No caigamos en la trampa del imperio
Jorge Capelán
Lo siento, los que me conocen saben que soy antirracista de
muy vieja data y anteriormente he escrito (positivamente) sobre el movimiento
estadounidense Black Lives Matter (BLM), pero las cosas que han sucedido los
últimos dos años han cambiado dramáticamente la perspectiva.
Es obvio que los Estados Unidos son un país racista, pero lo
que está ocurriendo hoy no es, desgraciadamente, una revuelta genuinamente
popular sino más bien una manipulación para resolver el conflicto de poder al
interior de la élite estadounidense. Estoy seguro de que ni Malcolm X ni Martin
Luther King apoyarían este tipo de protestas, no porque estuvieran de acuerdo
con toda la discriminación y la violencia contra los negros y las minorías en
los Estados Unidos sino porque esto se está desarrollando en un sentido
sectario para arrojar a los Estados Unidos a una guerra civil entre pobres. No
era eso lo que estos dos grandes líderes deseaban.
¿Qué me importa a mí como antirracista que boten una estatua
de Colón (que por cierto no fue el peor de los conquistadores) cuando en
realidad estos grupos, si su compromiso fuese serio, deberían combatir al
sistema de racismo y colonialismo actualmente imperante por medio del cual los Estados
Unidos oprimen al resto del mundo?
Si son antirracistas y
anticolonialistas deberían exigir que termine el financiamiento al Estado
Sionista de Israel, o que termine la colonización de Puerto Rico, o el bloqueo
a Cuba y Venezuela, o que levanten la perversa Nica Act, o que, por ejemplo,
desmantelen la colonial estructura de la Organización de Estados Americanos,
ejemplo vivo del colonialismo estadounidense y atlantista en nuestros días y
que rutinariamente hace cosas tan infames como el oprobioso golpe de Estado
contra el gobierno indígena de Evo Morales Ayma en Bolivia.
No crean que a nosotros en África, Asia y América Latina se
nos han olvidado los 500 o 600 años de colonialismo europeo, pero ese mismo
colonialismo nos está matando hoy, no hace siglos. Es hoy que hay que parar el
genocidio. No se puede ser antirracista sin demandar que se desmonte un orden
económico mundial que se nutre de carne humana y que es la base de las
economías de Estados Unidos, Canadá y Europa Occidental.
Si se es serio en lo que respecta al problema del racismo se
debe necesariamente ser antiimperialista. No se puede ser antirracista y vivir
a la sombra del imperialismo, sencillamente porque es dentro esa estructura
opresiva e inhumana que el racismo tiene sentido, todo lo demás son solamente
excusas, palabrerías con las que se intenta enmascarar la verdadera naturaleza
de las relaciones de poder en el mundo. Cualquier movimiento seriamente
antirracista debe necesariamente tener independencia política de los intereses
imperiales, y si es un movimiento informado también debe, con necesidad, evitar
a toda costa caer en la trampa del sectarismo.
En cambio, Black Lives Matter recibe (y de buena gana acepta)
todo el apoyo del Partido Demócrata, cuya dirigente Hillary Clinton debería
responder por los crímenes contra la humanidad cometidos por los Estados Unidos
contra el pueblo de Libia, donde precisamente se valieron de la carta racista
para destruir la única sociedad con un verdadero estado de bienestar en el
Norte de África, el único país que hizo un planteamiento serio para independizar
económicamente al continente africano creando su propia moneda y usando sus
ingentes recursos petrolíferos en beneficio de los pueblos africanos y del
pueblo palestino.
Si fueran antirracistas, le deberían estar pidiendo cuentas a
Joe Biden, él tanto como su hijo metidos hasta las narices en el golpe de
Estados Unidos en Ucrania, que por cierto se llevó a cabo con grupos fascistas
entrenados por... los Estados Unidos. ¿Se acuerdan el pasado 5 de febrero,
cuando Nancy Pelosi, jefea de la bancada demócrata, rompió el discurso de
Donald Trump sobre el Estado de la Unión? Pues hubo una parte de ese discurso
en la que Nancy Pelosi aplaudió todo el tiempo: Fue cuando Trump presentó a la
marioneta imperial antivenezolana Juan Guaidó en el senado, y cuando se dedicó
a agredir a países como Cuba y Nicaragua reivindicando la ideología racista y
colonialista de la Doctrina Monroe.
