12 DE OCTUBRE DE 1492…COLONIZACIÓN Y ATROPELLO
Edgard Palazio Galo
La iglesia católica como legitimidad de la dominación colonial
La fusión de propósitos e intereses político-religiosos va estar en la base constitutiva del sistema colonial español, en tanto forma de dominación social y control ideológico. La violencia que el invasor establece con los pueblos originarios se observa desde un inicio en el “requerimiento” concebido para justificar la guerra y el despojo.
El requerimiento era un documento de nueve puntos redactado en español y mediante la farsa de un “traductor”[2] se leía a los indígenas, para informarles, que a partir de ese momento, sus tierras ancestrales y lo contenido en ellas, habían sido donadas por el papa Alejandro VI a los muy católicos reyes de España. Por lo tanto, se les requería-imponía; la obligación de aceptar el catolicismo, someterse a la autoridad del papa y los reyes españoles. Si las imposiciones no eran aceptadas, se justificaba el ius belli, derecho de hacerles la guerra, con el consiguiente despojo de todos sus bienes, propiedades y el establecimiento de la esclavitud, incluyendo a mujeres y niños.
En el requerimiento al dar por legítimo el sometimiento y esclavitud, el conquistador encubre la explotación y exterminio a través de un discurso teológico de “guerra justa” y asimilación dirigido a establecer una sociedad regida por el absolutismo monárquico y el derecho divino.
Cuando fue leído mediante traductor a los caciques del Cenú, hoy Cartagena, Colombia, Martin Fernández de Enciso testigo del hecho, narra en su Suma de Geografía, publicada en 1519, que los caciques respondieron: “…en lo que decía que él era señor de todo el universo, en lugar de Dios, y que él había donado aquellas tierras al rey de Castilla, dijeron que el papa debía estar borracho cuando lo hizo, pues daba lo que no era suyo, y que el rey, que pedía y tomaba lo donado, debía ser un loco, pues pedía lo que era de otros…y dijeron que ellos eran señores de su tierra…”[4]
Contra
la imposición del requerimiento, reacciona junto a los suyos el cacique
Diriangén, dando batalla a las huestes de Gil González el 17 de abril de 1523.
Diriangén luchó en defensa legítima de la libertad de su pueblo y sus derechos
ancestrales a la posesión de estas tierras, la tierra de sus antepasados, personifica
el espíritu heroico y la determinación de lucha de los pueblos de América por
su libertad, por su derecho a existir como nación. Constituye en estas tierras la
primera batalla contra las intervenciones extranjeras, ejemplo de lucha que
luego se multiplicaría en Andrés Castro, Benjamín Zeledón, Augusto Cesar
Sandino.
Esta característica colonial de espada y sotana compartiendo intereses y propósitos terrenales por igual, conviene recordar lo señalado por William Howitt, quien en referencia al sistema colonial cristiano, señaló: ” Los actos de barbarie y los inicuos ultrajes perpetrados por las razas llamadas cristianas en todas las regiones del mundo y contra todos los pueblos que pudieron subyugar (dominar), no encuentran paralelo en ninguna era de la historia universal y en ninguna raza, por salvaje e inculta, despiadada e impúdica que esta fuera”.[5]
Y mas cercanos a nosotros José Dolores Gámez, en su libro Historia de Nicaragua, señala: “El clero católico que, atendida su misión de paz, pudo servir para suavizar el yugo colonial, fue con muy contadas excepciones otro terrible azote para las colonias. Los clérigos que en aquel entonces recorrían el Nuevo mundo, no se distinguían por la fe y cristiano ardor que exige el Evangelio. Deseosos por el contrario, de quebrantar las cadenas a que los sujetaba su regla y saltando sobre el voto de pobreza, gran número de frailes se trasladó a las colonias con la esperanza de gozar una existencia libre y holgada y encontrar satisfacción a sus terrenales aspiraciones.”[6]
Los abusos cometidos por la iglesia y la legitimidad otorgada al colonialismo, fueron errores reconocidos por el propio papa Francisco, durante un acto en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, expresó lo siguiente: “Digamos no, entonces, a las viejas y nuevas formas de colonialismos…les digo, con pesar, se han cometido muchos y graves pecados contra los pueblos originarios de América en nombre de Dios…pido humildemente perdón, no solo por las ofensas de la propia iglesia, sino por los crímenes contra los pueblos originarios durante la llamada conquista de América.” [7]
En síntesis, si bien la colonización fue sustentada a fuerza
de espada, en el largo tiempo la dominación cultural cuya máxima expresión fue
la religión, estableció un imaginario de sumisión, dependencia y control como si
de una relación cuasi natural se tratara. La iglesia católica en general,
aparte de algunas excepciones, se plegó al sistema y como institución fue
beneficiada, después de todo fue la iglesia oficial del imperio colonial
español.
