17 DE JULIO, DÍA DE LA ALEGRÍA.
*Carlos Fonseca Terán*
Después de 18 años de lucha guerrillera del Frente
Sandinista de Liberación Nacional, el 17 de julio de 1979, cuando aún se
combatía en campos y ciudades de Nicaragua, la mayoría de ellas ya liberadas de
la tiranía somocista por las tropas guerrilleras del FSLN, el dictador
Anastasio Somoza Debayle, tercero en orden de sucesión dinástica desde 1937,
huyó de Nicaragua. Dos días después, el 19 de julio de 1979, las tropas
victoriosas del Frente Sandinista entraban en Managua y al día siguiente, el
pueblo se concentraba en la que desde entonces fue bautizada como Plaza de la
Revolución “Carlos Fonseca”, para celebrar la victoria. Se ponía fin así a 42
años de una tiranía que había sido el instrumento de dominación del
imperialismo norteamericano en Nicaragua, impuesta poco tiempo después del
asesinato a traición del General Augusto C. Sandino en 1934, tras la expulsión
de las tropas interventoras norteamericanas por el Ejército Defensor de la
Soberanía Nacional que él encabezaba.
La lucha sandinista resurgió 27 años después, en
1961, con la fundación del Frente Sandinista de Liberación Nacional, que con el
Comandante Carlos Fonseca al frente hasta su caída en combate en 1976, se
enfrentó a la dictadura proimperialista que gobernaba al servicio de los
intereses de Estados Unidos. A diferencia de lo sucedido en circunstancias
diferentes con el asesinato del General Sandino, al caer en combate el
Comandante Carlos Fonseca la lucha revolucionaria no se detuvo, sino que más
bien se intensificó hasta alcanzar el triunfo revolucionario, en cumplimiento
de la estrategia revolucionaria que ya había sido definida en sus aspectos
fundamentales.
El sandinismo fue el único movimiento revolucionario
triunfante en América Latina durante la época de la lucha guerrillera iniciada
con el triunfo de la Revolución Cubana en 1959 bajo el liderazgo del Comandante
Fidel Castro, hecho histórico que inspiró la resurrección del sandinismo y la
organización de todo un nuevo movimiento revolucionario en todo nuestro
continente, cuya lucha sirvió para forjar a generaciones de militantes sin cuyo
ejemplo y enseñanzas no hubieran sido posibles los triunfos obtenidos por los
pueblos de Nuestra América en la época actual, iniciada con el tercer gran
hecho histórico revolucionario nuestroamericano, después de la Revolución
Cubana y la Revolución Sandinista, que fue el triunfo de la Revolución
Bolivariana en Venezuela, con la llegada al gobierno del Comandante Hugo Chávez
en 1999.
Veinte años pasaron entre cada uno de estos hechos
históricos y el siguiente. Con la Revolución Cubana se inició la lucha armada
revolucionaria en Nuestra América, que tuvo su punto culminante con la
Revolución Sandinista, la que marcó el inicio del fin de las dictaduras
militares impuestas por Estados Unidos a lo largo y ancho del continente, lo
cual hizo posibles algunas de las condiciones principales para el triunfo de la
Revolución Bolivariana en Venezuela, iniciadora de la época en que una mayor
cantidad de países han sido gobernados por las fuerzas populares y progresistas
en nuestro continente.
En el caso de nuestra Revolución, después de haber
triunfado en 1979 tuvo una interrupción de 17 años entre 1990 y 2007, cuando la
derecha libero-conservadora ocupó el gobierno e hizo retroceder en gran parte
las conquistas revolucionarias alcanzadas en los años ochenta. Con la
Revolución Sandinista en Nicaragua se creó el poder popular en lo político y lo
económico; se redistribuyó la riqueza, reduciéndose notablemente la desigualdad
social, con la Reforma Agraria y la creación del Área Propiedad del Pueblo en
los ochenta, con las titulaciones masivas de casas y tierras en manos de los
sectores populares y los programas sociales desde el 2007, reduciéndose la
pobreza a la mitad y la pobreza extrema a un tercio en esta segunda etapa de la
Revolución; se derrotó al analfabetismo desde 1980 y se volvió a derrotar a
partir de 2007, luego de haber regresado con el neoliberalismo; la Revolución
Sandinista ha garantizado el acceso a la salud y la educación para el pueblo;
ha impulsado la economía popular, apoyando a pequeños y medianos productores,
organizando cooperativas y empresas de trabajadores, legalizando la propiedad
comunitaria para los pueblos indígenas, creando emprendimientos populares
familiares y colectivos, lográndose que más de la mitad de la producción y tres
cuartas partes del total de unidades económicas del país estén en manos de los
sectores populares. En los años ochenta, o sea en su primera etapa, la
Revolución Sandinista debió enfrentarse a una guerra de agresión, y en esta su
segunda etapa, al intento de golpe de Estado en 2018, las agresiones económicas
y el injerencismo permanente del imperialismo norteamericano y europeo, a pesar
de lo cual se ha logrado preservar la paz, la seguridad y la estabilidad del
país, y se ha garantizado un crecimiento económico sostenido, brevemente interrumpido
por el intento de golpe.
