La conquista y la encomienda

 *Oscar Borge Mejía*

“Él, pensando un poco, preguntó al religioso si iban cristianos al cielo. El religioso le respondió que sí, pero que iban los que eran buenos. Dijo luego el cacique, sin más pensar, que no quería él ir allá, sino al infierno, por no estar donde estuviesen y por no ver tanta gente cruel”

Palabras del Cacique Hatuey minutos antes de ser quemado vivo. 

No puede ser casualidad que solo a la derecha, en este caso la derecha más rancia de España se le ocurra negar el mayor y más cruel genocidio que ha ocurrido en la historia. Al leer las crónicas de Fray Bartolomé de las Casas resulta que los nazis -con el respeto  que merecen las víctimas de esa tragedia- asesinaban con menor ensañamiento que los conquistadores españoles; la diferencia radica en que estos primeros mataban con el desprecio que daba su falsa convicción de “raza superior” y los españoles 500 años atrás, asesinaron con disfrute y gozo del sufrimiento humano y lo que es peor colectiva y sistemáticamente.

Decía el poeta comunista Brecht -hablando de la época del nazismo- “¿Qué tiempos son estos en los que tenemos que defender lo obvio?”. La diferencia entre la conquista de Latinoamérica y EUA radica según Hegel, que EUA y Canadá fueron colonizadas y Latinoamérica junto al Caribe conquistadas. Utilizando una falacia de inconsistencia o falacia de equivalencia quieren decirnos que los españoles no cometieron ningún genocidio, porque según ellos, pues no somos todos blancos como los estadounidenses, tampoco nos esclavizaron, en su versión.

Para que se tenga alguna idea, los historiadores, bajo consenso, estiman que previo a la llegada de Colón había en América, aproximadamente de 40 a 60 millones de personas, hay otros que creen que había hasta 300 millones de habitantes. Contrastando, 300 años después, en 1800 la población de Latinoamérica llegaba a 15 millones de habitantes. Qué tal si hubieran perpetrado un genocidio, esperaban quizá que quedaran 100 pobladores…

El régimen de la encomiende se estableció gracias al esfuerzo de Fray Bartolomé de las Casas entre otros a través de la Bula Sublimis Deus dictada por el papa Paulo III; los testimonios de De las Casas, que nunca nadie cuestionó su veracidad, fue presentado con múltiples testigos. Pero dicho régimen de explotación fue dictado hasta 1537, casi 40 años después del inicio de la conquista; cuando el genocidio ya había sido perpetrado. De qué magnitud fue la hecatombe que un Papa y un Rey feudal tuvieron que intervenir antes de que asesinaran a la totalidad de la población. Tampoco es que el régimen de la encomienda resultase un paseo, imponía el trabajo de servidumbre de los indígenas a cambio de evangelización ¡Viva!.

Existe una premisa en derecho básica, “a confesión de partes relevo de pruebas”; el genocidio no nos lo contamos nosotros -los indígenas o mestizos-, aunque si hay cronistas indígenas, como el nieto de Moctezuma que corroboran los datos, lo contaron los mismos españoles, a continuación se puede apreciar el trato civilizatorio de parte de la cristiandad:

“Tomaba las criaturas de las tetas de las madres, por las piernas y daban de cabeza con ellas en las peñas”

“Otras criaturas metían a espada con las madres juntamente, e todos cuantos delante de si hallaban”

“secábaseles la leche de las tetas a las mujeres paridas, e así murieron en breve todas las criaturas”

“cesó entre ellos la generación; murieron ellos en las minas, de trabajos y hambre, y ellas en las estancias o granjas, de los meso, e así se acabaron tanta e tales multitudes de gentes de aquella isla”

“fueron infinitas las gentes que yo vide quemar vivas y vi despedazar e atormentar por diversas y nuevas maneras de muertes e tormentos y hacer esclavos todos los que a vida tomaron”

“Otros, ataban o liaban todo el cuerpo de paja seca pegándoles fuego, así los quemaban. Otros y todos los que querían tomar a vida, cortábanles ambas manos y ellas llevaban colgando, y decídanles: “andad con cartas”

“Y asando y echando a perros bravos, e después oprimiendo y atormentando y vejando en las minas y en los toros trabajos, hasta consumir y acabar todos aquellos infelices inocentes: que había en las dichas dos islas más de seiscientas mil animas” 

“Y al cuarto del alba, estando los inocentes durmiendo con sus mujeres e hijos, daban en el pueblo, poniendo fuego a las casas, que comúnmente eran de paja, e quemaban vivos los niños e mujeres y muchos de los demás, antes que acordasen; mataban los que querían, e los que tomaban a vida mataban a tormentos porque dijeses de otros pueblos de oro, o de más oro de los que allí hallaban, e los que restaban herrábanlos por esclavos; iban después, acabando o pagado el fuego, a buscar el oro que había en las casas.”

Las crónicas y denuncias que hizo Bartolomé de las Casas en su libro “Brevísima relación de la destrucción de las Indias”, además de múltiples correspondencias de este con obispos y el Rey de Castilla, solo es la punta del iceberg, De las Casas narra nada más lo que él vio y le constaba, en alguna parte cita un testimonio de Fray Marcos de Niza de la orden franciscana también. Es por tanto, inimaginable todo lo que no se ha documentado y se tragó el tiempo.


