Soy Nicaragua, Soy Valiente y Fuerte
*Cesia Potosme*
El siguiente escrito es ganador del primer lugar en el Concurso Nacional, "Nicaragua Bicentenaria".
¿Quién
soy?, me pregunté, ¿De dónde vengo? ¿A dónde estoy y para dónde voy?,
desesperada por respuesta levanté mi cabeza y respiré; entendí, mi carencia de
identidad me está atormentando, necesito respuestas, ruego
por conocer la verdad y la verdad se me fue revelada, tuvieron clemencia de esta alma mitómana
anhelante de encontrar su identidad, fue mi tierra, mi tierra fue la que me
mostró la verdad de mi origen.
Fue
una tarde de agosto cuando el reloj marcaba las seis menos quince minutos, iba
caminando pensando ¿Quién soy?, y de
repente en medio del sigiloso sonido del viento escuché gritos de lamentos y me
asusté, seguí caminando y me detuve apreciar el rio Ochomogo y en medio de sus cristalinas
corrientes logré ver grandes masacres, ¡el rio se tornó de color rojo!, era la
sangre de esas personas asesinadas atrozmente, me asusté y seguí caminando,
escuché un rugido, era el volcán Mombacho y en medio de sus rugidos escuché un
grito que decía ¡libertad!, asustada y desconcertada me encontraba, me detuve y
de nuevo escuché una voz, era la voz de mi tierra y con su voz redentora me dijo:
“Eres Nicaragua”.
Me
continuó diciendo “Nicaragua, aquella tierra llena de esperanza y fornida con
valentía, eres aquella que resistió durante tres siglos los actos perversos y
crueles producto del egoísmos y la avaricia de aquellos que, la biblia en sus
manos izquierda cargaba, mientras con la mano derecha empuñaban la espada
derramando la sangre de aquellos que eran mis hijos, esos ´indígenas´ eran mis
hijos, aquellos a los que amé y vi crecer y los cuales también vi sufrir y
morir por culpa de ellos.
Impotente
sin poder hacer algo al respecto, hace aproximadamente quinientos años, se
arribaron algunos barcos a mi costa, eran hombres los que en esas maderas
venían, eran muy similares y a la vez muy distintos a mis hijos, me pregunté,
¿Quiénes son? ¿Qué hacen aquí?, sin comprender al principio, tenía una extraña
sensación de que nada de eso y ellos era bueno, mas no me equivoqué.
Españoles,
esos hombres eran provenientes de España, los cuales quedaron deslumbrados al
apreciar las bellezas que poseía mi tierra, al ver la fuerza y la inocencia de
mis hijos, no pasó mucho tiempo cuando la maldad en sus ojos se reflejó y
sacaron lo peor de ellos en contra de toda mi tierra. Los malhechores españoles
al principio eran pocos, luego fueron muchos y después eran incontables la
cantidad de barcos y de esos hombres españoles que a mis costas arribaban,
llevándose en ellos todos mis frutos, mis bienes e incluso se llevaron a muchos
de mis hijos; me expropiaron de todo y a cambio solo dejaron mis suelos
manchados del sudor y de la sangre que a mis hijos hicieron derramar.
Armados
únicamente de valentía y con un par de flechas y dos que tres lanzas, mis
hijos, esos indígenas se defendían de ellos y me defendían a mí, a su tierra
que los vio nacer y los quiere ver ser libres siempre, y aunque su valentía era
gigante, no pudieron ser vencedores, mas el intento no era en vano, ellos aún
lejos de su conocimiento estaban forjando su libertad, abrieron brecha aquella
pequeña luz de esperanza la cual fue capaz de darles fuerzas hasta el último
día.
En
sus hombros cargaron durante trecientos años con el sufrimiento de ser esclavos
de aquellos españoles que invadieron y se apropiaron de todo, día a día vivían
teniendo que obedecer para no morir. Mis
hijos tuvieron que soportar trecientos años de robos, abusos, violaciones,
maltratos, explotaciones, mutilaciones, torturas, asesinatos y mucho, mucho,
mucho más tuvieron que soportar, su maldad y atrocidad no conocían limites, mis
ojos nunca habían visto tanta sangre derramar solo por robar.
Pero
sé que luego de todo diluvio viene la paz y el diluvio de torturas que mis
hijos sufrían estaba por pasar y terminar, poco a poco inconsciente o quizás
muy consciente mis amados hijos se volvían más resistentes y con mayor
conocimiento y cada día caminaban y se acercaban a su anhelado futuro de ocho
letras: ¡Libertad!
Mi
tierra valiente, Nicaragua, hace doscientos años se unió junto a otras cuatro
tierras benditas llamadas Guatemala, El Salvador, Honduras y Costa Rica para
así cambiar esas flechas y lanzas de nuestros indígenas por tinta y papel. Un
quince de septiembre del año mil ochocientos veintiuno se firmó un acta, un
acta donde se reivindicó nuestra libertad, se le puso fin a ese infierno, nos hemos
quitado sus pies de nuestras cabezas y hoy con mucho honor levantamos nuestras
cabezas en alto, con dignidad y valentía con la cuales luchamos y lucharemos
siempre hasta el último día. Hoy decimos muy fervientes ya no somos de España, ¡hoy
somos el Centro de América, unidos por nuestra libertad!”
Está
fue la historia que me contó mi tierra, me siento indignada porque durante
mucho tiempo se nos ha idealizado que nuestra bella y valiente patria fue
descubierta, no fue así, fuimos invadidos, durante mucho tiempo, se nos dijo
que nos civilizaron, no fue así, nos masacraron y durante mucho tiempo se nos
ha tratado de minimizar y empañar nuestra verdadera historia, la historia donde
tuvimos la pérdida de nuestra identidad, se nos ha dicho durante mucho tiempo
que somos mestizos, un poco de ellos y un poco de aquellos, pero no es así, yo ahora sé certeramente ¿Quién soy? yo soy
Nicarao líder de mis ideales, soy Diriangén defensora de mi dignidad, soy
Sandino con espíritu libertador, soy Fonseca con anhelos del saber, soy bella,
soy valiente, soy inquebrantable, ¡yo soy orgullosamente nicaragüense! y
también ahora sé ¿De dónde vengo? Vengo de descendencia de personas valientes y
fuertes, esas que no se rinden nunca; y sobre todo ahora sé ¿A dónde estoy y para
dónde voy?, estoy en una tierra bendita y soberana, a la cual yo también
defenderé con todas mis fuerzas y lucharé día a día para que se respete la
dignidad y libertad de mi pueblo nicaragüense.
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