, la investigación de los actos de corrupción y la ligazón con el narcotráfico y otros delitos por parte de miembros de las Fuerzas Armadas y la policía civil y militar.

         Ahora, para fortalecer la idea de la necesidad de la Constituyente, el gobierno ha traído a voces del extranjero, aunque, a mi entender, a quienes debe preguntar es a los hondureños. Pues esa tregua que dio el gobierno al no convocar en su debido tiempo a la Asamblea Nacional Constituyente, ha permitido que los autollamados analistas políticos, que no son más que los voceros de los grupos oligárquicos del país que están y estarán siempre por mantener el statu quo, inunden los medios de comunicación con argumentos falaces en torno a la conveniencia de una nueva Constitución.

         Se trata de un disparate o de una medida antidemocrática, dicen. Y aclaro, para los grupos oligárquicos consultar al pueblo, darle la posibilidad de que ejerza su soberanía y redacte y apruebe una constitución es un disparate y una medida antidemocrática. Por el contrario, se trata del ejercicio democrático pleno por parte del pueblo que es el auténtico soberano.

         Una Asamblea Nacional Constituyente no puede ser una trampa. Es una opción para que el pueblo decida qué tipo de Estado quiere. Y cuando hablo del pueblo me refiero a que en un proceso de elaboración de una nueva Constitución, el borrador, antes de ir a un plebiscito, debe entregarse a los ciudadanos para que opinen sobre cada uno de los artículos propuestos y que hagan sus sugerencias.

         En una democracia plena el pueblo puede decidir a quienes elige, sean los escogidos de derecha o de izquierda, porque, por lo visto, para algunos analistas cachurecos los de la izquierda, ciudadanos plenos de este país, no tienen derecho alguno a ser los conductores de Honduras, a pesar de que durante 200 años de estar en manos de la derecha, el país no ha salido del atraso, de la miseria y del sometimiento abyecto. Si el pueblo algún día decidiera que quiere ser como Cuba, o como Venezuela, o como México es un asunto muy del pueblo y sus decisiones son soberanas y nada ni nadie –en el interior o desde el exterior- debe intervenir para cambiar tal decisión. Porque, además, ¿qué comparación puede tener Honduras con el sistema de salud y de educación de Cuba, en qué es que somos superiores a Venezuela solo porque en ese país hubo un tiempo que por el bloqueo no tenían papel higiénico mientras algunos hondureños se limpian todavía con piedras, olotes y periódicos; será que Honduras profesa una política exterior libre, soberana y de conformidad con los intereses nacionales como lo hace el México de López Obrador?

         Lo que más temen los analistas es que LIBRE busque la reelección, pero tal temor no lo expresaron cuando Juan Orlando Hernández se eligió atropellando la independencia del Poder Judicial y se reeligió de manera ilegal y fraudulenta. El Partido Nacional –históricamente una pandilla antihondureña- es el que ha protagonizado todos los eventos ilegales de reelección y de golpes de Estado. Veamos los recientes abusos: la reelección de Carías, el golpe de Estado ejecutado por Juan Manuel Gálvez –éste no es ningún prócer-, la dictadura de Julio Lozano Díaz, el golpe en contra de Villeda Morales dado por las Fuerzas Armadas con el apoyo de los nacionalista en cumplimiento de una orden proveniente de yanquilandia, la reelección de Oswaldo López Arellano, el golpe en contra de Manuel Zelaya Rosales también ordenado por el State Department, la elección anómala de Pepe Lobo, la elección ilegal de Juan Orlando y su reelección también ilegal. 12 años estuvo el pueblo en las calles en contra del sistema implantado por el golpe de Estado ejecutado por Romeo Vásquez y Micheletti –que en vez de celebrar el aniversario del golpe, como ha planteado igualmente Julio César Arita, el gobierno debería estar haciendo las diligencias para enjuiciar y encarcelar a los golpistas, como ocurre en Bolivia. 12 años sometido a represión, palos, gas, muerte, encarcelamiento, persecución, exclusión, hambre, pandemia mal manejada, atraco al Estado, corrupción.

