Geopolítica de la pandemia, cooperación y desigualdad global

*Josseline M. Berroterán y Jonathan  Flores*

La pandemia es una lección para la humanidad, esta crisis que afecta a toda la especie ha puesto al descubierto la naturaleza  política del sistema-mundo. El sistema político global es necrófago. No fue la solidaridad el paradigma que creíamos se instauraría en la política pandémica y que se postergaría en el periodo poscrisis. Nos revela con mayor claridad que la cooperación es un instrumento neocolonialista.

Los países del norte global definieron con meses de anticipación la geopolítica de la pandemia mediante el dominio internacional de la patente de la vacuna contra el Covid-19, acapararon el comercio, tráfico y distribución de las vacunas, creando un desajuste en el mundo, que ha dificultado el acceso en los países menos desarrollados, en especial de África y América.

La cooperación por su naturaleza está condicionada por los intereses reales de los estados, es la forma moderna de mantener la asimetría global en una relación de centro-periferia necesaria para el funcionamiento del sistema capitalista. La cooperación norte-sur ha marcado el ritmo de los programas de vacunación en muchos países, hasta el punto que generar un rezago crítico en gran parte de la población mundial.

La salud pública es un eslabón frágil y estratégico para cualquier nación, es un problema de seguridad nacional. El nacionalismo de las vacunas implicó la condición necesaria para que las potencias (China, Rusia, Reino Unido, India y Estados Unidos) definieran una nueva diplomacia global de las vacunas que en el contexto de la seguridad sanitaria pueden expandir sus  influencias regionales.

Sin embargo, Cuba es una expresión de una contra hegemonía política y científica que desafía todos los obstáculos estructurales de la geopolítica mundial en el contexto de la pandemia, el desarrollo de sus propias vacunas le otorgan un valor  moral excepcional de resistencia histórica  a pesar del bloqueo impuesto por Estados Unidos desde 1962, es el primer país del mundo en comenzar las jornadas de inmunización en niños.

Aunque esta realidad es muy poco reconocida en los medios de comunicación internacionales, ni en los estudios e investigaciones que realizan algunas instituciones europeas o estadounidenses, por el contrario si se le ha brindado una amplia cobertura al nivel de efectividad que tienen otras vacunas.

        Elaboración propia con datos de CIBOD Report, Barcelona, 2021

 La Sputnik V y las vacunas cubanas, ambas con el 92% de eficacia en sus 2da dosis aún no han sido aprobadas por la OMS y en el caso de la vacuna desarrollada por Rusia, misma que ya se está fabricando en diferentes países del mundo, EE.UU ha prohibido la entrada de extranjeros vacunados por este fármaco, en ese sentido se empieza a visualizar que la geopolítica toma un giro diferente y ahora ya no hablamos de guerras y espacios vitales, sino de vacunas y restricciones sanitarias como medidas de coerción y ejercicio del poder, en un contexto de emergencia sanitaria.

Una de las explicaciones ante este panorama, es que en el caso de la Sputnik V no ha logrado la validación de la OMS por las presiones de las industrias farmacéuticas estadounidenses y europeas, así como las presiones de los propios financiadores de la OMS, con el fin de impedir posicionar la vacuna en el mercado global, sin embargo ha tenido amplios niveles de aceptación, para julio 2021 ya se estaba aplicando en 44 Estados, mientras que Alemania, Hungría y Eslovaquia, miembros de la UE, se mostraron dispuestas a administrar esta vacuna.

La vacuna se ha convertido en un nuevo elemento geoestratégico para las potencias hegemónicas y emergentes, tal y como sucedió durante la guerra fría con la carrera espacial. La nueva diplomacia de las vacunas se impone en las relaciones internacionales en un escenario de dependencia y desigualdad global en el que no se avizora claramente su fin.

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