Colombia y su gobierno de “izquierda”
El domingo 19 de junio el colombiano Gustavo
Petro y su compañera de fórmula Francia Marquez han logrado ganar la
presidencia de su país, sin embargo, muchas son las dudas que hay en torno a la
figura del presidente electo y si sus promesas electorales van a lograr
materializarse en la realidad, en este artículo abordaremos algunas de ellas y
haremos un recorrido breve del contexto en el que se desenvolverá el nuevo
presidente de Colombia.
Primero es de notable necesidad señalar que
consideramos que Gustavo Petro no es de izquierda revolucionaria -aunque haya
tenido vínculos con Chaves y la prensa lo compare con el- obviamente
encasillarlo dentro del espectro político de la derecha sería un profundamente
injusto; pero no es de izquierda revolucionaria por dos razones elementales.
Primero, porque sus orígenes no lo son y segundo, porque su futuro previsible
tampoco es el de un izquierdista revolucionario. Petro es más un izquierdista
perteneciente al progresismo tardío, que vislumbra cambios, pero no transformaciones
radicales.
Los orígenes de Petro se pueden rastrear al
M19, es quizás uno de sus antecedentes más notables, está extinta organización
guerrillera tuvo entre sus filas al que hoy por hoy es el presidente electo de
Colombia. La organización es hija de su tiempo, en el que Colombia y las masas
empobrecidas convulsionaban frente a las peleas internas de las oligarquías
bipartitas colombianas por el poder. Lejos de ser esta organización comparativa
con otras como el Ejército de liberación
Nacional ELN o las Fuerzas Armadas
Revolucionarias de Colombia FARC, tenía un notable distintivo, y es que
escapaba de la lógica contemporánea de principios de los 70 de un discurso
doctrinario marxista-leninista, ellos tímidamente mencionaban la palabra
revolución –casi que como con pena- eran más partidarios de la “democracia”, de
la reconciliación política, sin dejar atrás, claro, su discurso de
hermandad y en palabras de Vera Grabe
Loewenherz[1]
pasaron de defender al socialismo a declararse en “democracia en armas”. Así
pues, no eran ni revolucionarios, ni abogaban por esta y tampoco Petro lo
hacía, y es por esa razón que decimos que los orígenes de Petro no son
revolucionarios y que su izquierda es más inclinada al progresismo
latinoamericano, más dispuesto a adaptarse que ha transformar el sistema
político y el sistema productivo.
Pero su reciente escalada al poder deja una
pregunta en el aire ¿Qué retos habrá para Petro, o para cualquier otro en
Colombia, para construir una patria soberana y en desarrollo? O ¿Es eso
realmente lo que quiere construir Petro? Recordemos que cuatro años en el poder
le quedan cortos a cualquiera que quiera emprender un proyecto a grandes
escalas, mucho menos a aquellos que no gozan de un instrumento político capaz
de lograrlo como un partido político robusto y esa una de las debilidades
intrínsecas de Petro, quien además de tímido en su cosmovisión política, su
partido de base es muy débil, es por ello que tuvo que recurrir a formar parte
de Pacto Histórico, un conglomerado de partidos que en las pasadas elecciones
legislativas conquistaron la mayoría de los escaños en el congreso, sin llegar
a mayoría absoluta.
El partido de Petro, Colombia Humana, es un
tanto ambiguo en su tendencia política, basta con recorrer sus lineamientos
para darse cuenta de eso, por otra parte,
Polo Democrático Alternativo, el partido de ´la negra´ Francia Márquez,
de entrada sus lineamientos cargan contra el neoliberalismo y otras formas de
opresión, es así que resulta ser mucho más diáfana la vicepresidenta que el propio
Petro en sus lineamiento políticos.
Pero a los colombianos probablemente no solo
les importa si Petro es revolucionario o no, pues queda claro que ni al
socialismo le batea, a ellos les importan cambios, sino es que
transformaciones, sustantivas en la matriz productiva del país, capaz de
redistribuir la riqueza y de crearla, hacerle frente al narco y las oligarquías
colombianas.
El presidente electo en su discurso inicial
de agradecimiento a sus electores hizo las explicaciones de un plan de gobierno
donde mencionó más promesas sin expresar su idea de los mecanismos que
desarrollaría para su cumplimiento. Las promesas se dividen en tres dependiendo
de su naturaleza. A continuación se enuncian.
Político:
1.
Desmonte del ESMAD y de la política de criminalización de
la protesta social.
