Hugo Chávez y la geopolítica global
Jonathan Flores
El ascenso del presidente Hugo Chávez al poder en 1999
no solo significó un proceso electoral rutinario de la democracia convencional
y hasta cierto punto burguesa, sino que, con su figura irrumpió un nuevo
discurso, una nueva geopolítica contra hegemónica con indiscutible carácter
antiimperialista, un nuevo período que reivindicaba el proyecto histórico
concebido por otros grandes precursores de gran calado como Bolívar, Sandino,
Martí y Fidel.
Con Chávez emergía una visión de izquierda en contexto,
que configuró en poco tiempo las relaciones internacionales y los bloques
regionales que orbitaban como pequeños satélites de la política norteamericana,
y que tras el fin de la URSS habían adoptado el modelo neoliberal como forma de
organización de las relaciones sociales y económicas, a excepción de Cuba, que
mantuvo a pesar de las circunstancias históricas adversas una postura firme a
su modelo revolucionario.
Hugo Chávez Frías rompió con el esquema del político
tradicional, que pocas veces trasciende a la retórica política cargada de
promesas vacías. Chávez por su parte, rompe con esa retórica formal y ambigua y
vuelve inseparable la palabra de la acción, que tenía como fin ético-político
la construcción de la Gran Patria Bolivariana.
El legado de Chávez encarna en sí mismo una diplomacia
revolucionaria que despeja toda hipocresía adulante y utilitaria hacia al Norte,
como su célebre locución "aquí huele a azufre" en las entrañas
sanguinarias de la ONU en el 2006, o haciendo aflorar la barbarie solapada de
la civilización europea con el exabrupto monárquico del "¿por qué no te
callas?" en el 2007.
Fue con Chávez que por primera vez en la historia de América
Latina y el Caribe se logra configurar y liderar una geopolítica del petróleo
desde el Sur y para el Sur, que dispuso los recursos energéticos al servicio de
los pueblos y no del corporativismo transnacional. Los recursos
estratégicos al servicio del desarrollo de los pueblos.
El multilateralismo como mecanismo real y efectivo
para las relaciones internacionales entre los estados y gobiernos ha sido una
propuesta necesaria para romper con la hegemonía de los países poderosos y la
dependencia económica entre el Norte-Sur.
Chávez audazmente logra proponer bloques regionales de
carácter económico y político (PETROCARIBE, ALBA y CELAC) que contrarrestaron
las políticas antropofágicas de los organismos financieros
"multilaterales", el FMI, BM y el BID y otra naturaleza como la OEA.
Sustituyó la cooperación de la condicionalidad por la complementariedad entre
los pueblos.
El legado y pensamiento de Chávez es en esencia y como
proceso histórico la antítesis dialéctica contemporánea de la que emerge el
proyecto emancipador de los pueblos explotados desde hace más de 500 años.
En su colosal disrupción política pudo articular en un
solo discurso material las grandes categorías históricas y filosóficas de los
procesos de resistencia latinoamericana como son el anticolonialismo y el
antiimperialismo.
No hay historia reciente sin Chávez, su legado
preconiza el socialismo del siglo XXI como alternativa social al que muchos
intelectuales hedonistas han catalogado de populismo con connotaciones
negativas como si las miserias del neoliberalismo habrían sido mejor.
Hugo Chávez fue más que un presidente, es un
paradigma, tinta indeleble de la historia que pudo visualizar que América
es para los latinoamericanos.
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