Es imposible detrás de todo esto no ver el apoyo que reciben
las manifestaciones de BLM de la Fundación para la Sociedad Abierta de Soros,
de la Fundación Ford, de Sillicon Valley, de Hollywood, de la CNN, etcétera.
¿Desde cuándo el sionista de Marck Zuckerberg ha sido antirracista y
anticolonialista? Son la élite de poder estadounidense, Wall Street, el
complejo militar-industrial (el general Collin Powell, el mismo que mintió
sobre la guerra de Irak, habló la semana pasada en la Convención Demócrata), el
poder mediático (desde Hollywood hasta Netflix), la Gran Farmacia que quiere
poner a todo el mundo en cuarentena... esos son los sectores que hoy, de
pronto, se han vuelto "anticolonialistas". ¿No es sospechoso?
Esto no es una mera alianza táctica dentro de un proceso de
lucha. BLM en la práctica se ha convertido en un dispositivo político en la
estrategia de los demócratas.
La consigna de “cualquiera excepto Trump” es una estupidez.
Donald Trump, por todos sus millones, la Asociación Nacional del Rifle, por más
reaccionarios que sean sus valores, no son los que mandan en Estados Unidos.
Trump es una piedra en el zapato para la élite de poder estadounidense (y
occidental, y racista) que, antes que patriota es imperial y global. Por eso un
nacionalista, por más reaccionario que sea, Trump es el tipo equivocado para
conducir políticamente al imperio, y por eso lo quieren sacar del poder. Y para
eso calientan la calle con Black Lives Matter ayudando a crear un ambiente cada
vez más paranoico en los Estados Unidos, donde cada vez se habla menos de
derechos sociales y económicos para todos y casi solo se habla de negros contra
blancos y de mascarillas.
Lo que quiere hacer la élite de poder estadounidense es
patear la mesa del actual orden mundial (que ya no les conviene) y sustituirlo
por el imperio directo de las multinacionales con la vigilancia en masa de toda
la humanidad. Ellos saben muy bien que no pueden rescatar al dólar, y por eso
quieren destruir la economía mundial para quedarse como amos y señores de las
ruinas que resulten. Ese es el verdadero plan.
Ni Malcolm X ni Martin Luther King estarían apoyando esto.
Malcolm X proponía que las comunidades negras se armasen para defenderse e
independizarse construyendo su propio poder negro. Él se habría reído de
cualquiera que viniese planteando una especie de insurrección para arrebatar el
poder del hombre blanco, a él no le interesaba eso, a él lo que le interesaba
era el poder de la gente negra. Y Martin Luther King, por otro lado, tampoco
habría apoyado esto por dos cosas: La primera, porque era pacifista, y la
segunda (y creo que más importante) porque él lo que quería era una gran coalición
popular de negros y blancos para construir una sociedad más justa.
Pero no es una coalición popular lo que están construyendo en
Estados Unidos, sino la plaga de la división entre "negros" y
"nazis", entre los "buenos" que quieren botar a Trump y los
"malvados e ignorantes" que lo apoyan. Sorpréndanse, por esto que les
voy a decir no lo muestra la CNN: A las manifestaciones en apoyo a Trump
también van negros y latinos, y no necesariamente porque sean "nazis"
ni "racistas" ni "analfabetas", sino porque necesitan salir
a trabajar para ganarse el sustento del día, igual que nuestro pueblo aquí en
Nicaragua, mientras que una serie de políticos fanáticos en los Estados de la
Unión los quieren tener encerrados con la cuarentena.
Están queriendo llevar a Estados Unidos a la guerra civil,
una guerra hecha a la medida de los intereses imperiales. Y además están
buscando arrastrar al resto del mundo a ella. ¿Quién puede ser tan ingenuo de
creer que las élites demócratas, con el apoyo de la vieja guardia republicana,
mañana no irán a enfilar sus armas contra China? No es “el loco de Trump”
amenazando a la humanidad, es el imperio preparando la destrucción del mundo.
No caigamos en la trampa que nos están tendiendo.
*Puede leer mas sobre este autor en: Managua con amor*
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