Un águila con pocas plumas.

 *Manuel Pérez*


La política exterior de los Estados Unidos -que está bajo la dirección de una élite supremacista e inmoral- es un ejemplo inmediato del gran peligro que representa el imperialismo, expresados en las actitudes de asfixia hacia países independientes y soberanos, tal es el caso de Nicaragua, Venezuela, Bolivia, Cuba y algunos países del Medio Oriente y Asia que de manera constante son acusados de enemigos de la paz y la seguridad, pues es con este pretexto que tratan de acreditar su intervención que de manera enérgica es rechazada y denunciada por los países afectados con leve resonancia debido a la invasiva expansión del imperialismo en todos los espacios de debate y diálogo internacional. Sin embargo, el brazo reforzado de la izquierda revolucionaria en América Latina no flaquea sino que está más combativo y latente.

 El imperialismo es definido como la máxima expresión del capitalismo; la naturaleza de éste fenómeno disipador es mantener a los pueblos subyugados a través de mecanismo de dominio y opresión; empobrecer a los pueblos, despojarlos de sus recursos naturales mediante métodos poco novedosos y por ultimo ocupar territorios con una ubicación estratégica, bajo la excusa de anteponer los intereses nacionales, tal es la penosa situación de algunas naciones de la región latinoamericana que han cedido su territorio para la instalación de bases militares norteamericanas, lo que supone un gigantesco obstáculo para la unidad, pues al imperio le resulta factible fragmentar y así dirimir el bloque de resistencia que se rehúsan a dejarse  dominar, en síntesis su peor enemigo es un pueblo rebelde e indomable.

En el hemisferio latinoamericano, Estados Unidos en numerosas ocasiones ha utilizado la excusa de amenaza a la “seguridad nacional” para inventar guerras injustas e injustificadas. En la actualidad las guerras no convencionales son parte del mecanismo de dominio del imperio y la prensa hegemónica, las redes sociales y otros medios de masas, penetran el pensamiento del individuo para controlar su accionar y crear una sociedad alienada a la cultura norteamericana - similar al  Manifest Destiny que tenía como misión “civilizadora” de llevar a los demás pueblos al “american way of life”- con esto resulta hábilmente intervenir en los asuntos internos de  un país ya que poseen las líneas discursivas en las manos.

Los tiempos son distintos, pero las arrogancias del imperio y sus intenciones son las mismas, el caos, la desigualdad y las guerras no deben de ser vistas como simples disensiones, más bien como planes sistematizados que en nombre de la libertad y los derechos humanos se originan. Nicaragua, recientemente ha sido catalogada bajo la administración de Biden como una “amenaza a la seguridad ciudadana”. Esta campaña propagandística en contra del Gobierno de Nicaragua dan a relucir quienes son los que están detrás de todas las ONGs con nulo respaldo popular que agitan  acusaciones irreales,  exigencias de reformas electorales y ridículos show mediáticos de supuesto asedio, pese a todo esto el sandinismo se renueva a diario cuando los nicaragüenses trabajan en paz, cuando el niños y la niña estudian, cuando se invierte en salud para que todos tengan acceso de forma gratuita, respetando y promoviendo los derechos humanos, es así como combatimos al imperialismo y sus títeres.

Las extensas cicatrices producto de las imposiciones coloniales, la bota imperial y los gobiernos títeres han sido desafiados por un pueblo aguerrido y valiente.  Tal fue el caso del intento de golpe de estado en el 2018, en el cual el verdadero pueblo logró desarticular las intenciones embusteras del imperio con ayuda de sus peleles en el país, pero como hijos e hijas de Sandino, seguimos un legado fundado en los cimientos del nacionalismo, antiimperialismo y anticolonialismo, razón medular de la lucha del General Augusto N. Sandino en contra del yanquee invasor. 

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