2.
Respeto a los derechos humanos como política estatal en su
relacionamiento con la ciudadanía.
3.
Combate a la corrupción administrativa, por la que se
pierden anualmente $50 billones del erario.
4.
Combate frontal al multicrimen, narcotráfico,
paramilitarismo, mafias, corrupción.
5.
Respeto la autodeterminación de los pueblos y promoción de
la unidad latinoamericana.
6.
Restablecimiento de relaciones diplomáticas, comerciales y
consulares con Venezuela.
7.
No promoverá su reelección, materializará el verdadero
Estado Social de Derecho y la democracia
Económico:
8.
Dar trabajo a través del Estado a la población que no
encuentra en el ámbito privado
9.
Tierra propia con título para los campesinos, con
préstamos a bajos intereses del Banco Agrario.
10.
Préstamos a bajos intereses para la pequeña y mediana
empresa y combate al ‘gota a gota’.
11.
Impulso a la producción agraria nacional para evitar la
dependencia de la importación de alimentos.
12.
Financiación de los programas sociales con impuestos a los
4.000 multimillonarios del país.
13.
Acabar con las exenciones a multinacionales y grandes
pulpos financieros, y combate a paraísos fiscales.
14.
Combate a la evasión de impuestos por parte de grandes
empresarios y terratenientes.
15.
Transición de la dependencia del petróleo y el carbón a
las energías limpias, urgencia de hoy mundial.
16.
Impulso a la sustitución de cultivos, turismo, agricultura
y agroindustria.
Social:
17.
Decretar una educación
pública gratuita y de calidad, desde el preescolar hasta la universidad para
todos los sectores, algo que Petro espera lograr con un Incremento del presupuesto para educación pública que pase de 5.6
billones a 14 billones del PIB para garantizar cobertura, calidad, bienestar
estudiantil y de docentes. En esa misma línea, se asegurará la educación
gratuita a todos los niños y niñas menores de 6 años, quienes se consideran la
primera infancia, en ese sentido, se articula una educación que involucre el
cuidado de los padres con el de los maestros. Por otra parte, el Estado buscará
activamente a los niños desescolarizados para involucrarse en el sistema
educativo y ofrecerles garantías, como alimentos y transporte -cabe mencionar que
la propuesta relativa a la Educación ha sido la más sólida que ha presentado Petro-.
18.
Condonación de deudas para los afectados por
el ICETEX[2]
y como la educación va ser gratuita entonces el ICETEX se convertirá en la
entidad que garantice crédito a los recién egresados para que genere su propia
empresa.
19.
Garantía de que los ahorros pensionales serán para
pensiones, no para negocios de los bancos.
20.
Respeto a los derechos pensionales de todos y ajustes a
las mesadas con el aumento salarial.
21.
Media pensión para tres millones de viejitos y viejitas
que no alcanzan a tenerla
22.
Subsidio de medio salario mínimo a un millón y medio de
madres cabeza de familias.
23.
Restablecimiento del IDEMA[3]
y el ICA[4]
para la compra directa de las cosechas a los campesinos.
24.
Canasta familiar libre de IVA y fortalecimiento del
programa Familias en Acción.
25.
Respeto a comunidades afro, indígena, LGBT+, creencias
religiosas y toda la diversidad nacional.
26.
Suspensión de los pilotos de FRACKING y de la fumigación
con glifosato en todo el país.
27.
Convertirá a Colombia más humana y un país digno para
vivir sabroso, en paz y con Bienestar para todos.
En el plan de gobierno de Gustavo Petro se
abordan con más amplitud estas propuestas, algunas más que otras. Ciertas
propuestas son de los más interesantes y a veces escapan del análisis de la
prensa, hay una que en particular llama la atención y es que en una de ellas
dice que “el Estado actuará como empleador de última instancia” esto quiere
decir que en caso de que un particular haya agotado todos sus recursos para
obtener un empleo formal en el ámbito privado, el Estado lo empleara sin más,
pero en caso de que esto se hiciera realidad supondrá la contratación de al
menos dos millones de personas para trabajar en el Estado, algo impensable en
una economía tan golpeada como Colombia y mucho más tomando en cuenta que el
país ha sido arrasado con décadas de políticas neoliberales y más recientemente
la pandemia, así pues esto no parece ser una propuesta del todo clara, más aún
tenido en cuenta sus otros puntos a lograr.