Bartolomé de las Casas repite una y otra vez que ahí donde llegaban los conquistadores masacraban las poblaciones hasta dejar leguas enteras despobladas. Los indígenas siempre terminaban huyendo tierra dentro, horrorizados por la matanza; los conquistadores en cambio cazaban con perros y por deporte a aquellos pocos que huían por salvar sus vidas. Contrastando con las crónicas de Hernán Cortés, sin hacer mención detallada de las matanzas y la crueldad, las denuncias del Fraile encajan totalmente, una y otra vez. Cuenta Cortés que por todas las tierras de Mesoamérica  sus emisarios eran bien recibidos, por mencionar alguno territorios que da el conquistador, Oaxaca, Guazcalco, Villa de Medellín y muchísimas más;  al poco tiempo bajo el mismo patrón, agrega Cortés en sus cartas a los reyes y crónicas que, los pobladores se “sublevaban” y dicha sublevación era totalmente aplastada, lo que el llamaría se tomaba el control o la “paz” nuevamente -la paz de los sepulcros-.

El término de la leyenda negra que sostienen algunos negacionistas hoy, como si fuesen terraplanistas, es una deformación que una élite inculta, neofacista española que quiere reivindicar por medio de una idea absolutamente falsa lo que pasó. La Leyenda Negra fue una campaña de descrédito a la corona española en las cortes aristocráticas europeas, principalmente la inglesa y la francesa, esto como guerra cultural de inicios renacentista; como parte de dicha campaña se tradujo a más de 5 idiomas las Crónicas de Bartolomé de las Casas. Pero que existió una campaña de descrédito, la cual se le llamo “la leyenda negra”, en realidad no niega ni cuestiona la veracidad de las crueldades y la gran matanza que sufrieron las miles de poblaciones y culturas americanas, estas son ciertas. Tampoco existe un historiador serio que se atreva a desacreditar la veracidad de los relatos de algunos frailes como Bartolomé de las Casas, además yo poco conocedor de la historia, soy capaz de entender que el Fraile de las Casas acompañó sus denuncias con no pocos testigos, testigos, que de forma disgregada no podría cuestionárseles su palabra en esa época; todos estos sin ninguna motivación para mentir.

La defensa que se hiciese de la conquiste per se, la que realizó por ejemplo Don Juan Gines Sepúlveda en el consejo de Valladolid frente a Bartolomé tampoco negaba la barbarie, simplemente recurrió al razonamiento del derecho natura -ese recurso filosófico medieval- para sostener que los indios eran menos que humanos y por tanto podían ser tratados tal cual se denunciaba. Cabe señalar que es ese mismo “derecho natural” que sirvió a Bartolomé dé las Casas para la defensa de sus razonamientos, tampoco es que hubiera otro -Santo Tomás de Aquino fue junto a San Agustín los filósofos de la época-.

Otro de los argumentos esgrimidos para la defensa de la conquista es la enseñanza del Castellano al continente, como si en América no se hablara otros idiomas, eso sin contar que el español llevado por los conquistadores aún no era el de Cervantes, Quevedo o de Góngora, si el del Cid y para las gracias a nosotros, ya que sin los mestizos latinoamericanos como Darío, Huidobro, Neruda, Borges, Vallejo, Márquez, Paz… el español seguiría, quizá incrustado tres siglos atrás y sin mayor relevancia literaria y cultural que la dada casi exclusivamente por Latinoamérica en sus últimos 120 años de historia. No es de extrañar que esta misma derecha piense en una corrida de toros como  la cúspide de los dones de apolo y sus musas.

El elemento civilizador que tanto esgrimen jamás existió, ya que civilizar hubiera implicado la creación de valores comunes y lo que se impuso fue un sistema de explotación, dominio, una relación de poder y exclusión que lo único que significó fue el aniquilamiento físico y cultural de nuestras culturas, así como de todos los habitantes y pueblos originarios; una característica que prevalece aún.

El problema de la conquista, la masacre y el más cruel genocidio perpetrado en la historia a Latinoamérica radica en las consecuencias históricas que aún hoy vivimos. Por ejemplo, falto más de 150 años de vida republicana  -con sus dictaduras- para que un país como Bolivia, con un 75% de población indígena, tuviera un presidente indígena, Evo Morales -solo uno-; basta dar un repaso por el color de piel de todos los presidentes de los países latinoamericanos, sus embajadores, diplomáticos y ministros y darse cuenta como vive aún el sistema “colonial”, el régimen de exclusión racista implantado. Nuestros parámetros estéticos por ejemplo, la televisión venezolana, mexicana y colombiana, que durante décadas reforzó su patrón de la mujer rubia buena y la de pelo negro malvada, así como todos sus actores blancos y ojos claros, en una población que su inmensa mayoría es pelo negro, color tierra su piel, ojos café oscuro. Hace un par de años resultó noticia que una mujer de rasgos indígenas protagonizara una película -ROMA-, para colmo ganadora del Óscar; cuando esas características físicas son la inmensa mayoría de nuestro continente, en menor o mayor medida también en los mestizos.

El régimen colonial está aquí y se mimetizó sin problema con las dictaduras del plan cóndor y hoy con el capitalismo, es un régimen de exclusión racial de las elites españolas asentadas en nuestra tierra, emparentados con otros explotadores y criminales, árabes palestinos, judíos, italianos, alemanes, libaneses etc. Invasores que se apropiaron de nuestra tierra, nuestros recursos; a sus hijos y nietos hoy se les conoce como empresarios, banqueros, presidentes, diputados, magistrados etc. Es la oligarquía de hoy los que aún gobiernan nuestra Latinoamérica en su gran mayoría y son capaces de cazarnos sin piedad con perros, despedazarnos, asesinar a nuestros hijos sin piedad, tirar bombas lacrimógenas, balas, perpetrar golpes de Estado, deslegitimar Gobiernos o presidentes cuando estos intentan cualquier rasguño a sus sistemas de privilegios -sino vean la maquinaria que han movido contra el nuevo presidente de Perú-; en si lo que haga falta para perpetrar y mantener su poder y el sistema de la “encomienda” en que vivimos, en otras palabras al servicio de sus intereses y bajo el pago de sus propias creencias.

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