Hasenfus y la intervención de los Estados Unidos en Nicaragua

*Manuel Urroz*

Un día como hoy, 5 de octubre, hace 35 años los jóvenes nicaragüenses, José Fernando Canales y Byron Montiel de 19 y 17 años, prestadores del Servicio Militar Patriótico, de un certero flechazo disparado por un cohete tierra-aire portátil CM2, derribaron el avión donde viajaba el gringo Eugene Hasenfus. El teatro de operaciones fue El Tule, a 30 kilómetros al norte de la ciudad de San Carlos, Río San Juan.

Por las dificultades del terreno la captura de Hasenfus la realizó el Ejército Popular Sandinista un día después, el 6 de octubre.  El avión  cargaba 13 mil libras de armas: 100 mil cartuchos para fusiles AK-47, 60 AK-47 plegables, un número similar de lanzacohetes RPG-7, 150 pares de botas de jungla.

Acompañaba a Hasenfus, el piloto William Cooper, el copiloto Wallace Blane Sawyer, el radioperador de la nave, Freddy Vílchez, nicaragüense, de la FDN entrenado en la 2a. División Aerotransportada del ejército de Honduras. Los tres primeros murieron en la acción, salvándose solamente Hasenfus.

El gringo portaba varios documentos, entre ellos un carnet con el número 4422 que lo acreditaba como "asesor" del "Grupo USA" y que era válido del 28/07/86 al 28/01/87. El carnet había sido expedido por la Fuerza Aérea de El Salvador y firmado por el General Juan Rafael Bustillo, Jefe de la Fuerza Aérea Salvadoreña.

Fernando Canales, Raúl Acevedo 
y Byron Montiel condecorados por 
el Ejército Popular Sandinista

Hasenfus cumplía con el onceavo vuelo de abastecimiento a la contrarrevolución. En 6 de estos vuelos, hizo la misma ruta del 5 de octubre. Los otros cuatro vuelos partieron de Honduras, de la base El Aguacate.

Los documentos encontrados en los restos del avión representaron pruebas contundentes de la agresión permanente que la Administración Reagan financiaba y organizaba en contra de Nicaragua. Sirvió para demostrar el cumplimiento de lo que Ronald Reagan había anunciado de manera pública en 1981,  que intervendrían a Nicaragua para supuestamente impedir que desde de nuestro suelo patrio se abasteciera a los revolucionarios salvadoreños.

De nada sirvieron las agresiones imperialistas en aquel momento, la revolución nicaragüense siguió adelante. Lo que podemos asegurar es que ayer como hoy la revolución sandinista sigue triunfante, ayer fueron los flechazos, hoy las municiones son los millones de votos que depositaremos este 7 de noviembre en la casilla 2 para  ratificar que los nicaragüenses tenemos sandinismo para rato. 

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