Petro no es quien va a transformar Colombia,
únicamente va tratar de mejorar el entramado que supone el conjunto productivo,
basta con ver que patrón de desarrollo que tiene como modelo, en una ocasión y
al estilo de otros líderes de cuestionada afinidad política como Gabriel Boric
dijo que Corea del sur era un buen ejemplo a seguir en el camino a la
industrialización, pues según él, ellos potenciaron el campo, algo que es parte
medular del plan de Petro para Colombia, sin embargo, para llevar adelante estas
propuestas se necesitan ingestas cantidades de dinero, algo que la crisis en
Colombia hace difícil, y en general el plan de Petro no deja del todo claro
como pretende crear riqueza.
El financiamiento de estos planes se basan
fundamentalmente en una mayor disciplina en cuanto a impuestos, lo cual
evidentemente no está mal, pues es obvio que en estas condiciones de crisis y
de desigualdad económica es justo y necesario que haya una des-flexibilización
en impuestos en áreas que solo favorecen a las oligarquías, el problema reside
fundamentalmente en que el plan peca de basar sus planes en impuestos, pues sin
la creación de riqueza la recaudación tiende a la baja. Si se hace una lectura
del plan económico de Gustavo Petro, es observable como casi cada propuesta
está antecedida o sucedida por un espacio en donde se aclara que la meta va a
ser financiada por impuestos y esa clase de desenfoques es una debilidad en
tanto cierta izquierda solo traslada su discurso en la “distribución” de la
riqueza, más deja desprotegida la dimensión planificada de la creación de la
riqueza, es por tanto, un caldo de cultivo para que la derecha propague
desinformación con respecto a ciertos modelos de desarrollo.
Por otra parte, a pesar que no es parte
central de sus propuestas de campaña, la lucha contra las drogas, según Petro
se abordará desde otros paradigmas, ya no se va estigmatizar ni al consumidor,
ni al productor de droga, estos últimos van a ser protagonista de ayudas del
Estado para gradualmente cambiar sus cultivos, o inclusive aportar al
desarrollo de una economía nueva que gire en torno a la investigación y el
aprovechamiento de esas plantas en la medicina y la industria textil, algo que
de nuevo va a necesitar financiamiento, pues sin un plan y alternativas reales
para los campesinos productores, difícilmente se va terminar con el flagelo de
la droga en la economía ilegal, y acá lo interesante es que aparte de ayudas
del Estado, se planean ayudas provenientes del extranjero, es decir,
re-direccionar las ayudas actuales que van encausadas en la contención del
narcotráfico en ayudas que se traduzcan en una intervención directa al
campesinado y, en general, al productor, ello implica que los 13 mil millones
de dólares invertidos por EE.UU. desde 2002 vayan a parar a las manos de los
productores de droga, acá valdría preguntarse qué ventaja obtendría EE.UU. de
esta propuesta, y comparativamente la respuesta sería ninguna.
Vale señalar que EE.UU tiene aproximadamente
siete bases militares en Colombia y la mayoría están situadas estratégicamente
cerca de las fronteras de países como
Venezuela, país con el que EE.UU tiene disputas políticas, la tenencia de bases
estadounidenses en Colombia suponen una amenaza para la región en tanto
afianzan la presencia intervencionista históricamente dañina e inhumana en
Latinoamérica. Y esto es uno de los pecados centrales de Petro, no abordar ni
de cerca cómo sacar la presencia militar de EE.UU. en el país, pero probablemente
su estrategia sea otra. Uno de los argumentos centrales para la presencia
militar de EE.UU en Colombia es la supuesta lucha contra el narco, pero a raíz
de un cambio de paradigma en el enfoque de lucha contra las drogas, la
presencia de EE.UU se va a ver cada vez más entre dicho, algo que ni de cerca
le conviene a la potencia norteamericana, pues eso vendría a mermar su
influencia en el subcontinente en un contexto en el que China y Rusia aumentan
su presencia en varios países de nuestra región, en especial Venezuela quienes
precisamente comparten frontera con Colombia.
Uno de los desenfoques en cuanto a las bases
militares en Colombia es creer que desde su instalación en 2009 estas acabaron
con la soberanía de Colombia, la verdad es que la soberanía tiene rato de haber
sido mermada, desde que EE.UU. hizo esfuerzos por inducir a la independencia de
Panamá, EE.UU. ya mostraba su abierta hostilidad hacia el país, y Petro no da
muestras claras de arrancar el mal de raíz y nada más se limita a proponer conversaciones
con los norteamericanos en temas a largo plazo como la transición energética,
algo que está de lejos en compararse con el tema de la soberanía.