     Los analistas ven brujas en donde no las hay porque no existen y hacen saumerios para espantar los malos espíritus que aconsejan una nueva constitución “para modificar la forma de gobierno, en vez del Congreso Nacional establecer una Asamblea Popular electa de dedo, que satisfaga los caprichos de los que se van a erigir como gobernantes eternos.” Pregunto, ¿cuántos períodos fue diputado este señor analista? ¿Fueron acaso legales las elecciones que escogieron, durante la dictadura de JOH, a los diputados al Congreso Nacional?

      Los problemas del país no se resuelven con una constituyente, opina otro caballero que se opone a la reelección de otros. Lo cierto es que los grande problemas del país dependen de la actual Constitución, similar a las que ha tenido durante doscientos años, porque en ella todos los mecanismos conducen a que el poder esté exclusivamente en manos de la oligarquía que poco o nada le ha interesado los grandes problemas del pueblo. Es esa constitución tan defendida ahora por los enemigos del pueblo no hay protección para los Tolupanes, viven ahora en la más completa miseria y despojados de sus tierras de las que son dueños legítimos; no hay cabida para los misquitos, abandonados por el Estado permanentemente desde que Inglaterra nos devolvió esos territorios: no hay seguridades para los derechos de los indios lencas que también se debaten en la miseria y están arrinconados en posesión de minifundios improductivos de tierras arcillosas y estériles.

     Nadie dice que no hay que trabajar para sacar adelante al país, Pero ¿cuándo el pueblo hondureño ha dejado de trabajar en 200 años con resultados exitosos para superar la miseria, el analfabetismo, la insalubridad, la no tenencia de casa, la inseguridad judicial y muchas otras lacras?

     Si para hacer la nueva Constitución en preciso generar empleo para que todos los hondureños tengamos un salario que nos permita llevar comida a la boca, pobre pueblo nunca tendrá una nueva Constitución. La empresa privada nuestra ha venido pidiendo condiciones especiales para desarrollar la industria nacional. Atracaron a la CONADI muchos que hoy son sacrosantos y siempre han andado merodeando para conseguir no pagar los impuestos que pagan todos los demás hondureños con el pretexto que tal estímulo lo necesitan para empujar la industria Lo que vemos son fábricas de tamales y churros, pero no fábricas significativas que aseguren el arranque del país. Además, no invierten, con pocas excepciones, sus ganancias sino que las depositan en la banca extranjera y pasan clamando por la inversión extranjera que viene a invertir y a convertirse en amos y señores.

     Pero si hay quienes no deberían abrir su boca para opinar son los nacionalistas (rojos y azules): ellos son los responsables de la tragedia nacional, en sus manos ha estado el Estado a lo largo de la vida después de la independencia. Ni siquiera velaron por la conservación de la soberanía sino que permitieron el pisoteo extranjero permanente para convertir a Honduras en un Estado paria. Tomás Zambrano no quiere que seamos como una Cuba o como una Venezuela, pero en el desempeño en su alto cargo en el Congreso no hizo absolutamente nada para que seamos como Los Estados Unidos de América.

     Señor Zambrano: el pueblo ya fue consultado en las urnas. Voto por el Plan de gobierno de LIBRE. Y sepa Ud. que una nueva constitución si va a resolver muchos problemas: va a incorporar a los pueblos originarios con su cultura y sus lenguas, ahora están marginados; va a establecer como delito castigado con toda la severidad cualquier golpe de Estado y de entrega de la soberanía nacional (caso Palmerola); va a impedir que los militares se autodenominen los vigilantes de la democracia porque ese papel corresponde al pueblo, pues los militares, hasta el día del hoy, solamente han actuado a contrapelo con los derechos del pueblo; va a reorganizar el Estado para que sea más eficiente en el enfrentamiento de los grandes problemas nacionales; va a recuperar las riquezas nacionales entregadas ahora a grupos privados nacionales y extranjeros; va a recuperar la dignidad nacional y nos presentará ante el mundo como una nación libre, soberana e independiente; va a impulsar el desarrollo educativo, la investigación científica y el desarrollo agrícola industrial y agrícola para acabar con el seguir sembrando con güisute y comprando hasta los calzones usados en el extranjero; nos va a devolver el orgullo de haber nacido en Honduras y nos llamará a que todos pongamos nuestro esfuerzo para hacer a esta patria de Morazán, parte de la Federación Centroamericana y un Estado respetado en el concierto de las naciones del mundo.

      El pueblo quiere una Constituyente, quienes no lo desean son los políticos responsables de que seamos un país piltrafa. 







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