Covid-19: catalizador del nuevo orden internacional
Ansonith Albano
1. A modo de introducción
Es un hecho comprobable: la pandemia del Covid – 19 ha trastocado las dinámicas y las estructuras económicas, sociales, políticas, y militares en todo el globo. Ha democratizado el miedo, la desesperanza, la frustración, la impotencia, pero también, la incertidumbre sobre la nueva cotidianidad que surgirá con el fin del caos.
El debate sobre su verdadero impacto en la nueva distribución del poder en la geografía internacional en esta segunda década del siglo XXI, se ve estimulado por la certeza existente entre políticos, académicos e investigadores, representantes de poderes facticos y emporios económicos, y pueblo en general que, atravesamos en el presente, un periodo de transición: las sociedades humanas, en cada una de sus escalas de apreciación, no serán las mismas.
2. ¿Qué pasará con Estados
Unidos?
Kurt Campbell y Rush Doshi en un artículo escrito en marzo en la revista Foreign Affairs señalaron que, igual que la intervención fallida en la crisis de Suez precipitó el fin del imperio británico. La pandemia del coronavirus podría marcar ese “momento de Suez” para Estados Unidos[1].
Estados Unidos está sumido en cuatro grandes crisis, que acelerarán en gran medida, ese proceso de perdida de preeminencia mundial que hemos mencionado:
I. una
gran crisis institucional, que no serán zanjadas con los resultados de la
contienda electoral; muy por el contrario, la presidencia de Donald Trump ha
develado las profundas diferencias entre las diferentes facciones del poder
real en ese país; además de atizar hasta los márgenes de un estado de conmoción
nacional, las divisiones de una sociedad, caracterizada por la exclusión, la
marginación, víctima de la violencia institucionalizada. Estados Unidos se ha
convertido en un referente de Estado fallido, con su pésima gestión de la
pandemia, y la desatención de sus conciudadanos: anteponer la atención a la
economía ha llevado a ese país, al borde del colapso organizativo.
II. una
profunda crisis económica, producto del agotamiento del modelo globalizador
neoliberal, que aún persiste en el mecanismo de apropiarse de los recursos, y
que se verá multiplicado, por los efectos restrictivos de la pandemia. En los
últimos veinte años, Estados Unidos ha tenido dos colapsos económicos, muchos
más graves que la Gran Depresión de 1928. Su deuda a escalado a niveles
estratosféricos
III. una
crisis militar, como lo evidencia sus fracasos bélicos en Afganistán, Irak, y
Siria;
IV. una gran crisis ética y moral, que le inhabilita ante la opinión pública internacional, para liderar cualquier iniciativa hegemónica en el nuevo orden post - pandémico. Estados Unidos rompió su pacto, y abandonó al mundo que prometió proteger.
Esta crisis sanitaria ha dañado gravemente la opinión general sobre la legitimidad internacional estadounidense. De acuerdo a un estudio estadístico de junio, publicado por la empresa Dalia Research, reveló un amplio consenso de que China había gestionado la COVID-19 mucho mejor que Estados Unidos. De los 53 países encuestados, desde Dinamarca hasta Irán, solo dos creen que Estados Unidos reaccionó mejor que China: Japón y el propio Estados Unidos. La encuesta también revela que la visión pública de la influencia global norteamericana en general se ha deteriorado notablemente. Casi la misma cantidad de personas cree que el impacto de Estados Unidos en la democracia ha sido tanto negativo como positivo. Población de Canadá, Alemania y Reino Unido fueron especialmente críticos[2].
Sin embargo, volvemos al Comandante
Hugo Chávez, y específicamente un discurso pronunciado el 23 de noviembre del
2010, dimensionando la peligrosidad para la propia existencia de la especie
humana, representado por el debilitamiento del imperialismo estadounidense: “Estados
Unidos, sin duda, ha entrado en una fase de declinación política, económica, y
sobre todo ética. Pero quien puede negar su gran poderío militar, lo cual,
combinando esos factores, convierte a este, el más poderoso imperio de la
historia de la tierra, en una amenaza mucho mayor para los pueblos”[3].
3. ¿De un mundo unipolar a un mundo pluripolar?
Acudimos nuevamente al concepto desarrollado por Charles Krauthammer, para afirmar que, aunque el nuevo orden post pandémico no supere el momento unipolar[4], Estados Unidos ha perdido para siempre, la legitimad de gendarme internacional que se atribuyó al finalizar la Segunda Guerra Mundial: “La pandemia es la tumba de la globalización neoliberal, en tanto la del futuro será una globalización más amable, centrada en China y Asia Pacífico”[5].
Occidente tendrá que acostumbrarse a pasar su preeminencia global a Oriente. Desde esta perspectiva, consideramos que se impondrá en el mundo, una nueva balanza de poder encabezada por Estados Unidos por un lado, y la alianza china- rusa por el otro, y donde ya se van alineando como referimos, los diferentes países del nuevo orden, de acuerdo a sus intereses geopolíticos y orientaciones ideológicas.
4. A manera de Conclusión ¿Seguirá siendo capitalista o se transitará al post capitalismo? Un acertijo a dilucidar.
El mundo necesita evolucionar a formas más coherente, racionales y humanas de dirigir, de planificar la economía. En el marco de la pandemia, muchos pueblos han padecido las consecuencias de la desregulación de la economía, y dejar a la iniciativa privada, la gestión sanitaria de una sociedad. Las incipientes trasformaciones electorales que han logrado los pueblos de Chile y Bolivia, confirman la necesidad de construir un nuevo modelo de sociedad, y una nueva forma de administrar el fenómeno económico.
Una cantidad importante de analistas, vienen apostando por el desarrollo de un proceso desglobalizador, y localización de la producción. Uno de estos pensadores es el filósofo esloveno Slavoj Zizek, al que acudimos nuevamente, para buscar alguna respuesta a la interrogante planteada.
En la introducción de su más reciente obra “¡Pandemia! El Covid-19 sacude al Mundo”, Zizek afirma que: "La nueva normalidad tendrá que construirse sobre las ruinas de nuestras antiguas vidas"[6]. La pandemia podría ser la última oportunidad para generar un cambio definitivo en el rumbo de las sociedades humanas, y confiar en la refundación del Estado, para que planifique los cambios necesarios en las sociedades: “La solución no será el aislamiento ni la construcción de nuevos muros. Hace falta una plena solidaridad incondicional, y una respuesta coordinada a nivel global, una nueva forma de lo que antaño se llamó comunismo”[7].
Desde esta perspectiva, Zizek afirma que, las consecuencias de no apostar por la cooperación, puede traducirse en una regresión de la sociedad al orden medieval, donde cada Estado peleaba contra el otro. "Es triste el hecho de que necesitamos una catástrofe, para ser capaces de repensar las mismísimas características básicas de la sociedad en la que vivimos"[8], concluye el filoso esloveno.
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