La raza
como construcción colonial
El sistema colonial al fracturar las bases constitutivas
de las civilizaciones originarias, provocó el exterminio histórico de sus estructuras
e instituciones sociales construidas en el largo tiempo, dando lugar a categorías
socioculturales que manifiestan la pretendida centralidad del conquistador a
partir de su propia autoafirmación.
La
idea e ideología de raza aun teniendo un origen colonial no se terminó con la
independencia, mas bien el emergente Estado nacional tiene inoculado en su configuración
la matriz excluyente y discriminatoria que heredan y hacen suyas las
oligarquías libero conservadoras para quienes los rasgos físicos como el color
de piel, además de discriminación cultual, se convierte en forma de exclusión
social y política.
[1] En el capítulo XVIII del Príncipe, Maquiavelo
describe a este papa en los siguientes términos: “no hizo nunca otra cosa más que engañar a los otros; pensaba
incesantemente en los medios de inducirlos a error; y halló siempre la ocasión
de poderlo hacer. No hubo nunca ninguno que conociera mejor el arte de las
protestaciones persuasivas, que afirmara una cosa con juramentos más
respetables y que al mismo tiempo observara menos lo que había prometido. Sin
embargo, por más conocido que él estaba por un trapacero, sus engaños le salían
bien, siempre a medida de sus deseos, porque sabía dirigir perfectamente a sus
gentes con esta estratagema”. https://ocw.uca.es/pluginfile.php/1491/mod_resource/content/1/El_principe_Maquiavelo.pdf.
Pág. 90
[2] No siembre se disponía
de traductor para tal documento, y al escucharlo en español, los originarios no
entendían nada. Es mas según unos autores hasta 1626 ni siquiera se les traducía
el texto español a las lenguas originarias.
[3] Texto del requerimiento en: http://www.gabrielbernat.es/espana/leyes/requerimiento/r1513/r1513.html
[4] Citado en Bartolomé de las casas. Historia de las Indias. Biblioteca Ayacuso,
Caracas, Venezuela. 1956, pág. 231
[5]
William, Howitt, Colonization and Christianity. A Popular History of the
Treatmen of the "atives by the Europeans in all their Colonies, Londres,
1838, pág. 9.
[6]. Jose Dolores Gamez. Historia de
Nicaragua. Fondo de Promoción Cultural de Banco de American. 1975. pag.134.
[7] Papa Francisco, 9 de julio de 2015.
Transcripción y resumen del sitio: https://www.youtube.com/watch?v=L4xikNugRgQ
[8] Anibal Quijano. Colonialidad del poder, eurocentrismo y
América Latina.En: Cuestiones y horizontes: de la dependencia
histórico-estructural a la colonialidad / descolonialidad del poder. CLACSO,
Buenos Aires, 2014. pág. 4
[9] Jean Bosco, Kakozi Kashindi, Revisión histórica del concepto de “raza” en Max
Hering Torres y Peter Wade. Universidad Nacional Autónoma México, C.P.:04510,
Ciudad de México, México Recibido el 20 de noviembre de 2015. Aceptado el 18 de
mayo de 2016.
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