Nuestro modelo político revolucionario siempre ha
incluido el pluripartidismo, ya que éste no existía antes de la Revolución,
pero la debacle política de la derecha antisandinista ha llevado a que ésta se
quede sin una fuerza política organizada con capacidad de ganar elecciones, lo
que se ha visto empeorado por su característico entreguismo. Nuestro modelo
económico se ha regido, debido al precario desarrollo de las fuerzas
productivas en nuestro país, por la economía mixta y la búsqueda de consenso
entre los diferentes sectores económicos, agrupados básicamente en dos grandes
bloques: los sectores populares, afines a la Revolución y representados por el
sandinismo, y los sectores tradicionales del empresariado oligárquico-burgués,
representados por liberales y conservadores, o sea el antisandinismo, que por
razones obvias siempre se ha opuesto a nuestro proceso revolucionario.
Los sectores oligárquico-burgueses de la sociedad
nicaragüense, representados por liberales y conservadores, entraron en estado
de coma con la Revolución, tuvieron un leve despertar durante el paréntesis
neoliberal de 1990 a 2007 y en la actualidad han degenerado en lo que es la
derecha contrarrevolucionaria golpista y neosomocista. Estos sectores han
ejercido el poder en nuestro país durante 176 años desde la independencia en
1821, frente a los 24 años en que han ejercido el poder los sectores populares
en el marco de nuestro proceso revolucionario, bajo la conducción del
sandinismo como su expresión política organizada y con nuestro líder al frente,
el Comandante Daniel Ortega Saavedra, quien desde los años sesenta, en su
adolescencia, se integró a las fuerzas guerrilleras del Frente Sandinista,
llegando en poco tiempo a la Dirección Nacional, hasta convertirse con el paso
de los años, por su firmeza, capacidad y liderazgo, en el máximo dirigente de
nuestro Revolución, relevo histórico del Comandante Carlos Fonseca.
Por todo esto, hoy es el Día de la Alegría, el día
en que huyó uno de los más tenebrosos dictadores al servicio del imperialismo
norteamericano en este hemisferio, luego de haber bombardeado las ciudades de
su propio país, causando 50,000 muertos; un país que no veía como suyo, pues su
mentalidad era la de lo que en realidad él también fue siempre: el último de
los marines norteamericanos, dado que la Guardia Nacional bajo su mando era una
fuerza militar de ocupación con soldados nativos sustitutos de los invasores
que la crearon, y cuyo primer Jefe Director fue un General de las tropas
interventoras, antes de ser designado como tal por estas mismas tropas, el
fundador de la dinastía somocista, Anastasio Somoza García, a quien le
sucedieron en el poder sus hijos Luis y Anastasio, siendo este último el que
huyó el 17 de julio de 1979 ante el avance de las fuerzas sandinistas al frente
del pueblo nicaragüense, insurreccionado en apoyo a la lucha guerrillera.
Hoy, Día de la Alegría, recuerdo uno de los más
hermosos lemas surgidos en los años ochenta, en esta nuestra Revolución
victoriosa que sigue en marcha y que ha sido sin duda, una de las que mayor
cuota de sacrificio han debido pagar por la liberación nacional, continental y
mundial, pero también y a pesar de ello, una de las más alegres de la historia,
de las más llenas de música, baile, poesía y juventud: A ESTA ALEGRÍA, EL
ENEMIGO LE TEME; y por eso decimos hoy que LA ALEGRÍA ES PATRIMONIO DE LA
REVOLUCIÓN.
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