Cuestiones fundamentales como el plan de
Petro para la agroindustria, particularmente su reforma agraria que, entre
otras cosas, pretende desbaratar los latifundios e imponer impuestos a aquella
tierra que no esté activa productivamente, son evidentemente medidas que van en
detrimento de los grandes terratenientes, y las oligarquías, por además dos
razones fundamentales. Uno, porque en el plan de Petro tímidamente se menciona
una alianza con la industria mucho menos dejar a sus anchas al mercado. Dos, porque además al gran empresariado solo se le
pide que coopere en asuntos puntuales, los incentivos son mayormente enfocados
en los pequeños productores; bajo estas dos premisas, la supuesta alianza con
el sector privado, que como se mencionó tímidamente se hace referencia ella, no
está del todo clara porque en primer lugar a este sector no se le está dando
ningún incentivo y, por el contrario, se le pretende regularizar en detrimento
de un papel más activo del Estado cobrándole a más de 4 mil millonarios del
país más impuestos, así pues, la predecible pérdida de poder de los sectores
más prominentes de la sociedad colombiana le puede traer problemas a Petro en
tanto los intereses de las grandes mayorías no sean compatibles con este
estamento en la esfera del poder, ya de entrada la bolsa de valores y el peso
colombiano cayeron el día que Petro se hizo con la victoria como es costumbre
tentativa en América Latina cada vez que gana alguien que no es de la derecha.
La actual política exterior de Colombia, y en
general la de casi toda su historia, ha tenido a EE.UU como si fuera el centro
del universo, ignorando que existen otras tantas oportunidades para cooperar en el desarrollo inclusivo del país,
Gustavo Petro al menos de entrada,
pretende cambiar ese esquema, abriéndose al mundo y a nuevos mercados como el
asiático, donde China tiene notablemente la batuta, y es que es lo más lógico,
los cambios globales necesariamente urgen a las naciones a no ver sólo a un
lado, no solo ver a EE.UU quien tanto sufrimiento ha causado, sino a abrirse al
resto del mundo a las grandes oportunidades en el exterior y a poner en su máxima
expresión la diplomacia al servicio del derecho y la autodeterminación de los
pueblos, tal como lo refiere el Plan de Petro. Por otra parte, el que se
pretenda retomar el acuerdo de paz escapa de la lógica uribista de la paz, es
un camino hacia la normalización del país y la construcción de estabilidad algo
que, desde luego, va nuevamente en detrimento del mantenimiento de las fuerzas
de EE.UU en la región y pronostica un
camino de esperanzas por una Colombia más unida.
Previsiblemente la presidencia de Petro va a
estar llena de obstáculos, en primera instancia porque no tiene un instrumento
político fuerte, además el conglomerado de partidos al cual él pertenece no
tiene mayoría y su cohesión depende de que el presidente electo cumpla a
cabalidad sus promesas de campaña al pueblo colombiano y a las masas
empobrecidas, resultan imprecisas algunas propuestas que deberían ser centrales
como la solución al flagelo de la droga, los campesinos esperan que se les den
soluciones reales y duraderas para cambiar su modelo de producción, por otra
parte, uno de los pecados capitales de Petro ya de entrada es no plantear el
tema de las bases militares y todo indica que la relación con EE.UU. se
apaciguará más no cambiará su formato y este país va a seguir teniendo tristemente
su presencia en el país.
Como es la tendencia regional, Petro parece
ser muy parecido a sus pares en otros países con liderazgos de “izquierdas” no
se le ve dispuesto a transformar el sistema y mucho menos a desafiarlo, es más
un reformador progresista, el pueblo colombiano espera de su primer presidente
de “izquierdas” cambios sustantivos, el
combate al germen de la corrupción y un alivio tras la crisis de 2020. Como ya
se aseveró, Petro no es un revolucionario, sin embargo tiene una gran oportunidad
de hacer cambios en el país en un contexto en el que el uribismo va en
decadencia y actualmente es la quinta fuerza política en el país, ellos
previsiblemente van hacer todo lo que esté en sus manos para estropear el
gobierno de Petro. Los colombianos tienen al menos una oportunidad para avanzar en favor de los
históricamente relegados: el afro, los campesinos, los indígenas “los nadie”
como Francia Márquez los identifica.
Comentarios
Publicar un comentario